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Antonio Banderas «En estos momentos de confusión el teatro es un refugio»

El actor recibe a 20minutos en el UMusic Hotel Madrid –el nuevo complejo en el que se encuentra el Teatro Albéniz– para hablar del musical ‘Company’

- ADOLFO ORTEGA cultura@20minutos.es / @aortegah

¿Qué cualidades tiene Company, la apuesta musical que ahora llega a Madrid?

Company es una reflexión profunda sobre el compromiso, la amistad, el matrimonio y todos los pecados que hay ahí en medio. Las mentiras, las hipocresía­s… Después está la figura de Stephen Sondheim –compositor de la obra–, al que conocí cuando estaba haciendo Nine; vino a verme al camerino. Para mí es un ídolo, un músico al que en el futuro se le reconocerá todavía más por la extensa obra que ha dejado.

De A Chorus Line a Company y ahora también Godspell, estrenado recienteme­nte en Málaga. ¿Marcan estos musicales su línea a seguir?

Yo quería traer un teatro musical que no se había visto realmente en España, donde la palabra teatro pesa mucho. El teatro sirve para muchos propósitos, como el arte en general, pero quería buscar los pilares del teatro musical norteameri­cano, con el que tengo una relación muy buena por haber estado un año en Broadway y haber hecho Evita en cine. Me pareció muy interesant­e abrir con A

Chorus Line, porque cuenta la historia de un montón de actores en una audición sobre el escenario. Era muy bonito abrir un teatro con esas historias. Este paquete de musicales es una forma de actuar que hemos elegido en el Teatro del Soho Caixabank de Málaga.

¿Cómo es el personaje de Bobby, al que interpreta en Company?

Todos hablan de Bobby como el amigo encantador, soltero, que puede hacer las cosas que nosotros no podemos. Todas las mujeres están enamoradas de él, pero Bobby es un egoísta que no ha sabido compromete­rse porque piensa que pierde mucho más en el compromiso de lo que gana. El tiempo pasa también para él y la soledad elegida ya es soledad impuesta. Y ahí vienen las hostias. Quiere parar el tiempo, pero el tiempo descubre cosas que algunos descubrimo­s ya a cierta edad, cuando solo cabe la verdad.

Su vida parece marcada por el musical desde que con 15 años asistió a una función de Hair. ¿Cuáles son sus recuerdos de aquel momento?

Fue increíble, pero no ya por los aspectos teatrales, sino sociales. Es que Hair llegó a Málaga en el año 76, ¡con Fraga Iribarne siendo ministro del Interior! Uno dice ‘¿pero estos locos cómo consiguier­on el permiso?’. Recuerdo que había una escena en la que se abría un paracaídas en el escenario, los tapaba a todos y se levantaba el paracaídas y estaban todos en bolas, con dos chicas americanas embarazada­s ahí. ¡Aquello en el año 76! Y todo con música de rock and roll.

¿Qué echa de menos de aquel Madrid que lo acogió cuando llevaba 15.000 pesetas en el bolsillo?

Había un ambiente muy creativo en aquella época, y una decisión clara y concluyent­e de no mirar al pasado. Todo era muy colorista, lleno de personajes brillantes. Era un ambiente no de perdón, sino de desprecio a un pasado con el que no nos identificá­bamos. Estaba la idea de tener un presente mejor y, desde luego, un futuro también mejor.

Poner en marcha un proyecto de la envergadur­a del Teatro del Soho en la ciudad de Málaga, ¿es un afán por regresar al origen de todo?

Probableme­nte haya algo de eso, de Ítaca en toda esta historia, pero realmente tiene que ver con el ataque al corazón. Lo he repetido muchas veces y me pongo muy pesado, pero es verdad. Cuando tengo un ataque al corazón el 25 de enero de 2017 me sitúo en una posición distinta y, sin ningún tipo de esfuerzo, las cosas que no me eran necesarias desaparece­n y queda lo esencial. Entre esas cosas esenciales quedó el teatro y también la nostalgia de no haber hecho lo que hubiese querido hacer durante muchos años: más teatro.

¿Hacia dónde va su carrera cinematogr­áfica en este momento de transición?

Pues tú lo has dicho, estamos en medio de una transición. Cada vez surgen más plataforma­s, cada vez hay más producto, más películas y series. Afortunada­mente, eso da trabajo a mucha gente y en el aspecto laboral está muy bonito, pero ¿la calidad se mantiene o nos hemos metido en una factoría de hacer películas y series? Es un mundo distópico. No lo sé, sinceramen­te, pero en estos momentos de confusión el teatro es un refugio maravillos­o.

Recordando su debut en el Teatro María Guerrero, en aquella La vida del rey Eduardo II, ¿se plantea regresar al teatro clásico en algún momento?

Sí. No solo vamos a hacer teatro musical, ni mucho menos. Ahí hay grandes títulos a los que me gustaría hincar el diente, a lo mejor no como actor pero sí como director. La vida es sueño, por ejemplo, de Calderón de la Barca, ¡es un caramelazo! Yo creo que es el mejor teatro que se haya escrito en la historia. ¡Ni Shakespear­e! Calderón es el gran filósofo y el mejor castellano jamás escrito. Me acuerdo de que en unos Globos de Oro [ríe] salió Ricky Gervais a presentarn­os a Salma Hayek y a mí e hizo una crítica sobre nuestro inglés. Un chiste que a mí no me gustó y a Salma tampoco. No le dije nada a Salma, pero yo salí, agarré el micrófono ¡en Hollywood! y comencé: «En esta apacible quinta / adonde el Mayo gentil / los países que el Abril / dejó bosquejado­s pinta...» [recita un fragmento de La hija del aire, de Pedro Calderón de la Barca]. Me acuerdo de Meryl Streep y todo el mundo flipando y yo dije: «Este es el castellano más culto de la historia». ●

«El musical ‘Hair’ fue increíble, pero no ya por los aspectos teatrales, sino por los sociales»

«Tras el ataque al corazón, las cosas que no me eran necesarias desaparece­n y queda lo esencial»

«‘La vida es sueño’ es el mejor teatro que se haya escrito en la historia. ¡Ni Shakespear­e!»

20M.ES/CULTURA

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