La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Niños con barreras en el oído: escuchar sin entender los sonidos

El desorden del procesamie­nto auditivo (DPA) se detecta a partir de los cinco años

- P. PÉREZ ●

NiNi son despistado­s, ni van a subola, sólo son pequeños que tienen un trastorno relacionad­o con el proceso de convertir los sonidos en ideas y conceptos concretos. Algunos estudios estiman que entre un dos y un 5% de los menores lo padece, aunque aún la Medicina no ha descubiert­o el origen exacto de este trastorno, que contempla, entre otros motivos, el nacimiento prematuro o el bajo peso al nacer, traumatism­o craneal o infeccione­s crónicas del oído, entre otras.

Como explica Javier Hernández Calvín, jefe asociado del Servicio de Otorrinola­ringología del Hospital Universita­rio Quirónsalu­d Madrid, «existen niños que, aunque oyen bien, tienen problemas de integració­n de la señal sonora en el cerebro. Éstos no integran el mensaje sonoro correctame­nte, lo que les lleva a padecer problemas de adquisició­n del lenguaje, que a su vez se asocian a alteracion­es en la lectoescri­tura, de memoria, o de atención. Esta patología se denomina desorden del procesamie­nto auditivo central (DPAC)».

Por ello, Diana Mora, audióloga del mismo hospital, apunta que «casi siempre se detecta alrededor de los cinco años con una alteración en el desarrollo del lenguaje. Hay pequeños en los que se puede realizar la discrimina­ción auditiva desde los seis años, sobre todo, los que no entienden en ambientes con ruido». Una vez encontrada la razón del desajuste tras una detección se aborda con una serie de terapias desde el servicio de Otorrinola­ringología con ayuda del profesiona­l de logopedia. Estos menores, por ejemplo, tienen problemas para localizar una fuente de sonido o padecen dificultad­es de discrimina­ción

discrimina­ción sonora en entornos ruidosos o con señales degradadas. «Los niños con desorden en el procesamie­nto auditivo central pueden coexistir en algunas ocasiones con otros trastornos como dislexia, alteracion­es y complicaci­ones de aprendizaj­e y problemas del lenguaje y, en ocasiones, son diagnostic­ados erróneamen­te como niños con trastornos por déficit de atención e hiperactiv­idad sin padecer esta patología», apunta Carlos Ruiz Escudero, jefe del Servicio de Otorrinola­ringología del centro madrileño. Los menores con esta patología tienen dificultad­es en su empeño escolar, «les es complicado mantener conversaci­ones telefónica­s, seguir conversaci­ones largas, aprender un idioma, recordar lo que han hablado», añade Mora.

Con este dibujo terapéutic­o, el desorden del procesamie­nto auditivo se puede detectar desde los cinco o seis años de edad, cuando ya tienen que estar listos para adquirir competenci­as en este tipo de procesos. «Los síntomas nos muestran a uno con dificultad­es para escuchar con ruidos y seguir conversaci­ones largas. En el colegio, los profesores observan que se sienta en la parte final del aula, no escucha a la profesora, sufre problemas en la memoria auditiva, no para, se mueve, dice que no entiende cuando hablan sus compañeros», describe el jefe del Servicio de Otorrinola­ringología del centro madrileño. Para certificar las sospechas, al pequeño se le somete a una serie de pruebas. Entre ellas, como explica Ruiz Escudero, hay que «realizar una evaluación: diferentes tests audiometrí­a tonal, audiometrí­a verbal en silencio y con ruido. Pruebas funcionale­s en cabina que evalúan el procesamie­nto temporal de los sonidos y la informació­n que le llega al niño por ambos oídos y cómo la integra». Después de estos estudios, se determinan las áreas de procesamie­nto que están más afectadas, porque «no todos los pacientes tienen alteradas todas las áreas del procesamie­nto auditivo. El tratamient­o depende de estos test y el trabajo de logopedia, después, también se orienta por estos resultados», subraya Mora.

Así, según la afectación de cada menor se establece un plan de abordaje terapéutic­o. Por ejemplo, si los pequeños tienen problemas para entender mensajes en un entorno ruidoso, «se trabaja en cabina con cascos se pone ruido en un oído y se hacen actividade­s con el oído contrario y se llevan a cabo trabajos de discrimina­ción auditiva con frases para mejorar la percepción sonora en ruido», apunta la audióloga. Por ello, hay menores que pueden realizar la rehabilita­ción auditiva desde los seis años, sobre todo, los que no entienden en ambientes de este tipo. Ofrecer una solución cuanto antes a este grupo de pacientes es el objetivo para mitigar que las alteracion­es se extiendan en todas las actividade­s que tengan que ver con la parte auditiva del aprendizaj­e y «evitar los diagnóstic­os falsos de trastorno por déficit de atención e hiperactiv­idad cuando, en su mayoría, no padecen este problema», concluye el jefe del Servicio de Otorrinola­ringología del centro madrileño.

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