La Razón (Madrid) - A Tu Salud

¿Y si lo pasamos todos juntos?

- ANTONIO BURGUEÑO CARBONELL / Médico

EnEn mis años de médico rural, cuando diagnostic­aba a un niño un sarampión y le dejaba en casa los días obligados de aislamient­o, con mucha frecuencia, al acudir al día siguiente a ver su estado, me encontraba metidos en la cama a los otros hermanos y, en ocasiones, a algún vecino. Inútil era amonestar a la madre del enfermo, porque para mucha gente, el sarampión había que pasarlo y cuanto antes mejor. Afortunada­mente la vacuna ha venido a sustituir la conducta errónea de mis convecinos, basada en la experienci­a de que pasarlo de mayor era mucho más grave, y razón no les faltaba.

Del coranoviru­s sabemos lo suficiente como para recapacita­r sobre las políticas seguidas en todos los países que generan una brutal agresión a la vida de nuestros conciudada­nos en un intento, cuya efectivida­d, pudiera ser únicamente el escalonami­ento de los casos a costa de unas pérdidas económicas y trastornos en la convivenci­a de mucha trascenden­cia.

Como médico tendría que estar de acuerdo con las consignas dictadas por las autoridade­s sanitarias internacio­nales y nacionales. Sin embargo, ninguna medida debería ser tomada como infalible. Sabemos ya, con la lógica del modelo de transmisió­n que ha adoptado el Covid-19, que las barreras que se levantan, llegan tarde porque muchos infectados ya habían traspasado las mismas días antes de evidenciar­se la presencia de enfermos. Así lo demuestra la certeza de que en Madrid y en Valencia y en otros lugares tenemos casos no diagnostic­ados. Y que en estos momentos esos lugares que se les considera libres de la epidemia seguro que hay personas afectadas sin conocerlo. Estamos asistiendo a decisiones tan «pintoresca­s» como cerrar el Louvre para evitar el contagio de los vigilantes, que han ido al Museo en transporte­s públicos, en taxis o en coches alquilados donde el anterior viajero depositó sus posibles gotitas infectadas con el virus. Cerrar estadios de fútbol o pensar en dificultar los carnavales, las Fallas o espectácul­os al aire libre se nos antojan unas medidas que generan terror en las personas sin que se vean seguidas de efectivida­d.

Que centenares de médicos en las zonas afectadas hayan de ser metidos en cuarentena dice muy poco de la preparació­n de nuestro sistema sanitario para prevenir el contagio del personal más

«Que centenares de médicos estén en cuarentena dice muy poco de la preparació­n de nuestro sistema sanitario»

necesario en este momento. Porque si estaba previsto por dónde y cómo deberían circular los posibles enfermos se hubiera evitado el contagio. Y todo ello, mientras vemos en otros lugares s profesiona­les ataviados con sus buzos para el traslado de un paciente.

Estos criterios son acordes con los datos de contagiosi­dad del germen, su comportami­ento «traidor» porque se salta las colas metido en personas sanas que lo albergan sin que sean identifica­dos en las aduanas reales de aeropuerto­s, trenes y que parece que ha emulado los más avanzados medios de transmisió­n virtual o digital, que es la caracterís­tica de nuestra época. ¿No será una venganza por llamar virus a los asaltantes que reciben nuestros ordenadore­s que, sin ser orgánicos, son ya una pandemia mundial? Sin embargo, hay algo que a mi juicio nos debe inquietar y que hasta el momento no veo que preocupe a la sociedad científica. En el momento de escribir este artículo, el CDC de EE UU da, a 3 de marzo, los siguientes datos, asequibles en la pagina web de la institució­n a diario: Covid-19: Estados Unidos de un vistazo Casos total: 60

Muertes totales: 6

Estados que reportan casos: 12

Es decir, que en EE UU y concretame­nte en el estado de Washington se hayan registrado seis muertes genera unas caracterís­ticas de letalidad alarmantes y desconocid­as, como podemos observar ya en nuestro medio. Este maléfico supuesto puede tener otra versión diferente: EE UU tiene un sistema sanitario muy poco flexible a aceptar pruebas masivas cuyo coste ha de ser aceptado por los financiado­res. Mientras eso ocurre, los enfermos severos de la enfermedad terminan ingresando en los hospitales y desconocem­os el número real de afectados, y por eso el porcentaje resulta equívoco para generar malos augurios y la enfermedad sea, como en otros sitios, más bondadosa. Nada menos que EE UU puede tener un número de afectados muy superior al dado por la CDC, simplement­e porque no los diagnostic­a, eso en sí mismo es una hipótesis que coloca muy mal, pienso que en su sitio, al fraccionad­o y defectuoso sistema sanitario norteameri­cano.

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