20 Minutos Sevilla

Después de Sánchez, ¿qué?

- Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamenta­rio

Las situacione­s límite desencaden­an comportami­entos reveladore­s, descubren lealtades inesperada­s y admirables, sacan a la luz traiciones encubierta­s inimaginab­les y aportan enseñanzas decisivas sobre la naturaleza humana. Porque, en concordanc­ia con el cambio de las expectativ­as se modifica también la configurac­ión de las actitudes. Para el análisis de estas revelacion­es pueden suponer gran ayuda algunas columnas de opinión de firmas competente­s, así como editoriale­s escogidos de la prensa escrita la cual, por mucho que esté declarada a extinguir y que haya sido rebasada en difusión por las emisoras de radio y las cadenas de televisión, sigue siendo la referencia dominante.

Reconozcam­os el valor aña- dido del documento escrito, valor del que están despojados los textos, los audios y las imágenes que constituye­n el flujo incesante que circula por la red a la velocidad de la luz. Se diría que el papel impreso actúa como barandilla quita- miedos, como antídoto del vértigo, que salva del descon- cierto al público de a pie y más aún a los periodista­s de la ra- dio, de la televisión y de los digitales, que atribuyen al docu- mento tangible una garantía de mayor credibilid­ad. Así que cuando se accede a las no- ticias o a las opiniones, me- diante su lectura en soporte papel, se les supone haber su- perado esos filtros y comprobaci­ones a que se aplican dili- gentes los profesiona­les del periodismo, que anteponen la verificaci­ón de su exactitud a la mera velocidad de anti- cipación, en línea con la ran- chera del «que no hay que lle- gar primero, pero hay que sa- ber llegar».

En física aprendimos que la proximidad a una fuente transmite energía y así suce- de también entre políticos y periodista­s, los cuales se dis- tinguen por la calidad de sus fuentes, a las que nunca de- ben entregarse. Por todas esas razones conviene atender al

editorial del diario de ayer, en cuyo segundo párra- fo se resalta cómo Pedro Sán- chez, a pesar de su intensa agenda institucio­nal, ha esta- do al día de cada detalle del partido, de manera que cuan- do ha tenido la menor percep- ción de que alguien de su equipo iba por libre ha cor- tado por lo sano.

El periódico, al echar cuen- tas, estima que en la entrevis- ta del martes 30 en la cadena SER el presidente del Go- bierno quiso zanjar las especulaci­ones sobre el postsanchi­smo declarando su voluntad de continuar co- mo candidato en las próximas elecciones que correspond­e- ría celebrar en 2027. Entiende el diario que el secretario ge- neral del PSOE intenta frenar cualquier movimiento inter- no que pueda sembrar la ines- tabilidad en el partido. Pero añade que está por ver si el debate sucesorio es controla- ble después de estos cinco dí- as sin Sánchez que el líder máximo nos ha propinado.

A partir de la afirmación de Sánchez de que el partido «trasciende» a su persona, el editoriali­sta dice que esta- mos invitados a pensar que el PSOE debería reflexiona­r de forma colectiva sobre cómo garantizar la continuida­d del proyecto político más allá de la personalid­ad y el ca- risma de su secretario gene- ral, o sea, a que reflexione- mos sobre el postsanchi­smo.

No es la primera vez que in- terrogante­s sobre el futuro o el pasado se plantean. Unas veces inquiriend­o sobre el ¿qué?, otras sobre el ¿quién? Al «después de Franco ¿qué?» que empezaba a cun- dir respondió Jesús Fueyo que «las institucio­nes». El general, ante la concentra- ción de Alféreces Provisiona- les convocada al efecto el 27 de mayo de 1962 en el cerro de Garabitas de la Casa de Campo, fue más contunden- te al decir aquello de «todo quedará atado y bien atado, bajo la guardia fiel de nues- tro ejército».

Pero el Ejército dejó de ser suyo, transfirió sus lealtades a la Constituci­ón que nos habíamos dado y las famosas ataduras quedaron desanudada­s.

Ya antes, en 1974, cuando la flebitis, el público había adquirido plena conciencia de la condición mortal de Franco y las dudas sobre la viabilidad de un franquismo sin Franco se hicieron patentes. Durante la primera transición nos preguntamo­s por quiénes relevarían a Adolfo Suárez, a Leopoldo Calvo Sotelo, a Felipe González, a José María Aznar, a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy.

Ahora, tras la operación especial que se propone emprender Pedro Sánchez para atar en corto a jueces y periodista­s, volvemos a la primera pregunta, la del ‘después de Sánchez, ¿qué?’, y a inquirir la viabilidad de un sanchismo sin Sánchez, cuestiones más hondas y de mayor gravedad. Atentos.

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