Después de Sánchez, ¿qué?
Las situaciones límite desencadenan comportamientos reveladores, descubren lealtades inesperadas y admirables, sacan a la luz traiciones encubiertas inimaginables y aportan enseñanzas decisivas sobre la naturaleza humana. Porque, en concordancia con el cambio de las expectativas se modifica también la configuración de las actitudes. Para el análisis de estas revelaciones pueden suponer gran ayuda algunas columnas de opinión de firmas competentes, así como editoriales escogidos de la prensa escrita la cual, por mucho que esté declarada a extinguir y que haya sido rebasada en difusión por las emisoras de radio y las cadenas de televisión, sigue siendo la referencia dominante.
Reconozcamos el valor aña- dido del documento escrito, valor del que están despojados los textos, los audios y las imágenes que constituyen el flujo incesante que circula por la red a la velocidad de la luz. Se diría que el papel impreso actúa como barandilla quita- miedos, como antídoto del vértigo, que salva del descon- cierto al público de a pie y más aún a los periodistas de la ra- dio, de la televisión y de los digitales, que atribuyen al docu- mento tangible una garantía de mayor credibilidad. Así que cuando se accede a las no- ticias o a las opiniones, me- diante su lectura en soporte papel, se les supone haber su- perado esos filtros y comprobaciones a que se aplican dili- gentes los profesionales del periodismo, que anteponen la verificación de su exactitud a la mera velocidad de anti- cipación, en línea con la ran- chera del «que no hay que lle- gar primero, pero hay que sa- ber llegar».
En física aprendimos que la proximidad a una fuente transmite energía y así suce- de también entre políticos y periodistas, los cuales se dis- tinguen por la calidad de sus fuentes, a las que nunca de- ben entregarse. Por todas esas razones conviene atender al
editorial del diario de ayer, en cuyo segundo párra- fo se resalta cómo Pedro Sán- chez, a pesar de su intensa agenda institucional, ha esta- do al día de cada detalle del partido, de manera que cuan- do ha tenido la menor percep- ción de que alguien de su equipo iba por libre ha cor- tado por lo sano.
El periódico, al echar cuen- tas, estima que en la entrevis- ta del martes 30 en la cadena SER el presidente del Go- bierno quiso zanjar las especulaciones sobre el postsanchismo declarando su voluntad de continuar co- mo candidato en las próximas elecciones que corresponde- ría celebrar en 2027. Entiende el diario que el secretario ge- neral del PSOE intenta frenar cualquier movimiento inter- no que pueda sembrar la ines- tabilidad en el partido. Pero añade que está por ver si el debate sucesorio es controla- ble después de estos cinco dí- as sin Sánchez que el líder máximo nos ha propinado.
A partir de la afirmación de Sánchez de que el partido «trasciende» a su persona, el editorialista dice que esta- mos invitados a pensar que el PSOE debería reflexionar de forma colectiva sobre cómo garantizar la continuidad del proyecto político más allá de la personalidad y el ca- risma de su secretario gene- ral, o sea, a que reflexione- mos sobre el postsanchismo.
No es la primera vez que in- terrogantes sobre el futuro o el pasado se plantean. Unas veces inquiriendo sobre el ¿qué?, otras sobre el ¿quién? Al «después de Franco ¿qué?» que empezaba a cun- dir respondió Jesús Fueyo que «las instituciones». El general, ante la concentra- ción de Alféreces Provisiona- les convocada al efecto el 27 de mayo de 1962 en el cerro de Garabitas de la Casa de Campo, fue más contunden- te al decir aquello de «todo quedará atado y bien atado, bajo la guardia fiel de nues- tro ejército».
Pero el Ejército dejó de ser suyo, transfirió sus lealtades a la Constitución que nos habíamos dado y las famosas ataduras quedaron desanudadas.
Ya antes, en 1974, cuando la flebitis, el público había adquirido plena conciencia de la condición mortal de Franco y las dudas sobre la viabilidad de un franquismo sin Franco se hicieron patentes. Durante la primera transición nos preguntamos por quiénes relevarían a Adolfo Suárez, a Leopoldo Calvo Sotelo, a Felipe González, a José María Aznar, a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy.
Ahora, tras la operación especial que se propone emprender Pedro Sánchez para atar en corto a jueces y periodistas, volvemos a la primera pregunta, la del ‘después de Sánchez, ¿qué?’, y a inquirir la viabilidad de un sanchismo sin Sánchez, cuestiones más hondas y de mayor gravedad. Atentos.