Pasividad antidemocrática
Venezuela, que fue para muchos un ejemplo de democracia, se consolida como una dictadura implacable ante la pasividad de EEUU y España, el país que por razones históricas y familiares tendría la obligación de plantarle cara al régimen de un analfabeto político como Nicolás Maduro. En pocos años, con el impulso mesiánico del sadismo y la ayuda de Cuba y Rusia, han contribuido a apuntalar un sistema tambaleante que limita las libertades y maneja recursos delictivos para sostener el poder.
Maduro cuenta para mantenerlo con el respaldo bochornoso de unos militares de cúpula corrupta, que además de los privilegios de un régimen a su medida se enriquecen con el narcotráfico. Las escasas e ineficaces presiones internacionales han obligado a Maduro a celebrar este año elecciones para las que las encuestas le auguran una derrota estridente: apenas el 13% de los venezolanos anticipan que le votarán.
La principal candidata de la oposición con peso político claro, M.ª Corina Machado, ha sido apartada sin mayor contemplación de la carrera y el odio que sufre llega al extremo de una persecución constante: cuando viaja por el país, se encuentra los hoteles de los lugares que se propone visitar bloqueados y el acceso cerrado con camiones aparcados en los accesos. Son detalles de una persecución implacable que incluye la restricción del voto a los venezolanos residentes fuera, millones de ellos huidos de las persecuciones y amenazas del régimen.
Para el Gobierno español, que tantas razones tiene para ayudar a un pueblo hermano como el venezolano, es una vergüenza más que suma a su viraje en la gratitud y la coherencia en su política exterior. Es penoso ver a Rodríguez Zapatero, que haría muy bien en mantenerse en la discreción hasta que se olvide su polémica etapa presidencial, convertido en el edecán de guardia de Maduro y el único político de pasado democrático que le apoya. ●
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–El ejército de Atila invadió Roma poco a poco. –¿Cómo lo sabes? –Fueron de huno en huno. @WanchopeMr