La Razón (Madrid) - A Tu Salud
Detectan anomalías oculares que pueden derivar en ceguera
Investigadores franceses hallan nódulos en la parte posterior del globo ocular potencialmente peligrosos
Con el paso de los meses, el SARSCoV-2 ha demostrado ser mucho más que un simple virus respiratorio, ya que la Covid-19 es capaz de dejar huella en gran parte del organismo de las personas que la padecen. Y también en la visión, ya que un estudio publicado esta semana en la revista científica «Radiology» ha confirmado que los exámenes con imágenes por resonancia magnética han detectado anomalías significativas en los ojos de algunas personas con Covid-19 grave.
Los resultados de esta investigación apoyan la necesidad de realizar un examen ocular para proporcionar el tratamiento y el manejo adecuados de las manifestaciones oftalmológicas potencialmente graves de la Covid-19. «Este estudio resulta muy interesante interesante porque pone de manifiesto la necesidad de revisar la visión después de pasar la infección por el coronavirus, incluso en aquellas personas que sufren la enfermedad de forma menos severa, pues están apareciendo pacientes postcovid con trombos que también pueden afectar a la vista», asegura Celia Sánchez-Ramos, profesora e investigadora especializada en visión de la Universidad Complutense de Madrid. Y esta idea también la marca Alfredo García Layana, director de Oftalmología de la Clínica Universidad de Navarra, quien confirma que «la Covid-19 se asocia con fenómenos tromboembólicos en distintas partes del cuerpo, y el ojo no es una excepción. Hay casos de infartos de retina y de nervio óptico que pueden provocar una pérdida profunda de la visión, aunque afortunadamente estos casos son infrecuentes».
La relación entre el coronavirus y la vista no es nueva, ya que el SARS-CoV-2 se ha relacionado con anomalías oculares como la conjuntivitis y la retinopatía, una enfermedad de la retina que puede provocar la pérdida de visión. De hecho, se han notificado anomalías oculares visibles en exámenes de resonancia magnética, pero la investigación sobre la naturaleza y la frecuencia de estas anomalías resulta limitada, de ahí que la Sociedad Francesa de Neurorradiología (SFNR) iniciara este reciente estudio con 129 pacientes Covid-19 graves que se sometieron a una resonancia magnética cerebral. Según confirma el estudio publicado, estas pruebas mostraron uno o más nódulos en la parte posterior, o polo posterior, del globo ocular y ocho de los nueve pacientes con esta anomalía habían pasado un tiempo en la UCI.
Sin embargo, «aunque son datos interesantes, resultan muy poco clarificadores, fundamentalmente porque no dan una explicación de qué significan estos nódulos, y porque no parecen correlacionarse con un problema ocular que se pudiese detectar en la exploración oftalmológica», advierte García Layana.
Lo que sí parece evidente es que la Covid-19 deja secuelas en la visión. De hecho, tal y como recuerda García Layana, «el grupo de la Clínica Universidad de Navarra, integrado por oftalmólogos, neumólogos e internistas, fue uno de los primeros en el mundo en describir lo que denominamos microangiopatía retiniana por Covid-19. Aparece en un 20% de los pacientes que han pasado una neumonía bilateral por Covid-19. Afortunadamente, no se asocia con una disminución de la visión, ni con otros síntomas, pero por nuestros estudios, parece que queda como secuela una leve alteración de la microcirculación retiniana y de las fibras nerviosas del ojo. Quizás no tenga una importancia relevante en cuanto a la visión, pero el ojo es una ventana por la que podemos ver directamente estructuras como vasos y fibras nerviosas, que están presentes por todo nuestro cuerpo. Y esto nos recuerda que la Covid-19 grave deja secuelas en vasos y tejido nervioso, pese a que en este momento pueden ser asintomáticos».
CONSECUENCIAS DE LA UCI
Si está demostrado que la enfermedad de la Covid-19 deja secuelas en los pacientes, el riesgo aumenta más si cabe cuando hay que pasar días en la UCI, ya que un estudio publicado en «JAMA» a finales de 2020 advirtió de que si el paciente ha estado en posición de pronar durante un largo periodo de tiempo corre el riesgo de sufrir daños oculares llegando incluso a la pérdida de visión. En este sentido, el experto de la Clínica Universidad de Navarra asegura que «la pronación y la ventilación asistida provocan en el ojo un aumento de presión venosa central similar a la que sucede al estornudar, denominada maniobra de Valsalva. Hay casos descritos de alteraciones retinianas asociadas a este tipo de maniobras, habitualmente de tipo hemorrágicas. Pero afortunadamente son muy raras y suelen recuperarse satisfactoriamente, incluso sin tratamiento».
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