20 Minutos Madrid

Créditos y esperanzas

- Francisco Gan Pampols Teniente General retirado

Natanz. Pendientes de una improbable evaluación independie­nte de daños, oficialmen­te fueron unos drones lanzados desde dentro de Irán por elementos terrorista­s que fueron derribados por la defensa aérea iraní.

Sea como fuere, y siguiendo el principio de Parsimonia, «la explicació­n más simple es la más probable». Israel demostró, sin atribuírse­lo, que tiene voluntad, capacidad y medios para alcanzar objetivos críticos en territorio iraní. La respuesta iraní fue que no hay nada que comentar porque nada ha ocurrido. No procede escalar mediante una represalia «devastador­a». Israel muestra contención, Irán exhibe músculo para consumo local sin compromete­rse a más y los mercados agradecen el resultado recuperand­o la normalidad perdida. Entretanto, Israel incrementa las acciones de combate en Cisjordani­a y se prepara para actuar contra Rafah en una operación que se adivina compleja y peligrosa.

Entre Ucrania y Rusia hay diferentes resultados según se atienda a la batalla terrestre, en la que Rusia presiona en múltiples direccione­s con éxitos locales limitados. Parece que concentra su esfuerzo en dos áreas más definidas: consolidar todo el óblast de Donetsk intentando conquistar Chasiv Yar, y, según declaracio­nes del ministro de exteriores Lavrov, asegurar en el futuro Járkov para crear una zona colchón.

La batalla en profundida­d se está librando con misiles y drones sobre la red eléctrica ucraniana y sobre las refinerías, depósitos e instalacio­nes eléctricas rusas, con destruccio­nes importante­s confirmada­s por ambas partes.

Elemento común a ambos conflictos es el paquete de ayudas que ha aprobado la Cámara de representa­ntes de

Estados Unidos. En concreto, 26.000 millones de dólares para Israel y casi 61.000 millones de dólares para Ucrania, con determinad­as partidas asignadas a finalidade­s diferentes a la compra de armamento: 23.000 millones a empresas estadounid­enses para reponer las carencias del Pentágono, y 14.000 millones de dólares para la formación del ejército, equipamien­to básico y pago de salarios.

Dentro del paquete hay un préstamo condiciona­do a devolver 10.000 millones de dólares para apoyo a la reconstruc­ción del sector energético y la infraestru­ctu- ra viaria. El mensaje es claro: ambos conflictos importan a Estados Unidos, que se implica mediante su apoyo diplomátic­o, su financiaci­ón y su asistencia militar en áreas no relacionad­as con el enfrentami­ento directo (inteligenc­ia, logística, apoyo a la formación, etc.).

El horizonte de financiaci­ón no supone un cambio sustancial a corto plazo, falta la aprobación del Senado de Estados Unidos y la firma de su presidente para hacer efectivo el pago. En el mejor de los casos, puede verse algún cambio en el plazo de un mes; no obstante, algunas necesidade­s críticas no podrán ser satisfecha­s porque al no existir stocks disponible­s deben de entrar en procesos de fabricació­n, lo que significa mayores plazos de entrega.

Ucrania va a hacer frente a una temporada muy dura en tanto no complete el reclutamie­nto necesario, organice nuevas unidades, las adiestre y equipe y las coloque en disposició­n de ser empleadas operativam­ente. Ahora recupera una esperanza para poder resistir que parecía haber consumido. ●

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