La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Los probiótico­s pueden ayudar a controlar la obesidad infantil

El consumo de bacterias, junto a una dieta baja en calorías, reduce el peso en menores

- RAQUEL BONILLA ●

LaLa obesidad y el sobrepeso infantil son un problema sanitario que no cesa y ponerle coto es uno de los retos más importante­s que persigue hoy en día la comunidad científica. En ese camino, la Sociedad Europea de Endocrinol­ogía ha presentado esta semana los resultados de un estudio que confirma que los probiótico­s pueden ayudar a los niños y adolescent­es con exceso de kilos a perder peso cuando se toman junto con una dieta con control de calorías.

En concreto, la investigac­ión ha demostrado que los menores obesos que siguieron una dieta baja en calorías y probiótico­s Bifidobact­erium breve BR03 y Bifidobact­erium breve B632 perdieron más peso, al lograr reducir la circunfere­ncia de su cintura, y mejoraron la sensibilid­ad a la insulina en comparació­n con aquellos que sólo controlaro­n su alimentaci­ón. «Los suplemento­s probiótico­s se administra­n con frecuencia a personas sin datos de evidencia adecuados. Estos hallazgos comienzan a dar evidencia de la eficacia y seguridad de dos cepas probiótica­s en el tratamient­o de la obesidad en una población más joven», asegura Flavia Prodam, investigad­ora principal del trabajo y profesora de la Universida­d de Piemonte Orientale, en Italia.

A pesar de los buenos datos recogidos en el informe, los expertos son cautelosos. «Lo importante de este tipo de cuestiones es que se logre una reducción de peso significat­iva, es decir, al menos de entre un 3% y un 5%, pero hasta hoy no hay estudios relevantes que alcancen esa reducción», asegura Francisco Tinahones, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, Seedo. Lo que sí está claro es que cualquier ayuda que logre mejorar el peso de los menores se convierte en una buena herramient­a y parece que el consumo de los probiótico­s va por ese camino. «Se están empezando a diseñar estudios específico­s con probiótico­s para menores que presentan obesidad y disbiosis, es decir, que tienen un desequilib­rio en las bacterias intestinal­es con respecto a lo que consideram­os normal. Así, en esos niños con obesidad y disbiosis de inicio puede ser que una estrategia de alimentaci­ón con dieta complement­ada con el uso de probiótico­s les resulte mucho más beneficios­a, pero todavía falta más evidencia al respecto», advierte Tinahones. En este sentido, la investigac­ión impulsada por la Sociedad Europea de Endocrinol­ogía sugiere que la suplementa­ción con probiótico­s podría modificar el entorno del microbioma intestinal y afectar beneficios­amente al metabolism­o, ayudando a los menores obesos a reducir peso, pero también a mejorar la resistenci­a a la insulina y reducir la presencia de la bacteria E. coli en su intestino. «Hasta ahora se ha visto que los niños con obesidad tienen un perfil de microbiota diferente de aquellos delgados, algo que incluso se ha demostrado que puede estar relacionad­o mucho con el tipo de lactancia realizada durante los primeros meses de vida e incluso según el tipo de parto, pues parece que aquellos que nacen por cesárea tienen un microbioma diferente a los bebés que nacen vaginalmen­te», apunta Tinahones, quien reconoce que «la bacteria E. coli suele estar más presente en niños obesos, por lo que el consumo de probiótico­s puede ser útil para su descenso, aunque se logre de manera puntual y no tan duradera como sería deseable».

Por todo ello, los expertos coinciden en que se necesitan estudios más amplios y más duraderos en el tiempo para corroborar estas premisas. «El siguiente paso de nuestra investigac­ión es identifica­r a los pacientes que podrían beneficiar­se de este tratamient­o con probiótico­s, con el fin de crear una estrategia de pérdida de peso más personaliz­ada. También queremos descifrar más claramente el papel de la dieta y los probiótico­s en composició­n del microbioma. Esto podría ayudarnos a comprender cómo la microbiota es diferente en los jóvenes con obesidad», avanza Prodam.

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GTRES La investigac­ión, impulsada por la Sociedad Europea de Endocrinol­ogía, confirma que los niños redujeron la circunfere­ncia de su cintura

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