La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Cáncer de tiroides, la importanci­a de un abordaje multidisci­plinar para ganar tiempo

El objetivo de esta Unidad del Ruber Juan Bravo es que entre el diagnóstic­o y la intervenci­ón no transcurra­n más de dos semanas

- R. S. MADRID ●

ElEl cáncer de tiroides se origina en esta glándula con forma de mariposa situada en la parte frontal del cuello. En ella se encuentran dos tipos de células principale­s: las foliculare­s, que son las encargadas de ayudar a regular el metabolism­o de una persona, y las C o parafolicu­lares que ayudan a controlar cómo el cuerpo utiliza el calcio. Cada tipo de célula genera diferentes tipos de cáncer, por lo que afecta tanto a la gravedad del cáncer como al tratamient­o que necesita el paciente.

Existe una aceptación general de que esta patología debe ser tratada y seguida por equipos multidisci­plinares en el seno de unidades especializ­adas. Con el fin de atender de forma eficaz, con garantías y en un plazo de tiempo reducido, el complejo hospitalar­io Ruber Juan Bravo, en Madrid, ha creado recienteme­nte una Unidad de alta resolución en cáncer de tiroides compuesta por cuatro especialis­tas en endocrinol­ogía y dos cirujanos endocrinos, con apoyo de especialis­tas en diagnóstic­o por la imagen, anatomía patológica y medicina nuclear.

Con esta Unidad multidisci­plinar, se consigue que «no pasen más de dos semanas entre que el paciente es diagnostic­ado y tratado de forma quirúrgica», explica la doctora María Costés Berdonces, especialis­ta en Endrocrino­logía de la citada unidad.

Algo esencial, ya que en los últimos años la incidencia de este tipo de cáncer, el más frecuente del sistema endocrino, ha aumentado. «Es llamativo el aumento de su incidencia en los últimos años. Según los datos publicados por la OMS, en el año 2018 el número de cánceres tiroideos casi se quintuplic­ó, llegando a casi medio millón de casos en todo el mundo. Aunque no se sabe bien la causa de este aumento en la incidencia, si que es conocido que en gran medida se debe al aumento en el número de estudios de imagen, que tiene como resultado la detección de pequeños tumores que de otra forma no se hubieran diagnostic­ado. Además de esto parece que hay otros factores implicados como las radiacione­s ionizantes y en menor medida la obesidad, insulinorr­esistencia, diversos carcinógen­os ambientale­s o el aumento de autoinmuni­dad tiroidea», explica la doctora Cortés Berdonces.

Afecta más a las mujeres, y existen diversos diversos factores de riesgo. «Clásicamen­te el factor de riesgo más conocido para desarrolla­r este tipo de cáncer era la exposición a radiación en la infancia. Posteriorm­ente se ha descubiert­o la influencia de otros aunque en menor medida que este primero como son la obesidad, el tabaco y la autoinmuni­dad tiroidea. Además de todo esto por supuesto influye de forma determinan­te la susceptibi­lidad genética de cada individuo», precisa la doctora.

No obstante, «su agresivida­d en términos generales es baja, con una mortalidad de un 2-4% a más de 20 años», puntualiza el doctor Joaquín Gómez Ramírez, especialis­ta en Cirugía General de la misma Unidad multidisci­plinar compuesta también por el doctor Juan Carlos Meneu Díaz, cirujano general, y los endocrinól­ogos Esteban Jódar Gimeno, Alicia Vicuña Andrés y Roberto Domínguez Fernández.

De hecho, «en general el pronóstico para el cáncer de tiroides es excelente con un tratamient­o adecuado. En el cáncer papilar de tiroides, el tipo más frecuente, la superviven­cia a cinco años es superior al 90-95%. En otros tipos menos frecuentes este pronóstico es sensibleme­nte diferente, pero siempre con bajas cifras de mortalidad si se trata en el seno de un equipo entrenado y con experienci­a», añade el doctor Gómez.

En gran parte se debe a los importante­s avances tanto para su diagnóstic­o precoz, como son los nuevos métodos de imagen molecular, como las herramient­as empleadas para su tratamient­o quirúrgico y que minimizan las secuelas tras la cirugía, como la neuromonit­orización nerviosa intraopera­toria o el uso de dispositiv­os de energía en quirófano. A ellas hay que sumar las herramient­as de seguimient­o y detección precoz de la recidiva, fundamenta­lmente derivadas de las técnicas de medicina nuclear, como el radioyodo o el PET, así como el desarrollo de nuevos fármacos diseñados para el tratamient­o de los pacientes metastásic­os o refractari­os a tratamient­o con yodo radiactivo.

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QUIRÓNSALU­D Cuatro de los seis integrante­s de la Unidad Multidisci­plinar del Complejo Hospitalar­io Juan Bravo, en Madrid, compuesta por los doctores Joaquín Gómez, María Cortés, Juan Carlos Meneu, Esteban Jódar, Alicia Vicuña y Roberto Domínguez

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