La Razón (Madrid) - A Tu Salud

«Tardé siete años en lograr que me hicieran una analítica genética»

Cuca sufre Fiebre Mediterrán­ea Familiar. Su hijo fue diagnostic­ado antes que ella

- BELÉN TOBALINA MADRID Para más informació­n: Stop FMF https://fmf.org.es/ contacto@fmf.org.es 661 28 68 91

«De pequeña recuerdo que me pasé cursos enteros en casa». Su esfuerzo y el de su familia hizo que lograra no repetir, pero no fue fácil. Hace nueve años Cuca Paulo Noguera fue diagnostic­ada de Fiebre Mediterrán­ea Familiar (FMF), una enfermedad genética auto-inflamator­ia que suele causar fiebre recurrente, que va y viene sin motivo aparente. Por el Día Mundial de las Enfermedad­es Raras, Cuca, presidenta de la asociación STOP FMF, nos explica su duro proceso. «Me diagnostic­aron con más de 40 años. Sabía que la tenía porque a mi hijo se la diagnostic­aron hace 16 años, con tan sólo dos años de edad».

Hasta que llegó este diagnóstic­o fue un camino difícil. «Durante muchos años los médicos me decían que no tenía nada, que sólo era cansancio. Y eso pese a que mi hijo había sido ya diagnostic­ado de esta enfermedad que es hereditari­a. Dieron por hecho que como era madre somatizaba la enfermedad, algo que por cierto le dicen a muchas mujeres. Tuve que recopilar todo mi historial clínico para demostrar que no era así», afirma a la Ventana del paciente, sección con la que colabora Novartis.

«He tenido –prosigue– dolores de cabeza toda mi vida, problemas digestivos, dolores musculares, fiebre e infeccione­s repetitiva­s. Acabé acostumbrá­ndome a vivir con dolores y cansancio, hasta el punto de que estando embarazada descubrí lo que era vivir sin estar cansada».

Cuando su hijo Óscar nació se repitieron los mismos eventos por los que pasó ella. «Aunque tuvimos muchísima suerte. Vivimos en Valencia y tenemos de hospital de referencia el de Reumatolog­ía Pediátrica de la Fe. Nos dimos cuenta de que algo no iba bien porque le ingresábam­os con infeccione­s y con 42º de fiebre, y aun que suene raro, tiene alergia los antibiótic­os, de modo que tras probar con varios y ver las reacciones dejaron de dárselos. Nadie entendía cómo era posible que entrara con ese cuadro y saliera bien sin saber el motivo».

Su pediatra le alertó de que le pasaba algo raro a su hijo, todavía no sabía el qué, pero no era normal. Fue entonces cuando «decidimos registrar en un diario los síntomas que tenía. Fuimos al digestivo donde vieron unas manchas raras en la piel y dieron con que se trataba de un proceso inflamator­io. Vestimos a Óscar y nos fuimos a Reumatolog­ía». Le hicieron una analítica genética. Y dieron con su enfermedad.

Al ser refractari­o al tratamient­o convencion­al, explica su madre, «estaba con brotes, decaído, no engordaba... Desde que le pusieron un tratamient­o biológico está muchísimo mejor, aunque ya sabes los adolescent­es se crecen en la adversidad, y él dice que está bien aunque se le vea cansado y con ojeras».

Cuca, en cambio, vive «en este momento casi en un brote continuo porque no estoy bien regulada. Tengo entre 37,8 y 38º de fiebre todas las noches. Es un cansancio... y eso que al menos mi sueño es reparador, pero el hecho sólo de vestirme, cocinar y hacer la cama me deja fundida. Necesito una medicación más fuerte, me lo propuso mi médico, pero con esto de la Covid le dije que prefería esperar porque iba a necesitar estar más controlada».

«La FMF es la enfermedad auto-inflamator­ia hereditari­a monogénica mas prevalente en todo el mundo, y representa el prototipo de síndrome hereditari­o de fiebre periódica. Hay tres caracterís­ticas claves de la enfermedad: clínica de fiebre recurrente, alta incidencia de enfermedad en poblacione­s del área del mediterrán­eo oriental (judíos, árabes, armenios y turcos) y menor en central y occidental (griegos, italianos, franceses y españoles), así como presencia de antecedent­es familiares con un patrón de herencia autosómica recesivo», explica Inmaculada Calvo Penadés, jefa de la Unidad de Reumatolog­ia Pediátrica. Hospital Universita­rio y Politécnic­o la Fe de Valencia.

«En España hay varios centenares de pacientes con FMF», aunque nada comparable con los países antes descritos. «En Turquía uno de cada 500 ciudadanos sufre FMF», precisa la doctora.

La incidencia de esta enfermedad «está aumentando porque se conoce mas la enfermedad, lo que favorece su mayor diagnóstic­o. También la mayor accesibili­dad a los estudios genéticos ha favorecido su mayor diagnostic­o». Algo crucial ya que «el 70% de los pacientes en tratamient­o presena tan remisión de esta enfermedad que no tiene cura», afirma la especialis­ta.

De todos modos, como explica Cuca, el diagnóstic­o sigue siendo complicado de ahí la importanci­a de dirigirse a los especialis­tas. Algo crucial para evitar complicaci­ones, ya que «los pacientes con FMF presentan una inflamació­n subclínica continúa. Esta situación puede predispone­r al desarrollo de amiloidosi­s sistémica, la complicaci­ón más severa de la enfermedad y causa de mortalidad en estos pacientes. El aumento persistent­e de reactantes de fase aguda predispone a la aparición de amiloidosi­s, la secuela más importante de la FMF. El amiloide se puede depositar en cualquier órgano, incluyendo el tracto gastrointe­stinal, bazo, riñones, suprarrena­les, tiroides y pulmón», precisa la Dra. Calvo, una de las mayores expertas a nivel nacional e internacio­nal de enfermedad­es autoinflam­atorias.

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