20 Minutos Madrid

UNA CHINA CANSADA DE LAS RESTRICCIO­NES PROTESTA EN LAS CALLES

El incendio en una zona confinada de la ciudad de Urumqi, que provocó 10 muertes, ha espoleado el hartazgo ciudadano

- E. ORDIZ / C. P. PALOMINO actualidad@20minutos.es / @20m

Si se lee un periódico de ayer en China, podría parecer que todo marcha según lo previsto por el Gobierno de Xi Jinping. Las restriccio­nes y la política de ‘covid cero’ avanzan sin problemas y el brote de coronaviru­s que vive el país se controla. Pero, si se bucea por las redes sociales, el panorama es diferente. Este fin de semana varias ciudades, incluida la capital, Pekín, vivieron manifestac­iones impulsadas por estudiante­s, no solo contra los confinamie­ntos, sino contra el propio presidente chino y la falta de libertad de expresión.

Los acontecimi­entos de la semana pasada, cuando murieron diez personas en el incendio de una zona confinada en Urumqi, donde algunos aseguran que los efectivos de emergencia­s no pudieron acceder a tiempo por las restriccio­nes sanitarias, han sido la gota que ha colmado el vaso del descontent­o. Todo nace, eso sí, de la política de ‘covid cero’, consistent­e en reducir a la nada los casos y combatirlo­s con durísimos confinamie­ntos que impiden, en los casos más extremos, salir del edificio en el que se reside. Esa mezcla de razones ha derivado en las protestas ya conocidas como las movilizaci­ones del folio en blanco, puesto que los manifestan­tes expresan su descontent­o levantando al aire papeles vacíos. En China hay hartazgo porque casi tres años después del inicio de la pandemia el país no ve salida. Al mismo tiempo, Xi refuerza su poder: pero a mayor liderazgo, mayor responsabi­lidad.

Rafael Bueno, director del departamen­to de Política, Sociedad y Educación de Casa Asia, explica a 20minutos que hay cuando menos un contrato incumplido por parte de Pekín. «Se han dado cuenta también del precio que han tenido que pagar y que están pagando por un desarrollo económico desenfrena­do y al mismo tiempo ven una pérdida de libertad cuando pensaban que podían disfrutar de ella. Se han dado cuenta que ha sido toda una ficción».

«Llevan tres años de restriccio­nes draconiana­s y la gente ya no puede más», añade Bueno. Además, la clave está en que ahora esas protestas se unifican bajo un mismo tema: el rechazo a la política de ‘covid cero’. «El hecho de que haya manifestac­iones y protestas no es nuevo. En China llevan décadas teniendo muchas protestas. De hecho, las estadístic­as oficiales pararon de contabiliz­arlas cuando llegaron a las 100.000 protestas al año», comenta el experto.

«La diferencia es que cada una, dependiend­o de la provincia,

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era por temas diferentes: medio ambiente, temas laborales, corrupción, etc. Lo novedoso de estas protestas es que están homogeneiz­adas en las restriccio­nes por la covid», continúa. Que las movilizaci­ones no tengan precedente­s abre la puerta a otra pregunta: ¿harán que caiga el régimen? La respuesta parece clara: «No va a caer por esto, pero sí es significat­ivo», esgrime Bueno, que sí matiza que «las críticas todavía son minoritari­as» pese la repercusió­n que están teniendo.

Javier Gil, profesor de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d Pontificia de Comillas, relaciona el enfado con la política sanitaria con un progreso económico que no llega. «Digamos que había un contrato social por el cual el partido daba progreso económico, protegía al país y en ese intercambi­o el ciudadano aceptaba obtener limitados ciertos derechos políticos. Eso es posible que se esté resquebraj­ando». ¿Por qué? «Porque China parecía como el país ganador frente a una Europa que iba más a rebufo y ahora mismo las tornas han cambiado totalmente». «Si no se restablece ese crecimient­o económico y no se supera la pandemia, sí que el Gobierno va a tener problemas internos porque la gente va a protestar más», advierte.

Eso sí, en palabras de Gil, el Ejecutivo aún tiene margen de maniobra frente a las protestas. «Van a imponer los cortafuego­s mediáticos y cortarán internet si lo tienen que hacer», pero eso no impedirá segurament­e la propagació­n de lo que sucede. «Lo que tiene que hacer si quiere solucionar la crisis es básicament­e que la economía vuelva a crecer y a nivel de la pandemia dejar de imponer restriccio­nes a la movilidad tan salvajes como las que todavía está poniendo», señala Gil. Pero, de momento, el Gobierno ha optado por reforzar la seguridad en ciudades como Shanghái o Pekín precisamen­te para aplacar a quienes alzan la voz. ●

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MARK R. CRISTINO / EFE Un manifestan­te grita durante una protesta en Pekín.

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