Centrifugación: coste-beneficio
El martes la sesión plenaria del Senado, donde se sustanciaron las preguntas al presidente Pedro Sánchez, y, en particular, la planteada por el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, dejó a la vista que la dinámica de polarización política, en la que ahora estamos inmersos, responde a fuerzas centrífugas que la activan y retroalimentan. El resultado de la centrifugación es desertizar el centro, que es el lugar geométrico donde encuentra acomodo la mayoría en cualquier sociedad articulada sobre bases de convivencia, que obedece a fuerzas centrípetas. El predominio de las fuerzas centrífugas que incentivan odios y fervores incendiarios nos desliza por la pendiente de la patología.
Bismarck sostenía que «quien domina Bohemia, domina Europa» y, de modo análogo, hasta hace unos años, se aceptaba la validez del principio según el cual «quien ganaba el centro ganaba las elecciones». Por eso los estrategas de las campañas, en línea Beaufre, convencidos de que en materia psicológica era posible apropiarse de posiciones abstractas. En el centro político era donde residía la victoria porque, a diferencia del centro geométri- co que es, por definición, inextenso, el centro político era capaz de albergar la franja más amplia del censo de población.
En la tribuna de prensa del Senado, la sesión del martes permitía comprobar el predominio de los antagonismos. Se escenificaba la sesión de control y la primera pregunta a Sánchez la formulaba Feijóo, que prefirió los caminos más trillados y se entregó a mencionar el rosario de incumplimientos y la retahíla de desaciertos que asquean a un sector creciente de la población. Quien mucho abarca poco aprieta y la pregunta omnicomprensiva de Feijóo daba todas las facilidades al presidente interrogado para que se escapara ileso, devolviéndole de paso otra tanda de improperios que dejaban un retrato infernal del PP y de la derecha española. Preocupa la falta de destreza parlamentaria, que ni los unos ni los otros sean capaces de hacer sus preguntas o de eludir sus respuestas sin dejar de leer los papeles que traen de casa. ¿Imaginan los lectores cómo serían las sesiones si se privara a los senadores de esos andadores de papel?
Los errores son tan de bulto que nos hacen volver la vista al Atlas de la evolución del analfabetismo en España de la historiadora Mercedes Vilanova, quien combate la estigmatización del analfabeto y rechaza que se le considere anormal. Vilanova sostiene que el analfabetismo no equivale a ignorancia y pone de relieve su capacidad de adaptación y supervivencia en situaciones difíciles. En el Senado hay ocasiones que permiten confirmarlo.