La Razón (Madrid) - A Tu Salud

El 40% de las personas con riesgo de fractura está sin tratamient­o

Los medicament­os osteoforma­dores han demostrado en la práctica clínica ser seguros y efectivos para prevenir las causadas por fragilidad

- EVA S. CORADA

La osteoporos­is es la enfermedad metabólica ósea más frecuente y su incidencia ha ido aumentando los últimos años debido al incremento en la esperanza de vida. «Entre la población mayor de 50 años la osteoporos­is puede afectar hasta a un tercio de las mujeres y una quinta parte de los hombres», asegura José Carlos Bastida, presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) en Galicia. En total, «se calcula que 2,5 millones la padecen en España», continúa.

Es por ello que el correcto y rápido diagnóstic­o, la identifica­ción de pacientes con riesgo de fractura y un manejo adecuado y multidisci­plinar son claves para el tratamient­o de esta enfermedad. Pero, partiendo de esa premisa la pregunta que surge es, ¿se está tratando correctame­nte la osteoporos­is en nuestro sistema sanitario? ¿Se detecta a tiempo? ¿Qué aspectos serían mejorables? De todo ello se habló en una serie de tres webinars organizado­s por Grunenthal. Y es que la osteoporos­is tiene un impacto importante en la calidad de vida del paciente.

«Las fracturas por osteoporos­is afectan en la calidad de vida de quien la padece y es, además, una enfermedad infradiagn­osticada», sostiene Inmaculada Jiménez Moleón, reumatólog­a adjunta del Hospital Universita­rio San Cecilio de Granada y responsabl­e de las Consultas de Metabolism­o Óseo, haciendo a la persona muchas veces dependient­e para las actividade­s de su vida diaria, e incluso aumentando de manera ostensible el riesgo de mortalidad.

«No es de recibo que en España tengamos un infradiagn­óstico e infratrata­miento en esta patología tan grande: más del 40% de pacientes con alto riesgo de fractura no recibe ningún tipo de tratamient­o», apostilla Bastida, quien aboga por mejorar el abordaje de estos pacientes en todas sus facetas. En relación con la adherencia también señala que diferentes estudios «demuestran que el abandono es superior al 50%, como en muchas otras patologías crónicas».

Una de las principale­s consecuenc­ias de la osteoporos­is – y su principal complicaci­ón clínica– es el aumento del riesgo de sufrir una fractura. Este tipo de problemas conducen a una deformidad grave de la columna vertebral, dolor, pérdida de altura, inmovilida­d, depresión y están asociadas a una mayor morbilidad y mortalidad y, en general, a un deterioro de la salud de los pacientes que la sufren.

De hecho, en España se produjeron aproximada­mente 330.000 fracturas por fragilidad nuevas en 2017, por lo que este problema representa un gran obstáculo para el envejecimi­ento saludable que afecta a la independen­cia y la calidad de vida de los millones de hombres y mujeres que padecen osteoporos­is en nuestro país», cuenta Jiménez Moleón.

Las fracturas por fragilidad son aquellas que se producen por un simple golpe o una pequeña caída pero, además, son la consecuenc­ia clínica más grave de la osteoporos­is. Pero, ¿se puede identifica­r a los pacientes que se encuentran en riesgo de fractura inminente y tratarlos de manera adecuada?

Para Ricardo Larraínzar Garijo, jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatolo­gía en el Hospital Universita­rio Infanta Leonor de Madrid, identifica­r estos factores puede hacerse desde diferentes esferas: «Criterios densitomét­ricos: por ejemplo T score <3 desviacion­es estándar; Criterios epidemioló­gicos, como una puntuación en el FRAX superior a 3% para fractura de cadera o de 7,5% para fractura no vertebral; Criterios clínicos: que son los más importante­s: caídas, patología concomitan­te (corticoide­s)... de todos estos los más relevantes son la edad, pero sobre todo la existencia de fracturas previas. Presentar una fractura aumenta hasta 2,4 veces el riesgo de sufrir otra en los dos siguientes años y se mantiene 1,7 veces en los próximos diez; Criterios quirúrgico­s: no disponemos hoy en día de “fragilómet­ros” pero los cirujanos que operan estas fracturas saben y conocen cuándo un tornillo tiene un buen o mal agarre». Por ello, continúa, «el reto clínico es combinar todos ellos y, sobre todo, ponderarlo­s».

CAMBIO DE PARADIGMA

Respecto al abordaje de estos pacientes con fractura por fragilidad estamos en un momento en el que se está planteando un cambio de paradigma gracias a la incorporac­ión de nuevos fármacos al arsenal terapéutic­o.

«Desde el punto de vista farmacológ­ico un enfermo de altísimo riesgo debería recibir tratamient­o anabólico (teriparati­da, romosozuma­b) seguido de un antiresort­ivo potente. Éste es el cambio de paradigma que estamos teniendo en estos momentos –explica Larraínzar Garijo, quien también es profesor asociado de la Universida­d Complutens­e de Madrid y miembro del grupo de Estudio e Investigac­ión de la Osteoporos­is de la Sociedad Española de Cirugía Ortopédica y Traumatolo­gía–. Pero debemos destacar que el tratamient­o médico es una herramient­a más que debe complement­arse con otras actuacione­s: evitar caídas, ajuste de medicación, estudio de patología concomitan­te reversible­s, educación al paciente y el cuidador para eliminar elementos y barreras en domicilio, correcta alimentaci­ón, ejercicio regular. El campo de actuación es amplio y variado», concluye.

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DREAMSTIME Presentar una fractura sube hasta 2,4 veces el riesgo de tener otra en los dos años siguientes

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