La Razón (Madrid) - A Tu Salud
Un respiro y ya
MientrasMientras en otros países están en lo peor de la pandemia, nosotros hemos atravesado la primera ola. Algunos tomaron aire y pasaron por debajo, otros saltaron y consiguieron no caer, otros fueron golpeados sin demasiados rastros, otros sufrieron duramente el golpe. Y otros, casi treinta mil, fueron arrastrados hasta la desaparición. Sin embargo, todos vivimos la ola gigante y tuvimos que atravesarla con miedo e incertidumbre. Ahora, semanas después, parece que no queremos recordarlo. O queremos pensar que aquel monstruoso fenómeno ha sido algo único que no regresará, como si ese mar fuese ahora balsa. Ahora nos abalanzamos sobre el agua sin mirar de frente. Ahora, como animales que somos, queremos solo el hoy. Un presente en el que podemos salir a la calle y ver a muchos otros. Si no fuera por los machacones medios de comunicación no nos daríamos ni cuenta de que la mayoría llevamos mascarilla en los rostros. Ahora nos sentamos en las terrazas de los bares, después de saludarnos sin efusiones, nos quitamos la mordaza para beber y comer y a las dos horas nadie recuerda dónde la puso. Y a la despedida pocos se resisten a ese beodo abrazo sentido. Andamos confusos y desnortados. Recurrimos a la desmemoria como un mecanismo de defensa. Porque no se puede vivir en el miedo mucho tiempo. El miedo tiene que convertirse en dolor, en pérdida, en alivio, en muerte... En otro estado emocional. Es seguramente por eso que muchos recuerdan los aplausos de las ocho como aquel pasado invierno. Otros, vaya usted a saber. La memoria es ficción, un relato subjetivo que cada persona hace según su temperamento y su imaginación. Piensen, si no, cómo fue su primer beso y coméntenlo, si pueden, con su besador. La memoria es como la desmemoria, una necesidad de crear. Y nosotros ahora necesitamos desesperadamente crear un mar calmo en el que poder bañarnos sin pesadumbre y sin olas. Eso es lo que pasa, por eso nadamos mirando hacia la playa. Necesitábamos un respiro. Un respiro y ya.