La Razón (Madrid) - A Tu Salud
GUERRACIVILISMO SANITARIO
NoNo tenemos arreglo. Recurro al plural, pero se trata de un recurso retórico, pues huelga aclarar que me excluyo de él. Mis compatriotas lo politizan todo, y eso, que ya de por sí me parece dañino, no es lo peor. Lo peor es que su testaruda politización de la realidad suele ser de enfrentamiento, de cainismo, de guerracivilismo... La vida se entiende entre nosotros como un derby, como una final de copa, como una pugna fratricida.
Lo digo en esta ocasión porque clama al cielo, por no decir al infierno, que la pandemia, las medidas para hacerle frente y la opción de las vacunas den pie a algo relativamente similar a un 18 de julio incruento. O no, porque tan insensata e inútil guerra incruenta no es, aunque nadie, por fortuna, dispare tiros en ella. El responsable directo de su mortandad será el coronavirus, pero los indirectos serán quienes se equivoquen en la tentativa de erradicación de la pandemia por motivaciones de ideología y politiquería en vez de hacerlo atendiendo sólo a ecuánimes razones de estricta índole sanitaria. Sólo los fanáticos de uno u otro signo pueden incurrir en la estupidez de pensar que la ciencia puede ser de derechas o de izquierdas.
Lo digo, entre otras cosas, por el negacionismo y afirmativismo imperantes en lo concerniente a las vacunas. Yo ya me puse hace tiempo las dos de la Pfizer y hay gentes amigas, incluso en mi misma familia, que se indignan por lo que califican de conformismo y me lo reprochan como si hubiese perpetrado un delito de alta traición a mi ideario. «¿Pero cómo es posible?»–me dicen– «¡Votas a los conservadores y luego sigues las consignas del gobierno!». A eso, en toda tierra de garbanzos, lo llaman confundir el culo con las témporas y los huevos con las castañas.
Creo que los negacionistas se equivocan, mas no por ello afearé su decisión. Están en su derecho de pensar que las vacunas pueden traer secuelas a corto y a largo plazo, que no se han testado como los cánones mandan, que sólo son un experimento, que nos tratan como si fuésemos conejillos de Indias y blablablá. Pero, por favor, que tampoco ellos nos increpen a quienes creemos, por simple sentido común, que las vacunas aportan más beneficios que riesgos. La Ciencia es, por definición, analítica, aséptica, racional y neutral. Y si no lo es, deja de ser Ciencia para transformarse en consigna, en pancarta o en superstición.