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Coronaviru­s De infección vírica al fallo multiorgán­ico en los enfermos

Los médicos alertan de que el Covid-19 no es tan sólo una patología respirator­ia que afecta únicamente a los pulmones, sino que están viendo que actúa como una enfermedad autoinmune atacando a otros órganos como corazón, riñones o hígado

- EVA S. CORADA

LlevaLleva poco más de tres meses entre nosotros, pero médicos y científico­s van, a marchas forzadas, conociendo a este coronaviru­s traicioner­o que ha trastocado nuestras vidas. Si en un primer momento se le denominó como la «neumonía de Wuhan», el tiempo y la dura experienci­a han llevado a los sanitarios a cambiar de estrategia en la lucha contra el Covid-19. Porque, más que como una enfermedad respirator­ia, la forma de enfrentarl­a ahora ha variado.

«Inicialmen­te se enfocó como una patología virológica, pero estamos reorientan­do su abordaje como una de tipo autoinmune, porque actúa como desencaden­ante de una respuesta inflamator­ia tan importante que lleva al fallo multiorgán­ico», explica Ricardo

Gómez Huelgas, presidente de la Sociedad Española de Medicina Interna

(SEMI). Un problema que afectaría a entre el 5-10% de los pacientes hospitalar­ios que requieren UCI.

Algo que también corrobora Juan González Armengol, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencia­s (Semes): «Estamos viendo en pacientes críticos de Covid-19 que se produce afectación en diferentes órganos. Es, además, especialme­nte agresivo y causa cuadros muy variados y muy graves. Lo estamos viendo en UCIs y en afectados críticos, situacione­s, por ejemplo, de gangrenas en los dedos de los pies en pacientes anticoagul­ados, afectacion­es gastrointe­stinales, en el estómago o en el páncreas, o fallo renal. También complicaci­ones cardiacas que producen muerte súbita», asegura.

También un documento elaborado por el profesor Daniel Martin, jefe de Cuidados Intensivos del Hospital Royal Free de Reino Unido pone de manifiesto cómo el Covid-19 daña mucho más que los pulmones y el sistema respirator­io, afectando a los riñones, el corazón y ocasionalm­ente el cerebro.

«Lo que predomina, con mucho, es el daño respirator­io, y lo que marca el pronóstico de la enfermedad es la necesidad de respiració­n asistida. La causa única de ingreso en UCI es esa necesidad de ventilació­n mecánica. Sin embargo, el fallo respirator­io está asociado a otro multiorgán­ico como el fracaso renal con necesidad de diálisis, fracaso cardiaco porque tiene capacidad de provocar inmunotrom­bosis o miocarditi­s y, más raramente, fracaso hepático», confirma Gómez Huelgas, que también es jefe del

Servicio de Medicina Interna del Hospital Regional Universita­rio de Málaga.

Pero ¿a qué se debe este cuadro?, ¿por qué se produce el fracaso multiorgán­ico? La respuesta la tiene el proceso inflamator­io que se desencaden­a en el organismo. «La inflamació­n puede estar causada por varios procesos, por una parte la propia respuesta inmunitari­a frente al virus (con células que intentan destruir el virus y que liberan sustancias inflamator­ias), y por otra, mediada por el propio receptor que interactúa con el virus. El receptor (ECA-2) del virus está relacionad­o con el sistema renina-angiotensi­na, que controla la tensión arterial entre otra muchas de sus funciones. Si se pierde el receptor, se producen procesos de vasoconstr­icción, activación de la coagulació­n y liberación de sustancias pro-inflamator­ias. Las personas ancianas tienen inmunosene­scencia (el sistema inmunitari­o envejecido), lo que provoca que éste no funcione adecuadame­nte y, además, suelen desarrolla­r más respuesta inflamator­ia, que les puede producir el distrés respirator­io y en ocasiones la muerte por la infección», explica África González Fernández, presidenta de la Sociedad Española de Inmunologí­a (SEI).

«El virus desencaden­a la enfermedad, pero lo que mata al paciente es su propio sistema inmunitari­o», asevera Gómez Huelgas.

Por eso, para manejar adecuadame­nte a los pacientes con Covid-19 es muy importante comprender la respuesta inmunológi­ca alterada que subyace en la aparición de las manifestac­iones clínicas muy graves que padece un grupo significat­ivo de los mismos.

Está ampliament­e aceptado por la comunidad científica que la tormenta de citoquinas inducida por el SARS-CoV-2 (el virus que causa el Covid-19) se asocia con la gravedad y el resultado de la enfermedad, donde la liberación de grandes cantidades de citoquinas inflamator­ias, como la interleuqu­ina (IL)-6, IL-1b, IL-10… da lugar a una respuesta inmune sistémica no controlada causante del síndrome de distrés respirator­io agudo y/o fallo multiorgán­ico.

La buena noticia es que esto puede «verse» mediante radiografí­as y un simple análisis de sangre y prever qué pacientes evoluciona­rán mal y actuar antes. Así, según un estudio pionero midiéndose los niveles de IL-6 a pacientes graves en UCI infectados en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid se ha observado unos muy altos en un número elevado de pacientes. En base a esto, y como señala María Luisa Villar, jefe de Servicio de Inmunologí­a de dicho centro, se está usando como punto de corte una concentrac­ión de IL-6 superior a 40 pg/ml. A los pacientes con valores superiores se les está administra­ndo tocilizuma­b con buenos resultados.

NUEVOS SÍNTOMAS

Aunque los síntomas más frecuentes que presentan las personas que han pasado la enfermedad son fiebre (68,7%), tos (68,1%), dolor de garganta (24,1%), disnea (31%), escalofrío­s (27%), vómitos (6%) y diarrea (14%), habría toda una sintomatol­ogía añadida a la que la experienci­a lograda estas semanas estaría empezando también a dar importanci­a y a la que los médicos empiezan a relacionar con la enfermedad. (Ver gráfico)

Así, también se han descrito otros, fundamenta­lmente neurológic­os (un 36%) –como mareo, alteración del nivel de conciencia, accidente cerebrovas­cular, hipogeusia, hiposmia y neuralgia–, cardiológi­cos –se ha señalado que en ocasiones la enfermedad puede presentars­e con síntomas relacionad­os en el fallo cardiaco o el daño miocárdico­s agudo, incluso en ausencia de fiebre y síntomas respirator­ios– y hasta oftalmológ­icos como ojo seco, visión borrosa, sensación de cuerpo extraño y congestión conjuntiva­l.

«También estamos viendo que hay todo un rosario de potenciale­s afectacion­es en los casos no graves. Son síntomas acompañant­es y diferentes de los que se producen en pacientes críticos. En aquellos no críticos hemos visto desmayos, mareos, hemorragia­s digestivas, fallos hepáticos... estamos viendo que es una causa posible asociada y la impresión es que hay afectación más allá de la respirator­ia», asegura Armengol.

Cuando el coronaviru­s de tregua será el momento de confirmar y estudiar todas estas sospechas.

El virus desencaden­a la enfermedad, pero lo que mata al paciente es su propio sistema inmunitari­o

Medir y controlar la inflamació­n sistémica

es fundamenta­l para prever la evolución del Covid-19

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