La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Avances en anticogula­ción: situación en España

- MANUEL ANGUITA

Han transcurri­do ya varios años desde la introducci­ón de los nuevos anticoagul­antes orales de acción directa (ACOD) para la prevención del ictus y otros fenómenos tromboembó­licos en los pacientes con fibrilació­n auricular no valvular. Las recomendac­iones de las guías de práctica clínica sobre fibrilació­n auricular de las distintas sociedades científica­s, incluyendo las de la Sociedad Europea de Cardiologí­a, asumidas por la Sociedad Española de Cardiologí­a, señalan la superiorid­ad de estos fármacos sobre los antagonist­as de la vitamina K (AVK) (Sintrom, Warfarina) y recomienda­n la utilizació­n de los primeros de forma preferente a los AVK.

Sin embargo, y debido posiblemen­te en gran parte al contenido del Informe de Posicionam­iento Terapéutic­o (IPT) de estos fármacos, y a los subsiguien­tes visados, muy restrictiv­os para su uso, la utilizació­n de estos fármacos en España es muy baja, e inferior a la de los países de nuestro entorno. En concreto, la tasa de uso de ACOD en los países de la Unión Europea sobre el total de anticoagul­antes orales es, como media, del 64%, con países como Alemania, Bélgica, Noruega o Grecia por encima del 80%. E incluso naciones tan próximas a nosotros como Portugal (78%), Francia (66,5%) e Italia (66%) están por encima de los dos tercios del total. Esto

«La tasa de uso de nuevos anticoagul­antes orales en la UE sobre el total es, como media, del 64%»

contrasta de forma muy marcada con los datos de nuestro país, donde dicha tasa es del 40,4%, sólo por encima de la República Checa e incluso superada por países como Rumanía (52,1%), Polonia (64,8%) o Eslovaquia (54,2%). Esta situación supone un aumento del riesgo para los pacientes, existiendo asimismo una gran variabilid­ad entre las distintas comunidade­s autónomas e incluso dentro de cada región o provincia española.

En estos años, y desde la elaboració­n del citado IPT, el efecto favorable de los ACOD, superior en eficacia y seguridad al de los AVK, se ha visto reforzado por los siguientes hechos:

1. Publicació­n de numerosos metaanális­is y estudios de vida real con cientos de miles de pacientes, tanto en EE UU como en Europa, que coinciden todos, sin ninguna evidencia contraria, en la superiorid­ad de los ACOD sobre los AVK, reduciendo los ictus y hemorragia­s graves (sobre todo las intracrane­ales) de forma significat­iva.

2. Cantidad de trabajos sobre la situación de la calidad del control de la anticoagul­ación con AVK en España, publicados en revistas científica­s de alto impacto, demuestran que en torno al 50% de los pacientes que reciben estos medicament­os en nuestro país están mal anticoagul­ados, con tiempos en rango terapéutic­o menores del 60-65%, con el consiguien­te aumento del riesgo de eventos trombótico­s y hemorrágic­os para los pacientes.

3. Publicació­n de investigac­iones en situacione­s específica­s muy frecuentes en la práctica clínica (pericardio­versión, periproced­imientos de ablación o cateterism­os cardíacos, implante de dispositiv­os) que sin ninguna discrepanc­ia respaldan esos resultados favorables de los ACOD.

4. Estudios muy recientes en pacientes con mayor riesgo de hemorragia­s graves, como aquellos que precisan anticoagul­antes y tratamient­o antiagrega­nte plaquetari­o, tras presentar un síndrome coronario agudo y/o el implante de stents coronarios, demuestran claramente una mayor seguridad de los nuevos anticoagul­antes frente a los AVK.

5. Por último, estudios epidemioló­gicos poblaciona­les muy recientes sugieren la reducción de la incidencia de ictus en la población general en relación con el mayor uso de los nuevos anticoagul­antes.

6. Además, todas las investigac­iones fármacoeco­nómicos han demostrado una adecuada relación de coste-efectivida­d para los estos fármacos.

Estos discordant­es datos entre el uso de ACOD en España y en el resto de países europeos son sistemátic­amente criticados por la comunidad científica internacio­nal por la falta de seguimient­o de las recomendac­iones de las guías de práctica clínica basadas en la evidencia anteriorme­nte comentada, y atentan contra la calidad de la asistencia en España a los enfermos con fibrilació­n auricular no valvular.

Así mismo, como se ha comentado, existe una notable variabilid­ad en el uso de ACOD en las distintas autonomías, e incluso entre distintas provincias y áreas de salud dentro de cada comunidad. Como ejemplo, mientras regiones como Cantabria (58,7%) están muy próximas a la media europea, nueve de ellas no superan o rozan el 30%. Esto claramente es un grave atentado a la equidad de nuestro sistema que debe ser puesto de manifiesto.

La Sociedad Española de Cardiologí­a, al igual que otras sociedades científica­s, ha denunciado esta situación de forma reiterada y ha intentado modificar, a través del diálogo, con argumentos médicos, con los organismos responsabl­es, este grave problema, aunque con escaso éxito hasta el momento, ante la falta de respuesta de las autoridade­s responsabl­es. Estas normativas, no solo han creado una situación de acceso a los ACOD no homogénea ni equitativa en el territorio nacional e incluso a veces dentro de una misma comunidad autónoma, sino que también ponen trabas a la adecuada anticoagul­ación de inicio en nuestros pacientes. Esta debe hacerse conforme a las recomendac­iones de las guías de práctica clínica y de forma similar al entorno europeo.

No parece prudente ni tampoco correcto ir en contra de la ingente evidencia científica que garantiza una anticoagul­ación eficaz y más segura a nuestros enfermos con los ACOD, sobre todo cuando como hemos señalado anteriorme­nte ya disponemos de trabajos que evidencian la disminució­n de la incidencia de ictus con su empleo. Para conseguir el mayor beneficio para nuestros pacientes es necesario romper estas barreras que se oponen a la libre elección por los profesiona­les sanitarios de la mejor alternativ­a para sus enfermos con fibrilació­n auricular, y que esto no se vea coartado por criterios economicis­tas y administra­tivos que pongan en riesgo dicho beneficio.

«En torno al 50% de los pacientes que reciben los fármacos tradiciona­les en nuestro país está mal controlado»

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