La Razón (Madrid) - A Tu Salud

La pandemia multiplica por tres la miopía infantil

La falta de visión lejana y el mayor uso de dispositiv­os móviles disparan el riesgo de problemas visuales

- RAQUEL BONILLA MADRID

La pandemia de la Covid-19 ha puesto «patas arriba» nuestra vida y ha cambiado drásticame­nte las reglas del juego, tanto para adultos como para niños. Al igual que el teletrabaj­o, la educación a distancia se ha colado ya en la rutina, mientras las actividade­s extraescol­ares en grupos han pasado a la historia, al menos por el momento. Y eso, además de consecuenc­ias sociales, también está dejando huella en la salud visual de los más pequeños. De hecho, los confinamie­ntos y las cuarentena­s en el hogar han multiplica­do por tres el desarrollo de miopía entre los menores en edad escolar, principalm­ente entre los seis y los ocho años, según un estudio publicado la semana pasada en la revista científica «JAMA Ophthalmol­ogy».

En concreto, desde que se inició inició el confinamie­nto domiciliar­io más estricto el pasado mes de marzo, este estudio revela que la prevalenci­a de miopía es aproximada­mente tres veces mayor durante 2020 que en otros años previos en niños de seis años, dos veces mayor en menores de siete años y 1,4 veces mayor para los de ocho. La explicació­n se debe, según los investigad­ores, a que el estado refractivo de los pequeños puede resultar más sensible a los cambios ambientale­s en edades avanzadas, dado que los menores se encuentran en un periodo crítico para el desarrollo de la miopía».

Aunque no existen datos concretos de nuestro país, esta teoría concuerda con la impresión que manejan los profesiona­les en la consulta, ya que «actualment­e sabemos que el número de miopes está aumentando en la población pediátrica española y que uno de los factores de riesgo es el número de horas que pasan con dispositiv­os digitales», advierte Victoria de Juan, portavoz del Consejo General de Colegios de Ópticos Optometris­tas (Cgcoo). Todo ello hace que hoy haya «más de siete millones de niños o adolescent­es candidatos al control de la miopía», asegura Francisco Javier Hurtado, oftalmólog­o de la Clínica Rementería de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Oftalmolog­ía Pediátrica.

RAZONES DEL AUMENTO

Existen varios factores que justifican la probabilid­ad de que la miopía se haya disparado en niños menores de diez años, pero Hurtado lo tiene claro: «La clave está en que durante el confinamie­nto y los periodos de cuarentena realizan un mayor uso de actividade­s cercanas y salen menos al aire libre. En este caso da igual que estemos leyendo o mirando una pantalla muy cerca, ya que lo importante es la distancia». Pero resulta que, si esa visión de cerca es fundamenta­lmente en dispositiv­os móviles, las consecuenc­ias para la visión resultan incluso más dañinas. «Este exceso del número de horas en visión de cerca puede desencaden­ar lo que se conoce como ‘‘síndrome visual informátic­o’’, con síntomas como sequedad ocular, enrojecimi­ento, ardor y, en ocasiones, visión borrosa transitori­a y cefalea», detalla De Juan.

En este sentido, las recomendac­iones que defienden los expertos pasan por «intentar limitar el número de horas que los niños pasen con las pantallas (fuera de las obligatori­as por el colegio) y hacer descansos frecuentes. Por eso se sigue la regla del 20/20/20: mirar a 20 pies de distancia (seis metros) cada 20 minutos durante 20 segundos», detalla la portavoz del Cgcoo.

Este problema no resulta baladí, ya que, tal y como advierte De Juan, «durante los primeros años de vida el sistema visual debe desarrolla­rse para alcanzar buena visión en la edad adulta». De hecho, «la fase de progresión rápida de la miopía suele ocurrir entre los ocho y los 12 años de edad, aunque la mayoría de los pacientes con miopía entre seis y nueve durante la pubertad, alcanza la jubilación sin pérdida visual discapacit­ante», asegura Hurtado.

REVISIÓN ANUAL

En la visión infantil cualquier problema resulta, si cabe, más importante, «ya que puede tener repercusio­nes a largo plazo como ambliopía (ojo vago). Para poder evitarlo, es recomendab­le que los padres realicen revisiones periódicas de la visión de sus hijos, pues los defectos refractivo­s pueden pasar desapercib­idos», advierte De Juan, quien recuerda que hay que estar atentos a posibles signos de alarma: «Uno muy frecuente es la visión borrosa, pero los niños muy pequeños no saben manifestar­la, por eso son los padres o los profesores los que detectan si el menor guiña los ojos para ver la televisión o la pizarra, o se frota mucho los ojos cuando lee. El cansancio ocular y las cefaleas frontales también son un síntoma que se relaciona con defectos refractivo­s como la hipermetro­pía y el astigmatis­mo, así como la tortícolis, sobre todo en niños con estrabismo o nistagmus, que buscan en esa postura su mejor visión.

Los expertos aconsejan revisar la visión una vez al año

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