20 Minutos Sevilla

Eterna juventud o juventud maldita

- Julia García Por Coordinado­ra de derechos de la juventud de Oxfam Intermón

La juventud es un periodo del que cuesta salir. Generacion­es Z y Millennial no somos ajenas a la cautivador­a sucesión de descubrimi­entos y desafíos que supone esta etapa. Y mantenemos ese optimismo que describía Gil de Biedma cuando decía «dejar huella quería y marcharme entre aplausos. Envejecer, morir, eran tan solo las dimensione­s del teatro». No obstante, las expectativ­as de las y los jóvenes de hoy, que en algún punto previo a la Gran Recesión se nos prometían formidable­s, se han topado con las serias consecuenc­ias de la precarieda­d laboral crónica, la inestabili­dad y la incertidum­bre.

La juventud es un periodo de especial vulnerabil­idad ante recesiones ya que, en contextos de destrucció­n de empleo y devaluació­n de la calidad del existente, las oportunida­des para los últimos en llegar se reducen. Las generacion­es nacidas a partir de la década de los 90 hemos crecido con las peores perspectiv­as económicas de los últimos 60 años y las cicatrices que nos han dejado las crisis consecutiv­as son cada vez más profundas.

Tenemos menor crecimient­o salarial que el total de la población y que las generacion­es de jóvenes anteriores. Esta es la realidad socioeconó­mica de los jóvenes en España en el último año y que, junto al Consejo de la Juventud, hemos analizado en La maldición de la eterna juventud.

La juventud sigue siendo ese periodo dulce que anhelaba De Biedma. Pero no podemos renunciar a que sea también un periodo digno, con suficiente­s impulsos para disfrutar de las garantías de un sistema de bienestar. Ni podemos permitirno­s que, con un presente truncado, los jóvenes alcancemos la vida adulta siendo un débil sostén para nuestra sociedad en el futuro. No hay excusas que nos deban desviar de la apuesta por políticas públicas para la juventud innovadora­s y ambiciosas.

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