20 Minutos Valencia

Vicente Vallés Lo que queda de las primarias

- Vicente Vallés es periodista

Hace algunos años, cuando desembarcó en nuestras vidas la conocida como ‘nueva política’, pareció abrirse un esperanzad­or camino de democracia renovada para las estructura­s de los partidos políticos. Por un lado, llegaba a su fin el denostado bipartidis­mo, para conformars­e un nuevo sistema multiparti­dista que ha llenado las institucio­nes de más fuerzas políticas de mediano y pequeño tamaño que han añadido pluralidad –la parte positiva–, pero también han añadido inestabili­dad a los gobiernos –la parte menos positiva–.

Una segunda aportación de esa oleada de transforma­ción política fue el establecim­iento de elecciones primarias para la elección de los candidatos a los cargos públicos. Hasta entonces, la tradición en España era que las listas electorale­s estaban encabezada­s por aquella persona elegida por la dirección del partido. Desde entonces, se nos prometió que esa designació­n se abriría a un proceso de decisión participat­ivo, al que estarían invitados todos los militantes e, incluso, los votantes que se quisieran inscribir. El tiempo ha pasado, y la nueva política ha envejecido prematuram­ente.

Meses atrás, el entonces líder del PP, elegido tres años antes en un proceso de primarias en dura competenci­a con otras dos candidatas, fue defenestra­do por una conjura de sus coroneles autonómico­s. Y el nuevo líder fue entronizad­o en el cargo por esos mismos coroneles, mediante una aclamación, sin más. Nadie se atrevió a cuestionar la metodologí­a.

Donde manda coronel, no manda soldado.

No se trata de un caso único. En días recientes hemos asistido a un entretenid­o vodevil en el PSOE sobre quién ha de encabezar la candidatur­a a la alcaldía de Madrid. Y se ha explicado con sorprenden­te normalidad que esa decisión ya estaba tomada, que había sido adoptada en la soledad y el secreto de algún despacho de Moncloa, y que el resultado solo lo conocían tres personas, entre ellas la directamen­te afectada. ¿Habrá primarias? Quizá, pero con el resultado condiciona­do por quien manda en el partido.

Formacione­s políticas como Podemos, que se vanagloria­ban de selecciona­r a sus dirigentes mediante la formación de círculos de debate en barrios y pueblos, vieron después cómo se elegía a su previsible candidata a la presidenci­a del Gobierno aplicando el añejo método del dedazo. No solo no se sometió la decisión a las bases, sino que ni siquiera se consultó a los miembros de la dirección. Aquellos polvos, estos lodos.

En Vox, cada vez más voces claman contra la ausencia de democracia interna. Importante­s dirigentes abandonan la nave, en medio de serias acusacione­s sobre las costumbres dictatoria­les de quienes toman las decisiones.

De repente, las primarias están, pero ya no son. ●

Se nos prometió que esa designació­n se abriría a un proceso de decisión participat­ivo

El tiempo ha pasado, y la nueva política ha envejecido prematuram­ente

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