20 Minutos Sevilla

«El vértigo se convierte en emoción y en reto, eso me motiva»

El presentado­r se pone al frente de ‘El 1%’, un concurso de Antena 3 que reta a 100 personas a acertar preguntas cada vez más difíciles

- ISRA ÁLVAREZ ialvarez@20minutos.es / @ialvar

Si hicieran un examen de lógica a toda la población española, ¿estaría usted entre el 1% de los más listos? Averiguar eso es lo que propone El 1%, el nuevo concurso de Antena 3 que se estrena hoy (22.45 h). El formato, que presenta Arturo Valls, pone a prueba a 100 concursant­es, anónimos y famosos, que deben responder 15 preguntas que van creciendo en dificultad y tras las que pueden ganar hasta 100.000 euros.

Este programa no se basa en conocimien­tos ni en cultura general, sino en la lógica y en el sentido común, ¿cómo andamos de eso en este país?

Bueno, bastante bien. Mejor los concursant­es que los dirigentes del país, a los que parece que les falta bastante sentido común. Es un concurso muy democrátic­o, porque no necesariam­ente tienes que tener grandes conocimien­tos culturales ni títulos universita­rios, sino que tienes que hacer valer tu sentido común y tu lógica.

Eso creará situacione­s curiosas...

Es muy interesant­e ver, por ejemplo, cómo de repente un ingeniero, que cualquiera hubiera apostado por él para que llegara a la final, no ha llegado, y una persona con menos conocimien­tos, con menos preparació­n cultural, pues de repente tiene más lógica y tiene una visión que ha hecho que llegue más lejos. Eso mola y se ve mucho en el programa.

¿En qué tipo de preguntas andamos más cortos y en cuáles más sobrados?

Todas están en ese paraguas de la lógica y el sentido común, pero a lo mejor en las que eran más visuales la gente acertaba más, las que eran, por ejemplo, correlacio­nes.

¿Siente un poco de vértigo por ser un programa nuevo que no se ha hecho nunca en España?

No, a mí me pasa al revés. El vértigo se convierte en emoción y en reto. A mí en todo lo que sea probar cosas nuevas y arriesgar un poco, ahí me vas a ver. Imagínate cuando me plantearon un programa que si fallaban los tirábamos por un agujero… (Risas)

[Ahora caigo] o un famoso cantando debajo de una máscara de pepinillo [Mask Singer], esas propuestas a mí me encantan. La verdad es que me parecía un reto increíble. Eso me motiva bastante.

¿Parte del éxito de su carrera es entonces por ser un poco kamikaze?

El éxito profesiona­l no sé si tiene que ver con eso, pero el éxito personal sí. Responde a buscar estímulos. Cuando ya lleva uno diez años haciendo algo, pues ya le apetece probar otras cosas nuevas. Lo de acomodarse a mí no me ha funcionado nunca. O sea, que mi carrera sí que estaría un poco encaminada por ahí, siguiendo ese principio. ¿Cuántas veces supo la pregunta del 1%? Nunca, nunca. Como presentado­r siempre pasa que te quieres poner a jugar, pero tienes que estar pendiente de otras cosas: del ritmo del guion, de qué viene ahora, la luz de no sé qué, la cámara... Claro, tú te ponías a jugar y a veces eso es fundamenta­l, porque si tú no te implicas y entiendes el formato, no sale bien.

¿Eso le pasó alguna vez? Al principio de los principios, cuando empecé a hacer concursos, que yo venía del periodismo y no entendía mucho el ¡Allá Tú! Estaba ahí con las cajas y yo no entendía nada. Me puse a presentar como un kamikaze, hasta que dije ‘bueno, voy a ver si me aprendo ya la mecánica del concurso…’ (Risas). ¿Qué engancha de El 1%? El pique que tienes por contestar ese tipo de preguntas, porque las ves accesibles y sobre todo por la presión de que si esto el 80% lo ha acertado, a ver si yo no voy a ser capaz.

Claro, eso puede tocarte un poco la autoestima... Cuando hacemos la pregunta del 90%, que casi todos los encuestado­s la han acertado y va Paco de Zaragoza y la falla, tienes que preguntar: «Paco, ¿qué ha pasado?, ¿en qué pensabas?», y eso es divertido.

¿En un concurso como este se compite contra los nervios?

Esto es un clásico, cuando dicen ‘yo en casa las acertaba todas’. Pero claro, en casa no hay un millón y pico de personas mirándote ni estás pensando ya en los de la oficina al día siguiente, o en los del pádel y en qué te van a decir, que vas a pasar unos días regular. Eso nos pasa a todos. ¿A usted también?

A mí me pasa con el tenis, por ejemplo. Cuando estás entrenando estás jugando de maravilla. Empiezas a competir, a jugar un partido contra alguien y con puntuación y se te encoge el brazo.

¿Veremos en El 1% un buen despliegue de chistes malos?

Hombre, pues alguno cae, la cabra tira al monte. Y es verdad que el requiere un poquito más de solemnidad, sin pasarse, pero como la naturaleza de uno es la naturaleza de uno... Estamos un prime time

«En ‘El 1%’ no valen los conocimien­tos ni los títulos, hay que hacer valer la lógica»

«Mis chistes a veces son tan malos que me pongo mi propio filtro, pero la cabra tira al monte...»

«Las civilizaci­ones que han pasado por nuestro país nos han dejado un poso de sabiduría»

poquito más comedidos que en un programa de tarde, pero hay mucha coña con los concursant­es. ¿Alguna vez se queda un chiste dentro? ¿Le cuesta mucho reprimirse? La verdad es que no, hay veces que son tan malos que te pones tu propio filtro. A veces te tiraban por el pinganillo alguna broma y tú mismo decías mira, por aquí sí que no paso (risas). Esto era gracioso porque se me veía ahí la sonrisilla de pensar ‘esta no la tiro’. ¿Cómo cree que quedaría España en una versión internacio­nal de El 1%? Creo que bien. Las civilizaci­ones que han pasado por nuestro país nos han dejado un poso de sabiduría, ese saber que tiene que ver con la lógica y no tanto con el conocimien­to. La gente es muy sabia.

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