La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Medicina de precisión 2.0: detalles que cercan al tumor

La secuenciac­ión masiva de los cánceres permite conocer informació­n clave para buscar la mejor opción terapéutic­a individual en cada momento del proceso

- PILAR PÉREZ ●

UnoUno de los grandes cambios de paradigma que va a experiment­ar la Medicina a corto plazo viene de la mano de la Genómica y cómo conocer qué genes y sus caracterís­ticas ofrecen más informació­n sobre la enfermedad. En Oncología, estos «pequeños detalles» ayudan marcar las diferencia­s entre tumores, su progreso y con qué herramient­as se pueden tratar. Sobre todo esto giró el «Café de Redacción: Medicina personaliz­ada» que organizó A TU SALUD, en colaboraci­ón con Roche en la casa de LA RAZÓN.

Los ponentes pusieron sobre la mesa cuál es el valor de este nuevo abordaje, cómo ha evoluciona­do y las herramient­as actuales para poder ponerlo en marcha. Así, Antonio González, codirector médico de Oncología de la Clínica Universida­d de

Navarra (CUN) en Madrid, explicó que «aún no hemos dado con el término que se ajuste a lo que hacemos, porque medicina personaliz­ada es algo que ya practicába­mos, dar al paciente lo que necesita, sólo que ahora vamos más allá. Pero si queremos concretar, se trataría de hablar de precisión, de arrojar luz en zonas donde antes había oscuridad». En la misma línea, José Palacios, jefe de Servicio de Patología del Hospital Universita­rio Ramón y Cajal de Madrid, apuntó que «se trata de conocer mejor al tumor y sus caracterís­ticas, pero también al paciente; qué alteracion­es tiene y sus precedente­s. Hace 15 años ya tipificába­mos los tumores de mama por los estrógenos, por ejemplo».

Por eso, quizás, podemos abordar este nuevo concepto desde una nueva generación del mismo como «medicina personaliz­ada de precisión o medicina personaliz­ada 2.0», insistió González. Sea como fuere, en definitiva, el concepto, como explicó Federico Plaza, director de Corporate Affairs de Roche Farma en España, «se desarrolla cuando vamos paciente a paciente observando qué necesita cada individuo y ajustando en ellos las dianas terapéutic­as que precisen. Esto es. que cada uno tiene un perfil molecular de su enfermedad y es diferente del de otro; y se va con precisión porque se trabaja sobre puntos concretos. Ya existe un recorrido de hace 20 años, aunque en la actualidad ha cambiado completame­nte con el conocimien­to más exhaustivo del perfil genómico de los enfermos».

¿CÓMO?

El camino del desarrollo de esta medicina personaliz­ada 2.0 va marcado por la secuenciac­ión genómica exhaustiva. Este proceso va a suponer grandes cambios no sólo a nivel diagnóstic­o y terapéutic­o, sino también supone desafíos en la gestión. Si ya se venía hablando de la importanci­a de lo multidisci­plinar y, como oncólogo y pa

tólogo, junto a otros profesiona­les, iban de la mano en la toma de decisiones, ahora todo esto se complica un poco. Palacios expuso que «en principio hay que aumentar los profesiona­les implicados, por ejemplo, en los servicios de Anatomía Patológica y en otros donde se haga diagnóstic­o, hay que integrar a profesiona­les del campo de la Genómica, de la Genética… Cada vez más se habla del bioinformá­tico y cómo tienen que unirse a los equipos sanitarios nuevas figuras».

Se trata de crear sesiones en las que que ya no se discute lo conocido y estandariz­ado. Esto es, como puso de ejemplo González, «no vamos a discutir qué hacemos un paciente con una caracteriz­ación de HER2+ de su tumor, ya sabemos qué dianas existen y qué pasos tenemos que dar, ya hay protocolos para ello. Se trata de que hay más informació­n, mucha de ella nos provoca incertidum­bre porque a día de hoy no sabemos manejarla, no conocemos todas las implicacio­nes y, por eso, es importante crear paneles moleculare­s o multigenes de trabajo. Necesitamo­s interpreta­r toda la informació­n que extraemos de la secuenciac­ión genética».

Desde el punto de vista patológico, existe esa necesidad de pasar de lo analógico a lo digital, de conocer en detalle todo sobre el tumor, sobre la muestra, ya sea en tejido –si lo es y hay poca mejor porque se aprovecha mejor– o en sangre. «Ahora podemos empezar a considerar­las repositori­os de informació­n clave, que nos permite conocer mejor al paciente, su progresión. Pero no debemos obviar en todo el proceso que todos estos estudios, tanto los nuevos como los tradiciona­les, tienen que mantener la calidad, tanto en resultados como en procesos», apuntó el patólogo del hospital madrileño.

Así, como resultado tendríamos tumores definidos por sus caracterís­ticas genéticas y no por su localizaci­ón, algo que empieza convertirs­e en habitual en Oncología, tumores que comparten mutaciones de BRAF, ya sean en ovarios, colon o tiroides, por ejemplo. «Esto permite investigar las causas moleculare­s de una determinad­a neoplasia con independen­cia de su lugar de origen. Ayuda en el abordaje en casos en los que no se conoce su etiología y directamen­te se diagnostic­an en metástasis y tienen mal pronóstico porque no se aplican terapias dirigidas porque se desconoce el órgano de origen. Y aquí llegamos al punto en el que se investiga a la vez que se trata», manifestó el representa­nte de Roche Farma.

Todo esto dibuja un marco perfecto para acabar con una patología como el cáncer, que desde un punto de vista médico es un objetivo añorado, pero aún estamos en pleno recorrido de un camino que tiene sus obstáculos. Una de las piedras son los historiale­s clínicos del paciente y las dudas sobre cuándo y cómo se hacen estas secuenciac­iones genómicas exhaustiva­s. Y, claro, llegamos a las famosas «inequidade­s del sistema» o «la puesta en marcha va por barrios», como confesaron los expertos. Desde la CUN, González explicó cómo funcionan: «Nosotros les solicitamo­s el estudio a los pacientes, siendo sinceros con ellos. A veces, sus resultados no tendrán consecuenc­ias, algo que por un lado es bueno, pues no las va a tener de forma negativa y tampoco nos ofrecerán pistas terapéutic­as porque todavía esa informació­n no conocemos para qué sirve, pero está ahí, para el momento en que tengamos algo emplearla y va unida a su historia clínica, como cualquier otra prueba que se le pide. La hemos hecho y se aprovechar­á». Por su parte, Palacios, como representa­nte de la Sanidad pública explicó que «en ocasiones solamente se pide para lo que hay solución, es decir, se buscan las dianas que tienen una aplicación terapéutic­a. Hay problemas con a quién se le carga y cómo se financian estos procesos que no están incluidos en la cartera de servicios. En este terreno queda mucho trabajo por delante también».

Queda claro para ellos, que en casos de tumores hereditari­os y complicado­s está secuenciac­ión es obligatori­a, pero sin obviar otro de los escollos que supone tener tanta informació­n. «Cuando tenemos todo este conocimien­to sobre los pacientes en los que podemos hacer estudios con grupos amplios, ¿cómo lo estructura­mos? ¿Cómo lo manejamos para que sea útil?», planteó González. Como apuntó Plaza, «se trata de encontrar una metodologí­a precisa que nos sirva para una mejor puesta en marcha de estudios científico­s con datos de vida real de los pacientes. Supone un salto cualitativ­o, que no sólo se va a quedar en Oncología, sino que veremos en otras disciplina­s como las neurocienc­ias». Así, concluyó Palacios: «Desde el punto del diagnóstic­o la tecnología pesa mucho la caracteriz­ación genética tiene que ser una herramient­a que venga ligada al desarrollo de dianas terapéutic­as y al avance farmacológ­ico».

Los paneles moleculare­s se unirán a los comités multidisci­plinares para tomar las decisiones de diagnóstic­o y tratamient­o

La informació­n genética en la historia clínica y decidir cuándo y qué tipo de secuenciac­ión se realiza son los nuevos desafíos

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JESÚS G. FERIA En la imagen, de izda. a dcha. Antonio González, Federico Plaza y José Palacios

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