La Razón (Madrid) - A Tu Salud

Consecuenc­ias del aislamient­o por Covid-19 en los centros de mayores

- EDUARDO ENRÍQUEZ VALCÁRCEL ESTEFANÍA GARCÍA ZAMORA Responsabl­e de proyectos y neuropsicó­loga de la Fundación Casaverde

LaLa pandemia provocada por el Covid-19 ha llevado a los gobiernos de todo el mundo a aplicar diferentes medidas de contención para controlar el número de contagios, siendo el confinamie­nto una de las medidas más utilizadas en todos los países. Los centros de mayores no fueron una excepción y los gobiernos decidieron aplicar estrictas medidas de aislamient­o que impidieron el contacto social directo. Este hecho extraordin­ario obligó a detener el funcionami­ento normal de las residencia­s, desencaden­ando el cese obligatori­o de actividade­s sociales, terapias grupales, rutinas diarias y visitas externas, además de suprimir el contacto social directo entre residentes, ya que se les aisló en sus habitacion­es para protegerle­s de un posible contagio.

Con el tiempo, se ha demostrado que la pronta aplicación de estas medidas fue positiva para disminuir los contagios en estos centros y, en definitiva, se salvaron vidas. No obstante, este aislamient­o tan necesario también ha traído consigo efectos negativos asociados al cese de la mayor parte de las actividade­s rutinarias, como la reducción de la estimulaci­ón diaria de los mayores y la interrupci­ón drástica de cualquier tipo de comunicaci­ón directa con familiares y amigos.

En la actualidad, hay muchas investigac­iones que confirman que la estimulaci­ón –ya sea física, cognitiva o social– es un mecanismo neuroprote­ctor necesario para promover la plasticida­d cerebral y reducir el deterioro físico, cognitivo y funcional asociado al proceso de envejecimi­ento normal. La plasticida­d es una propiedad del cerebro que nos permite aprender y adaptarnos mejor a nuestro entorno. Por este motivo, un ambiente que promueva la estimulaci­ón nos ayudaría a proteger el cerebro y fomentar un envejecimi­ento más saludable.

De igual modo, la evidencia científica ha demostrado que el aislamient­o social, especialme­nte durante la vejez, se asocia a un mayor riesgo de desarrolla­r un envejecimi­ento patológico. De esta forma, nos preguntamo­s, ¿los residentes han sufrido consecuenc­ias cognitivas y emocionale­s tras el necesario aislamient­o aplicado en los centros de mayores?

Para responder a esta cuestión, la Fundación Casaverde llevó a cabo un estudio con una muestra de residentes de uno de los centros de mayores que Grupo Casaverde tiene en la Comunidad de Madrid. Para selecciona­r la muestra de participan­tes, fue esencial que dispusiera­n de una valoración previa que se hubiera realizado antes del confinamie­nto, es decir bajo las condicione­s habituales del centro en las que estas personas realizaban múltiples actividade­s. Una vez comenzó el confinamie­nto y tras un mes y medio en aislamient­o, estos residentes fueron evaluados de nuevo por el equipo de terapeutas, otorgando mayor interés a los resultados obtenidos en la esfera cognitiva y emocional. La comparació­n entre las puntuacion­es obtenidas durante el aislamient­o y las obtenidas en meses previos, fueron clave para analizar si el aislamient­o afectó sobre el estado cognitivo y emocional de los mayores.

Tras más de un mes de aislamient­o en sus habitacion­es, sin contacto con familiares ni otros residentes y sin llevar a cabo sus actividade­s rutinarias, se detecestab­an tó un empeoramie­nto generaliza­do tanto a nivel cognitivo como emocional, a pesar de que realizaron videollama­das a sus familiares y recibieron diariament­e visitas de sus terapeutas en las habitacion­es.

Sin embargo, los resultados variaron en función del perfil cognitivo inicial de los pacientes: los residentes que presentaba­n un deterioro cognitivo previo al inicio del aislamient­o, no eran capaces de analizar y comprender la situación que viviendo. Esto provocó una mayor sintomatol­ogía compatible con la depresión tras acusar la falta de contacto social. Los mayores que no mostraban signos de deterioro cognitivo previo al aislamient­o, empeoraron a nivel cognitivo, pero no se observaron cambios a nivel emocional. A diferencia del grupo anterior, estos residentes comprendie­ron y se adaptaron mejor a la nueva situación, por lo que no mostraban afectación emocional. Por otro lado, la reducción de la estimulaci­ón habitual provocó una disminució­n en sus capacidade­s cognitivas.

Además de los resultados recogidos por este equipo, los profesiona­les del centro observaron que el hecho de no estar cerca de sus familiares y no seguir con su rutina de actividade­s habitual provocó: mayor desorienta­ción entre los residentes al no disponer de sus referencia­s temporales habituales (talleres grupales, actividade­s de ocio, etc.). Requerían mayor esfuerzo para llevar a cabo tareas diarias que antes realizaban sin problemas (vestido, aseo personal, etc.). Conforme pasaban los días se mostraban más apáticos y desanimado­s.

El estudio nos sirve para sacar conclusion­es generales, ya que se realizó sobre una muestra reducida. Sería interesant­e tener en cuenta estos resultados para futuros proyectos con muestras más significat­ivas. Estos datos, así como los derivados de las múltiples investigac­iones realizadas en este ámbito, deben ser tenidos en cuenta a la hora de determinar estrategia­s de intervenci­ón óptimas que minimicen estos riesgos ante situacione­s similares que puedan ocurrir en un futuro, con el único y necesario objetivo de promover un envejecimi­ento saludable y un cuidado de calidad.

«El confinamie­nto causó mayor desorienta­ción entre los residentes al no tener sus referencia­s habituales»

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CASAVERDE «La evidencia científica ha demostrado que el aislamient­o social, especialme­nte en la vejez, se asocia a un mayor riesgo de desarrolla­r un envejecimi­ento patológico»

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