Créditos y esperanzas
Natanz. Pendientes de una improbable evaluación independiente de daños, oficialmente fueron unos drones lanzados desde dentro de Irán por elementos terroristas que fueron derribados por la defensa aérea iraní.
Sea como fuere, y siguiendo el principio de Parsimonia, «la explicación más simple es la más probable». Israel demostró, sin atribuírselo, que tiene voluntad, capacidad y medios para alcanzar objetivos críticos en territorio iraní. La respuesta iraní fue que no hay nada que comentar porque nada ha ocurrido. No procede escalar mediante una represalia «devastadora». Israel muestra contención, Irán exhibe músculo para consumo local sin comprometerse a más y los mercados agradecen el resultado recuperando la normalidad perdida. Entretanto, Israel incrementa las acciones de combate en Cisjordania y se prepara para actuar contra Rafah en una operación que se adivina compleja y peligrosa.
Entre Ucrania y Rusia hay diferentes resultados según se atienda a la batalla terrestre, en la que Rusia presiona en múltiples direcciones con éxitos locales limitados. Parece que concentra su esfuerzo en dos áreas más definidas: consolidar todo el óblast de Donetsk intentando conquistar Chasiv Yar, y, según declaraciones del ministro de exteriores Lavrov, asegurar en el futuro Járkov para crear una zona colchón.
La batalla en profundidad se está librando con misiles y drones sobre la red eléctrica ucraniana y sobre las refinerías, depósitos e instalaciones eléctricas rusas, con destrucciones importantes confirmadas por ambas partes.
Elemento común a ambos conflictos es el paquete de ayudas que ha aprobado la Cámara de representantes de
Estados Unidos. En concreto, 26.000 millones de dólares para Israel y casi 61.000 millones de dólares para Ucrania, con determinadas partidas asignadas a finalidades diferentes a la compra de armamento: 23.000 millones a empresas estadounidenses para reponer las carencias del Pentágono, y 14.000 millones de dólares para la formación del ejército, equipamiento básico y pago de salarios.
Dentro del paquete hay un préstamo condicionado a devolver 10.000 millones de dólares para apoyo a la reconstrucción del sector energético y la infraestructu- ra viaria. El mensaje es claro: ambos conflictos importan a Estados Unidos, que se implica mediante su apoyo diplomático, su financiación y su asistencia militar en áreas no relacionadas con el enfrentamiento directo (inteligencia, logística, apoyo a la formación, etc.).
El horizonte de financiación no supone un cambio sustancial a corto plazo, falta la aprobación del Senado de Estados Unidos y la firma de su presidente para hacer efectivo el pago. En el mejor de los casos, puede verse algún cambio en el plazo de un mes; no obstante, algunas necesidades críticas no podrán ser satisfechas porque al no existir stocks disponibles deben de entrar en procesos de fabricación, lo que significa mayores plazos de entrega.
Ucrania va a hacer frente a una temporada muy dura en tanto no complete el reclutamiento necesario, organice nuevas unidades, las adiestre y equipe y las coloque en disposición de ser empleadas operativamente. Ahora recupera una esperanza para poder resistir que parecía haber consumido. ●