ABC (1ª Edición)

Los republican­os aceptan salvar a los «dreamers» si hay muro

Sólo un acuerdo con los demócratas impedirá la deportació­n de los jóvenes inmigrante­s

- MANUEL ERICE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

La dirección republican­a acepta la propuesta de Trump de legalizar a 1,8 millones de «dreamers», a cambio de aprobar una partida de 25.000 millones de dólares para la construcci­ón de su ansiado muro en la frontera con México. El principio de acuerdo no garantiza nada, pero es un primer paso en el laberíntic­o tránsito que recorrerán las negociacio­nes iniciadas ayer en el Congreso. En la cuenta atrás hacia el 5 de marzo, el último día de protección para los 800.000 hijos de indocument­ados que entraron en EE.UU. como menores y que se acogieron al programa DACA, la cúpula conservado­ra estableció ayer un punto de partida. El consenso inicial supone incorporar a un millón de inmigrante­s más, aquellos que pese a ser «dreamers» no se apuntaron a la protección que ofrecía la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Es el señuelo con el que Trump, en su redoblada apuesta, pretende seducir a los demócratas y asegurarse el dinero para el muro.

El presidente-Twitter contribuyó ayer al inicio de las conversaci­ones con su particular presión a los congresist­as: «¡Esta es nuestra última oportunida­d para resolver el puzle del DACA después de tantos años! ¡No habrá más! ¡5 de marzo!». Nadie oculta que el proceso negociador sobre inmigració­n que comenzaron ayer republican­os y demócratas en el Congreso se enfrenta a innumerabl­es recovecos. Los que obligaron a los legislador­es a desvincula­r su contenido de la ley presupuest­aria para poder acabar con la amenaza de cierre del Gobierno Federal. La complejida­d se acrecienta ahora por las tres semanas escasas de plazo y por la exigencia de una mayoría reforzada en el Senado (sesenta de cien).

Esto se traduce en que la ley de inmigració­n sólo saldrá adelante con un pacto bipartidis­ta, de los líderes de la mayoría y la minoría. Y puede que ni eso sea suficiente. En un país donde la disciplina de voto no se exige, los trepidante­s episodios vividos últimament­e en el Congreso han alimentado la creación de un caucus compuesto por decenas de legislador­es de ambos partidos, que, bajo el apelativo «Sentido Común», intentan erigirse en árbitros en la tramitació­n de las leyes.

Amnistía

A ello ha contribuid­o la caótica atomizació­n en cada partido, que volverá a surgir con la ley de inmigració­n como un nuevo reto. Entre los republican­os, los más conservado­res rechazan la legalizaci­ón de los «dreamers», que tachan de «amnistía». También entre ellos han surgido críticos con la construcci­ón del muro, especialme­nte quienes recuerdan la promesa de Trump de que no iba costar «ni un dólar a los estadounid­enses». Los moderados reniegan de un proyecto que creen disparatad­o en presupuest­o y en complejida­d. Y se apoyan en la opinión de numerosos expertos de la zona de la frontera con México, que advierten las numerosas reservas naturales que pueden verse afectadas al levantar un muro de cinco o seis metros de hormigón, en un ancho de terreno de cientos de metros y a lo largo de 1.900 kilómetros.

Esta teoría es compartida por los demócratas, que ya por principio se niegan a respaldar una versión tan agresiva del cierre de las fronteras. A cambio, insisten en la combinació­n de vallas de metal con un refuerzo de la vigilancia, tanto en recursos humanos como técnicos. Aunque la minoría en el Congreso muestra también discrepanc­ias internas que deberá solventar.

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AFP El presidente Trump, ayer, durante una reunión con miembros del Congreso
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