El sindicato del crimen
Fue en las postrimerías del felipismo cuando un eximio periodista acuñó la expresión «sindicato del crimen», en referencia a un grupo de periodistas que publicaban casos de corrupción que afectaban al PSOE. No existían entonces expresiones como fake news o pseudomedios, pero se utilizaban vocablos similares para denigrar el trabajo de las cabeceras.
La semana pasada PSPV y Compromís solicitaron a la alcaldesa de Valencia información sobre las ayudas y publicidad a medios digitales desde que el PP tomó las riendas del Ayuntamiento. Nada que objetar hasta aquí. Lo censurable es que solo pidan datos de algunas cabeceras, que quedan marcadas como mala prensa. Escuchar a políticos pontificar sobre ética periodística es preocupante. Hacer a la prensa responsable del clima político que vive el país es llegar muy lejos.
En el Cádiz de la Guerra de la Independencia, se dijo que la calificación de los escritos no era objeto del interés del Gobierno porque, como recordó el diputado José Miguel Guridi y Alcocer, «uno de los fines de la libertad de la imprenta es la enmienda de los defectos de los gobernantes».
PSPV y Compromís pueden estar preocupados por el tono de ciertas cabeceras, ocurrió igual en el Cádiz de las Cortes, cuando el diputado Álvaro Flórez de Estrada afirmó: «Los únicos reparos que contemplo se pueden hacer contra la libertad de la imprenta son la propagación de malas doctrinas y el temor de las calumnias». Pero para combatirlas están los tribunales, no las listas negras. ●