La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Covid-19: gestionar la incertidum­bre

- JOSÉ MARTÍNEZ OLMOS Ex secretario general del Ministerio de Sanidad

LaLa alerta sanitaria internacio­nal por la pandemia causada por el coronaviru­s procedente de China, genera una obligación a todos los gobiernos del mundo para articular una respuesta preventiva y asistencia­l de enorme magnitud. En este caso, no se recuerda fácilmente una situación con los enormes impactos sociales y económicos como los que la gestión del Covid-19 nos está mostrando a nivel internacio­nal.

Las alertas pandémicas del tipo de la causada por el Covid-19 conllevan de manera inevitable la necesidad de gestionar la incertidum­bre. La incertidum­bre es una caracterís­tica propia de la aparición de una nueva enfermedad causada por un nuevo microorgan­ismo que ha mutado al pasar de animal a la especie humana y del que, en las primeras etapas de su contagio, se desconocen muchas de las caracterís­ticas clínicas y epidemioló­gicas.

Esto implica medir cuidadosam­ente las respuestas para evitar articular una excesiva movilizaci­ón de recursos sanitarios o una excesiva limitación de la movilidad y las libertades de la ciudadanía o de las relaciones comerciale­s o del funcionami­ento de las empresas. También, hay que evitar que las respuestas sean insuficien­tes y que ello condicione­s daños evitables en la salud, en la vida social y en la economía.

Esta es una cuestión clave en la gestión de este tipo de alertas. La mejor forma de actuar para acercarse lo más posible al punto de equilibrio es responder con medidas que cumplan, al menos, con cuatro criterios: por una parte, criterios basados en las evidencias científica­s (que pueden cambiar a medida que se conocen más aspectos del nuevo coronaviru­s). En segundo lugar, articular medidas que tengan el respaldo de las organizaci­ones profesiona­les y científica­s; en tercer lugar, decidir acciones con el consenso unánime de las autoridade­s sanitarias nacionales y autonómica­s y finalmente, en cuarto lugar, asegurar una transparen­cia absoluta en la comunicaci­ón de la informació­n sobre la situación que haga posible que no quede ninguna pregunta sin respuesta.

A pesar de ello, aun cumpliendo con todos esos requisitos, nadie puede garantizar que al analizar de forma retrospect­iva la gestión de crisis sanitaria no se vayan a encontrar áreas de mejora en relación a las decisiones adoptadas. Este es uno de los mayores desafíos en la gestión de las alertas de salud pública de esta naturaleza. La gestión está sujeta a escrutinio público y a evaluación para tratar de perfilar las mejores prácticas que puedan aplicarse en futuras alertas que, previsible­mente, tendremos que afrontar en cualquier momento. Si aplicamos estos criterios a la gestión de la alerta sanitaria en España, podemos decir que se están aplicando estos criterios de manera indiscutib­le.

Cabe la posibilida­d de nuevas y duras medidas. Ahora solo nos queda resaltar la importanci­a que tiene que cada persona aplique las medidas preventiva­s aconsejada­s para hacer posible nuestra contribuci­ón como ciudadanos de a pie al éxito de las medidas aplicadas, que pretenden evitar contagios y hacer que el número de ellos sea el menor posible para que los servicios sanitarios no se colapsen y puedan atender con calidad y eficacia a los pacientes más vulnerable­s.

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