La Razón (Madrid) - A Tu Salud
Un puente sobre aguas turbulentas
CualquierCualquier cirujano vascular, dentro de la angustia que todos llevamos dentro estos días, se pregunta constantemente si esta pandemia persiste más de unas pocas semanas, ¿cuánto tiempo podemos /debemos esperar para la reparación electiva de un aneurisma de aorta, o una estenosis carotídea sintomática o una gangrena isquémica? ¿Cuáles son los protocolos? Y, cuando se vuelva a permitir y tengamos capacidad de operar estos casos, entonces ¿cómo priorizamos a los pacientes que han estado esperando o han sido diferidos? Creo que cada uno de nosotros hemos tenido experiencias muy desafortunadas, al menos en mi equipo, al haber operado a pacientes durante los días de contagios exponenciales de esta pandemia, con resultados de contaminación postoperatoria con Covid-19 y serias complicaciones respiratorias.
No se trata solo del riesgo de transmisión, sino de la utilización de camas que están muy limitadas, ventiladores, sistemas de protección individual y, cada vez más, personal. Si bien los cirujanos vasculares no están, al menos inicialmente, en la primera línea de esta guerra, tenemos que aceptar que la forma en que respondemos a esta amenaza puede afectar la capacidad de nuestros sistemas médicos para ganar todas las batallas y debemos hacerlo sin comprometer al personal y a su seguridad. Independientemente del servicio o el enfoque, nuestros procedimientos consumen recursos y por ello diversas sociedades internacionales nos advierten, mediante guías de actuación, sobre qué patologías debemos operar de forma urgente o preferente y en qué supuestos clínicos debemos, previa explicación y consenso con nuestros pacientes, diferir las cirugías a una época posterior de menos riesgo.
Esta crisis sanitaria pasará, dejando un rastro imborrable de pérdida de vidas humanas y de sufrimiento en las miles de familias afectadas, que requerirá de una profunda reflexión de la sociedad en general. Pero me gustaría hoy comentar los aspectos positivos ligados a estos días, intentando crear ese «puente sobre aguas turbulentas»:
-La entrega abnegada de todo el personal sanitario tanto en práctica pública como en privada, reflejo de unas profesiones que requieren el mayor de los reconocimientos.
-El asentamiento definitivo del sistema de telemedicina, que cambiará de manera radical la forma de control y seguimiento de nuestros enfermos, creando un beneficio principalmente para ellos, como centro del sistema sanitario, pero también descargando nuestras consultas externas, con menos visitas presenciales, menos listas de espera, menor número de ingresos hospitalarios y mayor rendimiento económico. Debe ser el Estado y sus dirigentes, así como los seguros de salud privados, los que den un paso al frente y aborden este cambio radical, para bien de la sociedad y de sus enfermos.