La Razón (Madrid) - A Tu Salud
Operar la agresividad es posible con una tasa de éxito del 90%
La estimulación cerebral profunda tiene una tasa de éxito del 90%
La agresividad forma parte de la esencia de todo ser humano. De hecho, se trata de un mecanismo de defensa natural que permite protegernos frente a estímulos que pueden resultar peligrosos. Sin embargo, en algunas ocasiones puede convertirse en un arma arrojadiza capaz de marcar toda una vida. Pero este peligroso desorden tiene cura gracias a la estimulación cerebral profunda, una técnica pionera que se realiza de manera experimental en el Hospital Universitario La Princesa de Madrid, convertido en el hospital europeo con mayor experiencia en estas intervenciones, ya que se realizan en menos de cinco centros a nivel mundial.
La prueba de que esta precursora técnica funciona con una elevadísima tasa de éxito es el ejemplo de Manuel, un joven con discapacidad cognitiva que, durante su infancia, desarrolló lo que se conoce como agresividad patológica y que fue operado hace ahora justo un año con excelentes resultados. «Gracias a esta intervención he vuelto a recuperar a mi hijo y la relación con sus hermanos ha mejorado muchísimo. Ha sido un periplo muy largo y muy duro, pero esto lo ha cambiado todo», confiesa Susana Conde, madre de Manuel, quien reconoce que ahora «él está más cariñoso, más despierto y se muestra más interactivo con el medio, a pesar de sus limitaciones».
El caso de Manuel es el retrato robot de aquellas personas candidatas a someterse a esta pionera intervención: «Son pacientes que tienen un daño cerebral de base y que suelen presentar un problema de nacimiento que se agrava durante la adolescencia, por eso, la agresividad que todos podemos tener como mecanismo de defensa ante un estímulo estímulo negativo, ellos la tienen exacerbada, descontrolada y, en definitiva, inapropiada hasta el punto de convertirse en incapacitante tanto para el paciente como para quienes le rodean», explica Cristina Torres, una de las neurocirujanas del Hospital Universitario de La Princesa encargada de llevar a cabo esta intervención junto a un gran equipo multidisciplinar compuesto por psiquiatras, anestesistas, neurofisiólogos y neurocirujanos, sin olvidar al equipo de enfermería.
De forma habitual esta agresividad se trata con medicación, pero existen casos, muy graves, como el de Manuel, en los que los fármacos no obtienen resultados en el control de la misma y, por ello, está indicada la cirugía. «Se trata de pacientes que no responden a los fármacos ni a medidas conductuales, por lo que, como último recurso, se opta por la intervención quirúrgica amparada por la valoración de un equipo de psiquiatras», asegura Torres.
Este tratamiento quirúrgico puede realizarse mediante radiocirugía, radiofrecuencia, o estimulación cerebral profunda. Esta operación, en concreto, se basa en poner un electrodo en el hipotálamo, por ser el centro clave en el circuito cerebral que regula la conducta agresiva, que genera una pequeña corriente que modula la actividad cerebral
EL HOSPITAL LA PRINCESA DE MADRID ES EL CENTRO EUROPEO CON MAYOR VETERANÍA EN ESTAS INTERVENCIONES
cerebral en esta área. «Existen otras formas de tratar este problema que es haciendo una pequeña lesión con radiofrecuencia o con radiocirugía, pero la novedad que nosotros aportamos es que se introduce un electrodo que, si fuera necesario, podría quitarse, lo que convierte a este método en reversible, frente a las otras opciones que no lo permiten», explica la neurocirujana.
En concreto, estos electrodos producen impulsos eléctricos que actúan sobre impulsos anormales como puede ser la agresividad. «La cantidad de estimulación que se aporta se controla mediante un dispositivo similar a un marcapasos colocado debajo de la piel en la parte superior del tórax del paciente. Así, un cable que pasa debajo de la piel conecta este dispositivo a los electrodos en el cerebro», detalla Torres.