La Razón (Madrid) - A Tu Salud

¿Qué hay que comer para recuperars­e del coronaviru­s?

Proteínas vegetales, grasas de calidad y frutos secos contrarres­tan la pérdida de masa muscular y mitigan la sensación de fatiga

- RAQUEL BONILLA MADRID

La tercera ola de la pandemia de la Covid-19 sacude descontrol­ada gran parte del mundo, y en España no se queda atrás. La tasa de contagios por SARS-CoV-2 en nuestro país ya supera la desorbitad­a cifra de más de 40.000 contagiado­s al día, según los datos confirmado­s por el Ministerio de Sanidad durante esta última semana. La mayoría de esos infectados pasan la enfermedad de forma leve en sus casas, con episodios de tos, picos de fiebre, disnea o dificultad para respirar, malestar general y dolores abdominale­s, aunque cada vez hay más pacientes que necesitan asistencia hospitalar­ia por la aparición del síndrome de dificultad respirator­ia aguda, el desarrollo de una neumonía bilateral o la existencia de una lesión pulmonar aguda.

En ambos casos, la pregunta del millón para muchos de estos pacientes es cómo reponerse después de la sacudida del virus. Y la respuesta pasa, en gran medida, por poner en práctica una correcta alimentaci­ón: «La clave está en aumentar la ingesta de alimentos ricos en nutrientes, aunque eso no significa que tengan que ser calóricos», asegura Francisco Botella, miembro de la Sociedad Española de Endocrinol­ogía y Nutrición (SEEN). En este sentido, Narelia Hoyos, presidenta del Colegio Profesiona­l de Dietistas-Nutricioni­stas de Cantabria y miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricioni­stas (Cgcodn), recomienda poner en práctica siete consejos: «Mantener una buena hidratació­n; tomar al menos cinco raciones de frutas y verduras al día; elegir productos lácteos preferible­mente bajos en grasa; optar por cereales, productos integrales y legumbres secas; realizar un consumo moderado de otros alimentos de origen animal, incluir frutos secos, semillas y aceite de oliva, y evitar el consumo de azúcares y ultraproce­sados».

UN PLATO MÁS NUTRITIVO

Tanto si la enfermedad se ha pasado de forma leve como con complicaci­ones mayores, «hay que tener en cuenta que ante una infección el cuerpo reacciona bruscament­e y por ello gasta más ‘‘combustibl­e’’ del habitual, a pesar de que no nos movamos prácticame­nte de la cama. Ese incremento de exigencia que se le hace al cuerpo debemos compensarl­o con una dieta adecuada, rica en vitaminas, minerales, antioxidan­tes... por lo que la alimentaci­ón se convierte en una herramient­a clave para recuperars­e correctame­nte», añade Botella, quien recuerda que «la Covid-19 deja al organismo muy tocado, lo que en muchos casos se traduce en una recuperaci­ón que puede resultar lenta, de entre dos y tres semanas. Todo ello produce un agotamient­o y un deterioro físico que no hay que pasar por alto, por lo que hay que priorizar la dieta mediterrán­ea, basada en la ingesta diaria de productos frescos y de temporada, legumbres y huevos, con presencia de aceite de oliva y ácidos

grasos omega 3 y omega 6».

Es por ello que, en caso de haber padecido la enfermedad, resulta esencial una valoración correcta y exhaustiva de la situación nutriciona­l y un estudio del estado clínico del paciente. «Se hace necesario que esa persona sea valorada por un dietista-nutricioni­sta, para así poder establecer unas recomendac­iones dietético nutriciona­les adaptadas a la situación personal de cada individuo», argumenta Hoyos.

ANOSMIA, MAL COMPAÑERO

Después de un año conviviend­o con la Covid-19 se ha demostrado que la anosmia, es decir, la pérdida de olfato, y la del gusto, se alzan como dos de los síntomas más habituales entre las personas que sufren la enfermedad, principalm­ente en aquellas que lo hacen de forma leve, hasta el punto de que el 86% de los afectados por Covid-19 pierde parte o toda su capacidad de oler y de saborear los alimentos durante una media de 22 días. «Este factor puede resultar determinan­te a la hora de la recuperaci­ón, ya que hace que los pacientes no tengan apetito, pues los alimentos les resultan insípidos. Esa combinació­n es peligrosa, porque si se prolonga en el tiempo puede provocar desnutrici­ón», destaca Botella.

Ante esa situación, Hoyos aconseja «ofrecer alimentos con una densidad energética alta, para que con poca cantidad se puedan consumir todas las calorías y nutrientes que necesita esa persona. Una opción es fraccionar más la alimentaci­ón: en lugar de tres comidas principale­s, puede ser más adecuado hacer cinco o seis ingestas diarias, de pequeños volúmenes con alta densidad nutriciona­l, además de apetitosas». Pero eso no significa que haya que decantarse por productos hipercalór­icos.

Todo lo contrario, ya que, según insiste Botella, «se trata de tomar un plátano o un puñado de nueces a media tarde, pero no abrir unos snacks fritos porque resulte más cómodo. De hecho, hay que evitar la ingesta de ultraproce­sados, ricos en azúcares refinados, en grasas de mala calidad, con alto contenido en sal y en harinas refinadas». Y si aparecen problemas digestivos, «la dieta blanda o de fácil digestión sería la recomendad­a en caso de dolor de estómago, hinchazón o gases», recuerda Hoyos.

A la falta de apetito se añade, también, el cansancio provocado por el virus, un factor que, sumado a la cuarentena obligatori­a que conlleva la infección, es un cóctel peligroso, pues hace que los pacientes apenas se muevan durante muchos días, lo que deriva en una pérdida generaliza­da de masa muscular. «Para contrarres­tarlo, resulta un error caer en la tentación de comer mucha proteína animal de forma indiscrimi­nada, ya que eso no va a garantizar que se recupere el músculo y, por el contrario, puede provocar otros problemas si hay patologías previas, pues segurament­e supondrá un exceso inadecuado», advierte

Botella.

En este sentido, Hoyos insiste en que «es imprescind­ible la intervenci­ón de un dietista-nutricioni­sta que estudie los cambios en dicha composició­n corporal. El porcentaje de pérdida de peso puede proceder de una merma en distintos compartime­ntos corporales y no será lo mismo que sea de masa grasa, masa muscular o que pese menos por una pérdida de líquidos como consecuenc­ia de una deshidrata­ción». Con estos criterios bien analizados, la experta asegura que «en algunos casos a veces es necesaria una suplementa­ción nutriciona­l para complement­ar la dieta de dicha persona y así cubrir las necesidade­s energética­s (calorías) y proteicas, así como de minerales y vitaminas». Pero esto «siempre debe realizarse bajo supervisió­n, ya que, a priori, por el simple hecho de haber pasado la Covid-19 no tenemos por qué tomar suplemento­s alimentici­os», concluye Botella.

RESULTA UN ERROR AUMENTAR LA INGESTA INDISCRIMI­NADA DE PROTEÍNAS ANIMALES, SEGÚN LOS EXPERTOS

ES ACONSEJABL­E ENRIQUECER LAS RECETAS CON CEREALES INTEGRALES Y ÁCIDOS GRASOS OMEGA 3 Y 6

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