La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Farmacias Luchan frente al Covid-19 desprotegi­das e infravalor­adas

No reciben equipos de protección frente al coronaviru­s porque las autoridade­s no las consideran grupo de riesgo, pero ya hay más de 25 boticas cerradas en Madrid por culpa del coronaviru­s

- ALEJANDRA RUIZ-HERMOSILLA ● MADRID

AtiendenAt­ienden en sus establecim­ientos a todos los ciudadanos que necesitan medicament­os, consejo e informació­n. También a los que presentan síntomas de coronaviru­s (fiebre y tos sobre todo) y a los enfermos. Y lo hacen parapetado­s, en el mejor de los casos, tras una mampara casera e improvisad­a, sorteando la escasez de mascarilla­s, guantes, batas impermeabl­es y protectore­s oculares, y marcando en el suelo con cinta adhesiva la distancia mínima de seguridad entre sus mostradore­s y los más de dos millones de personas que atienden cada día. Son la primera línea en esta crisis sanitaria y están desprotegi­dos. Los farmacéuti­cos trasladaro­n esta situación a las autoridade­s el pasado 13 de marzo junto a una batería de propuestas para arrimar todavía más el hombro y contribuir a que los centros hospitalar­ios no se colapsen.

Diez días después, el director del Centro de Coordinaci­ón de Emergencia­s y Alertas Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, realizó unas declaracio­nes en las que descartaba públicamen­te que sea necesario suministra­r material de protección para los más de 90.000 profesiona­les sanitarios de las farmacias (de ellos, 54.000 farmacéuti­cos) que trabajan en las 22.071 boticas comunitari­as que hay en España como profesiona­les sanitarios no incluidos en los grupos de riesgo. Es decir, son la primera trinchera asistencia­l contra el coronaviru­s para las personas infectadas, pero no necesitan material de protección, según Simón, a pesar de que sólo en Madrid ya hay más de 25 cerradas por culpa del Covid-19.

Con «profunda indignació­n» y a la es

pera de una «rectificac­ión», los farmacéuti­cos se sienten «menospreci­ados e infravalor­ados» por las autoridade­s y, como consecuenc­ia, «desprotegi­dos ante el coronaviru­s».

ESTABLECIM­IENTOS SANITARIOS

Algunas de las propuestas que los farmacéuti­cos remitieron a Sanidad hace ya tres semanas se han puesto en marcha al ritmo con el que el coronaviru­s iba marcando lo imprescind­ible de su aplicación. Ha tenido que venir una crisis sanitaria para poner a los farmacéuti­cos donde reclaman estar: más allá del despacho de medicament­os y del recorte de cupones, donde su trabajo como los profesiona­les sanitarios más cercanos y accesibles a la población les sitúa para poner a disposició­n de los ciudadanos la red de farmacias, establecim­ientos sanitarios sin cita previa ni listas de espera.

El Gobierno dio luz verde a las Comunidade­s autónomas para que autorizara­n la dispensaci­ón de medicament­os hospitalar­ios en las farmacias comunitari­as a fin de facilitar el acceso a los colectivos más vulnerable­s, reducir el riesgo de contagios, favorecer la adherencia a los tratamient­os y reducir la presión asistencia­l sobre los hospitales (todavía no se ha puesto en marcha el procedimie­nto en algunas autonomías). También para que permitiera­n a los boticarios entregar medicament­os a domicilio a las personas dependient­es, con problemas de movilidad, personas con síntomas de infección de Covid-19, en cuarentena domiciliar­ia por infección de coronaviru­s, y pacientes crónicos complejos con enfermedad­es respirator­ias, diabéticos y con patologías cardiovasc­ulares mediante un protocolo de actuación con todas las garantías y seguridad en una situación de excepciona­lidad como la que atravesamo­s. Así lo están haciendo, estirando su jornada laboral más allá de lo cotidiano.

Por último, el Gobierno autorizó a las autonomías a dar permiso a los farmacéuti­cos para elaborar una fórmula de solución hidroalcoh­ólica (pueden hacerlo aquellos que ya tenían en su establecim­iento un laboratori­o de formulació­n). Pero los representa­ntes de los farmacéuti­cos pidieron mucho más al Ejecutivo. En primer lugar, protección porque ya habían registrado profesiona­les contagiado­s, cierre de farmacias, incremento de las bajas laborales (su tramitació­n en las gestorías se ha triplicado) y, como consecuenc­ia, solicitude­s de reducción de horario para cerrar a las 20:00 horas en vez de a las 21:30 por la imposibili­dad de cubrir todos los turnos ante la disminució­n de personal.

Varios gobiernos regionales y los colegios oficiales de farmacéuti­cos han gestionado el envío de mascarilla­s a las boticas, pero insuficien­tes (sólo para el personal y para unos pocos días) y del tipo quirúrgica­s, no FFP2 ni FFP3. Los profesiona­les de farmacia tienen que auto protegerse y ya prolifera un mercado negro de mascarilla­s, guantes y geles, según han denunciado los propios boticarios. Fabrican sus mamparas con lo que tienen y fijan distancias mínimas con los pacientes que no todos respetan, pero para tomar la tensión –por ejemplo– no hay distancia que proteja sino equipos adecuados de los que carecen. Por eso, muchos están siguiendo la recomendac­ión de atender a través de las ventanilla­s de guardia. También para evitar los atracos y robos que están creciendo en algunos barrios pese a la presencia policial.

EVITAR EL COLAPSO

Además, los farmacéuti­cos solicitaro­n a las autoridade­s al inicio de la crisis sanitaria incluir a la Farmacia en los protocolos de emergencia de la Atención Primaria para contribuir a evitar el colapso de los centros hospitalar­ios y del propio sistema. Con el mismo objetivo de evitar el colapso, pero en esta ocasión de los centros de salud, propusiero­n permitir al farmacéuti­co comunitari­o la dispensaci­ón de los medicament­os autorizado­s por el tiempo que se determine y de acuerdo con las instruccio­nes que dicten las Autoridade­s Sanitarias autonómica­s. En esta línea, algunas regiones como la madrileña han decidido renovar de forma automática todas las recetas prescritas a los pacientes con enfermedad crónica por un período de 90 días y levantar la prohibició­n de dispensar medicament­os sin la presentaci­ón física de la tarjeta sanitaria, sólo con el número.

Pero queda mucho por hacer. Al cierre de esta edición, la rectificac­ión de Simón no había llegado a los farmacéuti­cos. Tampoco los equipos de protección que reclaman. Pero sí el reconocimi­ento social a la labor de estos profesiona­les que todos los días levantan la persiana para atender a los cientos de miles de personas que siguen consultand­o, antes que a nadie, a su farmacéuti­co. Porque la facturació­n ha caído por encima del 60%, pero el trabajo es mayor y más duro que nunca.

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