No se habla de fútbol, se habla de derechos
Las reivindicaciones políticas centraron la atención en el segundo día mundialista
Antes del arranque de cualquier evento deportivo de gran calado, se genera mucha expectativa informativa respecto a las instalaciones donde se desarrolla la competición, el calendario, los grupos y los jugadores más relevantes de cada país. El entretenimiento bien entendido forma parte del espectáculo, pero en este caso, la polémica está servida desde el minuto uno por la politización de la situación que rodea a Qatar.
No se habla de fútbol, se habla de reivindicar derechos. Merece la pena detenerse a analizar que fue el 2 de diciembre de 2010 cuando la FIFA designó a Qatar como país organizador de este Mundial.
Pero entonces sufríamos la resaca de «nuestro Mundial» y también hablábamos de las gestas de Nadal, Federer, Bolt, Phelps, Gasol... a las puertas de unos Juegos Olímpico en la cuna de los Beatles, de Beckham, de Gascoigne, de Lineker, donde los derechos humanos se presumían.
Han pasado doce años llenos de gestas deportivas abrumadoras y terribles acontecimientos que todos hemos sufrido. Es el turno de Qatar. Es el turno de un país que ya entonces privaba de libertad a las mujeres, privaba de libertad al colectivo LGTBI, privaba de los derechos fundamentales de las personas. Ahora se pone en el mapa como terreno deportivo y se fija como una gran lupa sirviendo como escaparate de reivindicación.
La inauguración fue el pasado domingo y en vez de conocer el número de jugadores, las tácticas y las técnicas deportivas, la forma de juego de cada uno o los cruces de la primera fase de este Mundial, ha habido una persona que entonó la primera voz cantante que hizo que todos los ojos se pusieran sobre él para asombro mundial. El presidente de la propia FIFA, Gianni Infantino, vertió polémicas declaraciones previas a la inauguración del Mundial de Qatar, por lo que las señales de protesta de los diferentes equipos no hicieron más que empezar. Brazaletes apoyando al colectivo LGTBI, silencio en los himnos de algún que otro país, o apoyar la rodilla en señal de protesta, son algunas de las «protestas» que la FIFA y el comité organizador ahora no ven con buenos ojos, y amenazan con sancionar deportivamente a los equipos que politicen el juego.
Veremos cómo continúa este Mundial y, sobre todo, el respeto al género humano que se presume de dirigentes deportivos como Gianni Infantino, que debería ser aún más serio que el propio Morgan Freeman en la ceremonia inaugural.
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