UNA CHINA CANSADA DE LAS RESTRICCIONES PROTESTA EN LAS CALLES
El incendio en una zona confinada de la ciudad de Urumqi, que provocó 10 muertes, ha espoleado el hartazgo ciudadano
Si se lee un periódico de ayer en China, podría parecer que todo marcha según lo previsto por el Gobierno de Xi Jinping. Las restricciones y la política de ‘covid cero’ avanzan sin problemas y el brote de coronavirus que vive el país se controla. Pero, si se bucea por las redes sociales, el panorama es diferente. Este fin de semana varias ciudades, incluida la capital, Pekín, vivieron manifestaciones impulsadas por estudiantes, no solo contra los confinamientos, sino contra el propio presidente chino y la falta de libertad de expresión.
Los acontecimientos de la semana pasada, cuando murieron diez personas en el incendio de una zona confinada en Urumqi, donde algunos aseguran que los efectivos de emergencias no pudieron acceder a tiempo por las restricciones sanitarias, han sido la gota que ha colmado el vaso del descontento. Todo nace, eso sí, de la política de ‘covid cero’, consistente en reducir a la nada los casos y combatirlos con durísimos confinamientos que impiden, en los casos más extremos, salir del edificio en el que se reside. Esa mezcla de razones ha derivado en las protestas ya conocidas como las movilizaciones del folio en blanco, puesto que los manifestantes expresan su descontento levantando al aire papeles vacíos. En China hay hartazgo porque casi tres años después del inicio de la pandemia el país no ve salida. Al mismo tiempo, Xi refuerza su poder: pero a mayor liderazgo, mayor responsabilidad.
Rafael Bueno, director del departamento de Política, Sociedad y Educación de Casa Asia, explica a 20minutos que hay cuando menos un contrato incumplido por parte de Pekín. «Se han dado cuenta también del precio que han tenido que pagar y que están pagando por un desarrollo económico desenfrenado y al mismo tiempo ven una pérdida de libertad cuando pensaban que podían disfrutar de ella. Se han dado cuenta que ha sido toda una ficción».
«Llevan tres años de restricciones draconianas y la gente ya no puede más», añade Bueno. Además, la clave está en que ahora esas protestas se unifican bajo un mismo tema: el rechazo a la política de ‘covid cero’. «El hecho de que haya manifestaciones y protestas no es nuevo. En China llevan décadas teniendo muchas protestas. De hecho, las estadísticas oficiales pararon de contabilizarlas cuando llegaron a las 100.000 protestas al año», comenta el experto.
«La diferencia es que cada una, dependiendo de la provincia,
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era por temas diferentes: medio ambiente, temas laborales, corrupción, etc. Lo novedoso de estas protestas es que están homogeneizadas en las restricciones por la covid», continúa. Que las movilizaciones no tengan precedentes abre la puerta a otra pregunta: ¿harán que caiga el régimen? La respuesta parece clara: «No va a caer por esto, pero sí es significativo», esgrime Bueno, que sí matiza que «las críticas todavía son minoritarias» pese la repercusión que están teniendo.
Javier Gil, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, relaciona el enfado con la política sanitaria con un progreso económico que no llega. «Digamos que había un contrato social por el cual el partido daba progreso económico, protegía al país y en ese intercambio el ciudadano aceptaba obtener limitados ciertos derechos políticos. Eso es posible que se esté resquebrajando». ¿Por qué? «Porque China parecía como el país ganador frente a una Europa que iba más a rebufo y ahora mismo las tornas han cambiado totalmente». «Si no se restablece ese crecimiento económico y no se supera la pandemia, sí que el Gobierno va a tener problemas internos porque la gente va a protestar más», advierte.
Eso sí, en palabras de Gil, el Ejecutivo aún tiene margen de maniobra frente a las protestas. «Van a imponer los cortafuegos mediáticos y cortarán internet si lo tienen que hacer», pero eso no impedirá seguramente la propagación de lo que sucede. «Lo que tiene que hacer si quiere solucionar la crisis es básicamente que la economía vuelva a crecer y a nivel de la pandemia dejar de imponer restricciones a la movilidad tan salvajes como las que todavía está poniendo», señala Gil. Pero, de momento, el Gobierno ha optado por reforzar la seguridad en ciudades como Shanghái o Pekín precisamente para aplacar a quienes alzan la voz. ●