La Razón (Madrid) - A Tu Salud

¿VACUNAS? SÍ, PERO...

- Fernando Sánchez-Dragó

QuedeQuede meridianam­ente claro desde la primera línea que no soy un negacionis­ta, sino una persona sensata que tantea el suelo, si está resbaladiz­o, antes de apoyar los pies en él y que nunca desenfunda su revólver antes de que el adversario lo empuñe. Aprendí de niño esa lección de moralidad viendo películas del oeste en los cines en los que las veía Garci.

Me he puesto muchas vacunas a lo largo de la vida, mayormente a causa de mi irrefrenab­le tendencia a irme de aventuras por los países exóticos que hoy ya han dejado de serlo, y nunca sufrí reacciones adversas, fuera de algunas decimillas de fiebre y dolorcillo­s en los puntos del pinchazo. La de la viruela, la polio, el cólera, la fiebre amarilla, el tétanos, la rabia (cuando me mordió un perro feroz y callejero en Etiopía), la hepatitis no sé si A, B o C y, por supuesto, la de la gripe, año tras año desde hace muchos, y éste también. Incluso, cuando sucedió lo del chucho mordaz y salvé el pellejo de milagro, me fui al Instituto Pasteur de París, bajé a la cripta donde yace ese bienhechor de la humanidad, apoyé la mano sobre el sarcófago de piedra que ampara sus restos, cerré los ojos y le agradecí con una oración lo que, desde el más allá o desde ninguna parte había hecho por mí.

De modo que, conociéndo­me, seré un buen chico y me pondré la vacuna contra la Covid en cuanto las cosas se aclaren un poco, porque la verdad es que ahora no lo están. Tengo derecho, por mi edad y por los elementos de fontanería instalados en mi red de tuberías cardiovasc­ulares, a ser uno de los primeros en remangarme y ofrecer el brazo a la enfermera que me lo pinchará, pero... Sospecho que con tanta jeringuill­a en ristre, tantos modelos de vacuna, tantos políticos barriendo para dentro de sus intereses electorale­s, tantas incógnitas ante la eficacia, el radio de acción, la durabilida­d y los posibles culatazos de los fármacos propuestos y tanta gente haciendo cola en los hospitales, en los centros de atención, en las clínicas, en los laboratori­os, en las farmacias y hasta en los campos de fútbol y las naves de los polígonos, lo que se avecina puede ser un despelote. Perdónenme la expresión. ¿Mejor un desmadre? Bueno... Da lo mismo. No nos pongamos finolis y recordemos a los políticos (Putin, Johnson, Trump, también los nuestros) empeñados en llegar primero que no por mucho madrugar se amanece más temprano.

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