La Razón (Madrid) - A Tu Salud
El silencio
Me duele el ruido cada vez más, porque cada día que pasa en estas ciudades de la furia y la tecnología, hay más estruendo. Las máquinas hablan a base de sonidos, pitan para avisar, para existir. Los jóvenes con sus auriculares dentro del oído se están quedando sordos. No sienten el dolor. Y en las teles meten fondos musicales que silencian las voces humanas, incluso las inhumanas. Los personajes entonces suben el volumen por encima de la música y del ruido y gritan. Gritan para ser escuchados sin escuchar. Gritamos. Grita el mundo, pero grita a la nada. No grita para decir: nos estamos muriendo de contaminación en la tierra, mar y aire. No grita para hacer callar a los mentirosos. No grita para que se vayan los corruptos. No grita para despertar a los sumisos. No grita para pedir auxilio por los pobres o los refugiados. No grita para poner en sus sitio a los poderosos. No grita para paralizar a los violentos. No grita para pedir justicia. No grita para pedir silencio. Si gritáramos para eso y consiguiéramos que por un par de minutos parase el ruido absolutamente, nos daríamos cuenta de lo enfermos que estamos. Dicen que la palabra ruido proviene de la palabra latina nausia, (repugnancia o náusea) o de la palabra noxia, que significa dolor, daño o lesión. Sobrevivimos a nuestra autodestrucción.
Los maestros espirituales siempre han enseñado la meditación en silencio.
Los santos la han buscado desesperadamente. Ahora los científicos nos aseguran que el cerebro ante esta avalancha de ruido produce niveles extremos de hormonas de estrés. Incluso cuando estamos durmiendo. El silencio, por el contrario, es sanador. ¿No han tenido una gran sensación de alivio cuando se produce un silencio inesperado? Aún cuando no notábamos el ruido. Pues la ciencia ya lo receta. El cerebro reconoce el silencio y responde poderosamente. Dos horas de silencio al día provocaban el desarrollo de la memoria y los sentidos.
«El cerebro, ante esta avalancha de ruido, produce niveles extremos de hormonas de estrés»