El Atlético encalla por sus errores
El Gerona aprovecha el único despiste de la defensa para empatar en el Wanda
Habitual inquilino de la vida en el alambre, del 1-0 o el 0-1 obtenido siempre con sangre, sudor y lágrimas, el Atlético encalla cuando comete errores. Se atasca cuando sus automatismos chirrían por algún sector. Sucedió ante el Sevilla en los cuartos de final de la Copa y también ayer, frente a un Gerona sólido y sin el retraimiento que suele acomplejar a los recién ascendidos. La defensa colchonera regaló un despiste, uno en noventa minutos, y esto fue suficiente para desbaratar un plan concebido para sujetar tres puntos con un gol. El Barça cabalga a paso de escuadrón cincelado en fichajes multimillonarios mientras el Atlético persigue desde una posición incómoda. No juega al fútbol tanto como para desestabilizar al líder. Es un hostigamiento a distancia, a largo alcance y con prismáticos.
Lo mejor del fútbol es su transparencia. Todo el mundo ve lo que pasa, sin trampa ni cartón. No hay engaño posible a las sensaciones, la percepción de la realidad a la vista de todos. El Atlético se comporta con solvencia y profesionalidad, sabe lo que se trae entre manos, pero su juego no deslumbra ni provoca fascinación. Cuando todas las teclas funcionan, es capaz de lo imposible, pero esto ahora no pasa porque algún resorte ha descolocado su usual firmeza defensiva.
Vitolo, suplente
No empezó Vitolo, tampoco Koke o Gabi, tres teóricos titulares en el programa del Cholo. El trabajo se le acumula al Atlético y la revancha de la Copa en Sevilla condicionó esa alineación. Tampoco es probable que con el extremo canario el juego se airee. Desde hace tiempo, el equipo rojiblanco ha apostado por una idea de fútbol que no estimula la belleza ni la estética, tampoco el placer visual de sus aficionados. Es una tropa articulada para la acción.
El enclave de Griezmann, un enganche a la vieja usanza, que oxigena, aporta visión y canaliza las ideas desde otro punto de vista, más sencillo y menos abrupto, recuerda a sus compañeros y al público que es posible llegar a la portería contraria sin la obligación del asalto, la carrera desaforada o el choque de cuerpos. También hay una opción para la creatividad y el ingenio, aunque sea evidente su posición minoritario.
Cuando la toca Griezmann, el Atlético se aclara, acude fácil y raudo al balón sin necesidad de acaloramientos y apelaciones al testículo. Incluso el fútbol parece más fácil y coherente. Una alternativa muy fiable.
El Gerona planteó todo tipo de dificultades al Atlético, que se ha grapado a Diego Costa en una búsqueda casi instintiva. Lo hace todo bien el brasileño, pero de alguna manera el colectivo anula la perspicacia de Griezmann. El gol llegó en una maniobra de los tres mejores futbolistas ayer, Thomas, su pase picado con mucha intención a Costa, el salto impetuoso y sutil de éste para dejar el balón franco al francés, que la empujó a la red.
El Atlético encontró lo que quería, el gol flotador. El resultado para especular con el marcador, los esfuerzos y la economía de subsistencia.
Simeone quitó a Diego Costa y Griezmann, seguramente pendiente, como todos, del partido de Sevilla y el obligado pensamiento en remontar el 1-2. Pero el Gerona supo qué hacer con el partido. Lejos de lamentarse o edulcorar la labor de su adversario, se fue a por el empate. El Atlético retrocedió intencionadamente, en busca de su zona de confort, la defensa numantina y el contragolpe con galgos de calidad, como Vitolo, Correa o Gameiro.
Sucedió que el 1-0 o el 0-1 siempre deja una rendija al descalabro, porque el margen es muy corto. Koke despejó mal y la defensa confió en una salida en tromba para ahuyentar a los delanteros catalanes. El toque de cabeza pilló con el paso cambiado a Giménez y Savic, y esta vez Oblak no pudo contribuir con el milagro semanal. Portu metió la puntera y el Gerona se llevó el empate que deja fría y pensativa a la parroquia colchonera.