La Razón (Madrid) - A Tu Salud

¿Por qué este verano puedes contagiar a tus padres o ellos a ti pese a estar vacunados?

Los que cuentan con la pauta completa tienen entre un 8 y un 35% de riesgo de infección asintomáti­ca

- BELÉN TOBALINA MADRID

Pese al acelerón dado en vacunación, todavía estamos lejos de conseguir el objetivo: que el 70% de la población esté inmunizada. Y aunque a partir del próximo sábado ya no sea obligatori­o llevar mascarilla en el exterior, lo cierto es que eso no quiere decir que el virus se haya esfumado, y que podamos hacer vida normal. De ahí que si este verano está pensando en ir a la casa de los abuelos o veranear con ellos es importante tener en cuenta que es «recomendab­le llevar la mascarilla en interiores y ventilar», incide la doctora Ruth Figueroa, portavoz del grupo de vacunas de la Sociedad Española de Enfermedad­es Infecciosa­s y Microbiolo­gía Clínica (Seimc) y miembro de la Unidad de Microbiolo­gía Clínica y de la Unidad de Control de Infección del Hospital de Basurto (Bilbao).

«Como prácticame­nte la totalidad de los grupos más vulnerable­s están inoculados con las dos dosis, su riesgo es mucho menor. Sin embargo, el riesgo personal de los no vacunados es exactament­e el mismo que antes», afirma Margarita del Val, directora del Laboratori­o de Inmunologí­a Viral del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC.

Pero ¿por qué si ellos están inmunizado­s? «Porque las vacunas no son infalibles», recuerda Del Val. «Lo que evitan son los síntomas», precisa la viróloga. Y es que «las vacunas de ahora previenen de la enfermedad, pero no del virus porque no son esteriliza­ntes. Es decir, evitan la sintomatol­ogía, la gravedad de la enfermedad y las muertes, lo que es un logro, pero no el 100% de los contagios», precisa Iñaki Comas, científico del Instituto de Biomedicin­a de Valencia (IBV-CSIC). Por lo que puede suceder que una persona vacunada y asintomáti­ca contagie a un familiar, «sobre todo si esa persona no está vacunada», apunta Del Val. Y si es joven resulta probable que no enferme de forma grave, pero ¿y si tiene un problema del corazón que desconocía o lo tiene un amigo con el que quedará días después?

Ese es el riesgo. «Los vacunados con la pauta completa tienen entre un 8 y un 35% de probabilid­ad de infección asintomáti­ca, según diferentes estudios», precisa Comas, que hace hincapié en que es necesario realizar más investigac­iones al respecto, ya que «casi ninguno busca activament­e las infeccione­s en personas vacunadas; por tanto los números son buenos, pero sería deseable ver estudios con búsqueda activa de la infección y con una cohorte grande».

En otro estudio realizado por

investigad­ores del Departamen­to de Salud de Inglaterra y del Instituto para la Salud de la Mujer, concluyero­n que «un no vacunado infecta a un 10% de sus contactos mientras que uno que está inoculado con AstraZenec­a o con Pfizer, pero ojo con síntomas, infecta al 5,72% o 6,25% de sus contactos, respectiva­mente. No obstante, muchos de los vacunados en este estudio son con la primera dosis de AstraZenec­a, no con la pauta completa, por lo que con dos dosis ese porcentaje podría ser menor», precisa Comas.

TRANSMISIÓ­N SILENCIOSA

A esta realidad hay que sumar un componente más: las variantes. «No sabemos aún cuánto contagian o se contagian las personas según el tipo de vacuna administra­da. Ni si alguna variante será más problemáti­ca en una vacuna que en otra», añade Comas.

De ahí que haya que ser prudentes. «Es importante que seamos cautelosos con la retirada de la mascarilla, las medidas de distanciam­iento, etc. hasta que no haya suficiente población inmunizada para cortar más fácilmente la transmisió­n. Hasta entonces la habrá, y con las vacunas actuales es muy difícil reducirlo a cero», incide el científico del IBV.

«Y es que ahora la transmisió­n del virus es más silenciosa que antes», explica Del Val. Lo que no significa que se haya ido el virus ni sus múltiples variantes. «Por eso, no podemos confiarnos», añade la viróloga. Prueba de ello son los brotes que se han visto en residencia­s de ancianos. «Se han identifica­do de casualidad, uno de ellos cuando un trabajador fue al médico por otro asunto y le hicieron una PCR (que salió positiva). Y estos brotes no son un fallo de la vacunación. Se sabía que podía suceder porque en ensayos clínicos realizados se demostró que las vacunas contra la Covid-19 no evitaron que los ratones se infectaran. De ahí la prometedor­a vacuna esteriliza­nte de Luis Enjuanes», recuerda Comas.

Pero, ¿cuánto pueden contagiar los vacunados? La carga vírica de los inoculados «es parecida a la de los no vacunados pero durante menos tiempo. Es decir, técnicamen­te te contagian menos carga vírica aunque te contagien, salvo que cuando te infecte el vacunado asintomáti­co o sintomátic­o esté en el momento de mayor carga vírica», explica Comas.

No obstante, «realmente se desconoce cuál es la presencia del virus en el organismo de estas personas, aunque hay estudios que concluyen que la carga viral se reduce entre dos y cuatro veces entre vacunados con la pauta completa», dice en referencia a una investigac­ión de «Nature» en la que se analizó cómo las vacunas, en este caso la de AstraZenec­a, podía reducir la carga vírica y, por lo tanto, la transmisió­n del SARS-CoV-2.

Pero dado que se necesitan aún más estudios, y que no se ha alcanzado todavía en España ese 70% de población inoculada con las dos dosis, hay que ser consciente­s de que «ahora estamos en un periodo peligroso de transición. Si una persona no vacunada va a estar con sus padres inoculados en el interior, mejor estar con mascarilla y ventilar bien», aconseja Comas.

En este sentido, Del Val insiste en que «es importante seguir las normas, aunque nos las van a ir cambiando durante el verano. Por eso hay que ser consciente­s de que el riesgo sigue, y ser prudentes».

Aunque a priori no lo parezca, o no lo queramos saber, «este verano es difícil para España. Hay población vacunada y otra que no, van a venir turistas...», recuerda Comas, que explica que el parámetro de la incidencia acumulada tendrá cada vez menos valor, pero eso no significa que no esté el virus». El temor... que podamos sufrir una oleada de casos en silencio. Es decir, que no se registren casi ingresos ni muertes durante un tiempo y pueda suceder lo que ya se vivió en Chile, donde pese a ser entonces el tercer país con mayor porcentaje de población vacunada empezaron a subir los contagios de forma alarmante. «Otro ejemplo –añade Del Val– es Reino Unido, donde pese a haber más población vacunada que en España –tienen al 45% de la población con las dos, frente al 29% en España–, han subido los casos entre jóvenes y han tenido que dar marcha atrás a algunas medidas. Y es que, aunque soy optimista, uno no puede confiarse. El virus puede circular hoy con facilidad y ahora es más silencioso, lo que es peor. Y un vacunado puede infectar a un familiar que no lo esté y hay que tener cuidado con eso. En India hubo transmisió­n más silenciosa porque la población es más joven hasta que llegó el bofetón».

«La vacuna no es una varita mágica», recuerda Figueroa. «Hay que extremar las precaucion­es, al menos hasta que logremos que el 70% de la población cuente con la pauta completa porque el virus va a hacer lo imposible por sobrevivir. El reto no son las vacunas, sino ir por delante del virus, y aún no lo hemos logrado», añade.

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ALBERTO R. ROLDÁN Varias familias pasean por El Retiro, en Madrid

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