Problemas del primer mundo
Me considero una persona realmente afortunada por haber nacido en un país desarrollado –del primer mundo–, que lo llaman. Tengo un trabajo que me permite estudiar una carrera, tener mis aficiones, ir a restaurantes y viajar. Me puedo permitir el lujo de tener problemas tan absurdos como el color de uñas para una boda o avergonzarme de mis canas cuando mi peluquera está fuera de vacaciones y no puede teñírmelas. Pero no se vayan a creer ustedes que esto siempre ha sido así. Durante mis primeros diez años de trabajo, jamás pude disponer de mi sueldo y, efectivamente, estos lujos del primer mundo no podía permitírmelos. Puede que suene materialista, pero me gusta darme pequeños caprichos con el sudor de mi frente. Patricia Peláez Bohigas,
Escríbenos a
lectores@20minutos.es
–Papá, ¿qué es prisma? –Pues la hisja de tu tía, que paresces tonto. –Claro, gracias, papi. –De nasda canisjo. @ElMetefuego
–Mi hermano ha subido un tutorial a YouTube explicando cómo evitar los tirones. –¿Es fisioterapeuta? –No, policía. @Doc_Hannibal
Vosotros no lo recordáis porque sois muy jóvenes, pero hace dos semanas iban a cerrar Twitter. @Concejajala