Las conductas suicidas entre los menores aumentaron en la pandemia
Casi 10.000 han sido ayudados por ANAR en la última década y solo un 44% ha recibido tratamiento psicológico
DANIEL VERDÚ LÓPEZ
La Fundación ANAR ha ayudado entre 2012 y 2022 a 9.637 menores que expresaron conductas suicidas, de los cuales 3.097 ya habían iniciado el intento de suicidio cuando contactaron con la organización; el 63,8% se concentró en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia. En esta década, solo el 44% de los niños o adolescentes con conductas suicidas ha recibido tratamiento psicológico.
Son algunos datos que esta entidad sin ánimo de lucro presentó ayer en su Estudio sobre conducta suicida y salud mental en la infancia y la adolescencia en España (2012-2022), que analiza en profundidad la conducta suicida de los menores atendidos en este tiempo en 589.225 llamadas y mensajes de chat.
Los casos atendidos en ANAR por ideación suicida –pensamientos sobre quitarse la vida– se han multiplicado por 23,7 en diez años y los intentos de suicidio, por 25,9, explica la fundación en su informe. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 se produjeron 314 suicidios de menores de edad, y en 2021 ANAR atendió a un total de 748 niños y adolescentes que en el momento de la llamada estaban intentando terminar con sus vidas.
«Las estadísticas de suicidio de menores serían aún más escalofriantes en España si ANAR no hubiese salvado a esos casi 750 niños y adolescentes y a los 1.961 más que atendimos cuando ya estaban planificando su suicidio», asegura Benjamín Ballesteros, director de Programas de la organización, que desde el año 1970 se dedica a la promoción y la defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo.
En este estudio se han identificado cinco perfiles de niños, niñas y adolescentes con conducta suicida, siendo el principal el de una mujer adolescente de entre 13 y 17 años, de familia migrante, que cuando se puso en contacto con ANAR ya había iniciado el intento de suicidio y que presenta bajo rendimiento escolar. También sufre problemas de salud mental, principalmente autolesiones, tiene antecedentes de fuga y ha sido víctima de agresión sexual.
En el caso de los menores de 12 años, con un rendimiento escolar alto, exponen como motivación el acoso escolar que sufren. Tener menos de 10 años,
padecer alguna discapacidad, provenir de familias migrantes o formar parte del colectivo LGTBIQ aumenta el riesgo de intento o ideación suicida, concluye la fundación. Desde ella explican que no existe una motivación objetiva para el suicidio, pero sí problemas asociados que el menor no sabe cómo resolver. La violencia contra el menor (60,9%) y la salud mental (27,4%) son los problemas más destacados de los asociados a la conducta suicida, que además han sufrido un incremento en los últimos años, pasando de un 17,9% en 2019 a un 34,5% este mismo año.
Entre todas las violencias, las más frecuentes son el acoso, ciberbullying y otras dificultades en el ámbito escolar (21,4%), el maltrato físico (14,7%), el maltrato psicológico (10,4%), la agresión sexual (7,2%) y la violencia de género (3%). En salud mental, hay tres grandes problemas asociados a la conducta suicida: autolesiones (13,7%), problemas psicológicos (8,7%) –tristeza, ansiedad y trastornos de la alimentación– y problemas de conducta (4,4%).
Los problemas detectados en más de dos tercios de las consultas por conducta suicida tienen una duración superior al año (68,4%) y se producen con una frecuencia diaria (70,2%). Son casos graves (86,2%) y urgentes (72,6%), porcentajes que han crecido en estos diez años, una subida más marcada en el periodo posterior a la pandemia, con un incremento de la gravedad alta del 221% entre 2019 y 2022 y del 305% en el caso de la urgencia alta. ●