La Razón (Madrid) - A Tu Salud
CON EL MODELO MIR NO SE JUEGA
MásMás allá de la evolución experimentada por la pandemia, la noticia sobre Sanidad que más ha captado mi atención en el último mes –y más preocupación me ha causado– es la relativa al traspaso de la gestión de la formación sanitaria especializada del Gobierno de España a la CC AA de Cataluña.
Es, según los medios de comunicación, un tema que se trató durante la reunión de la «comisión bilateral Generalitat-Estado» celebrada el 2 de agosto, y aunque la ministra Darias ha asegurado que la cuestión «no está en la agenda», los consejeros catalanes de Presidencia y Salud afirman que sí lo está, retomando una polémica que ya se produjo en diciembre de 2019 cuando PSOE y Unidas Podemos incluyeron el asunto en su acuerdo para gobernar.
En febrero de 2020, Salvador Illa, entonces ministro de Sanidad, intentó zanjar la controversia asegurando públicamente que la gestión del MIR –así como la homologación de títulos– no sería transferida a Cataluña, pero ya ven, año y medio después la incertidumbre vuelve a planear sobre un modelo que atesora más de 50 años de éxito y que es el responsable de la modélica y excelente capacitación de nuestros profesionales.
Por si la elección telemática de plaza sin actualización en tiempo real impuesta en los últimos dos años no había generado suficiente inestabilidad –huelgas históricas de sanitarios incluidas–, ahora resurgen las opciones de una transferencia competencial que lejos de aportar mejora alguna al modelo, quebrantaría los principios de equidad, igualdad de oportunidades, mérito y capacidad en la formación, y atentaría además contra el principal activo del Sistema Nacional de Salud (SNS) en términos de calidad y cohesión.
Partiendo de lo dispuesto sobre la materia por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, esa es mi opinión; una opinión convergente con la emitida en los últimos días por los consejos de colegios profesionales, sindicatos, representantes de los estudiantes... que piden –pedimos– al Gobierno que de no hacer nada realmente útil y tangible para consolidar y mejorar el modelo MIR, al menos lo respete tal y como está. No obstante, lo suyo –lo mínimo– sería que hiciese todo cuanto sea necesario para evitar que lo más sagrado que tenemos en el SNS –los profesionales y sus competencias– sea un juguete del independentismo.