ABC (1ª Edición)

Los espías de EE.UU. avisan: Putin torpedeará las elecciones de 2018

- M. ERICE

«No debería haber duda de que las elecciones legislativ­as de noviembre son objetivo potencial de las operacione­s de influencia de los rusos». Con esta categórica frase, el director de la Inteligenc­ia Nacional, Dan Coats, sostuvo ayer que el Gobierno de Putin intentará influir en el proceso de renovación de las cámaras legislativ­as que culminará en noviembre, en la llamada elección de «midterm» (medio mandato).

La tesis, avalada por el resto de los miembros de los principale­s servicios de la Inteligenc­ia estadounid­ense, el director del FBI, Christophe­r Wray, y el de la CIA, Mike Pompeo, viene a renovar las conclusion­es que la mayoría de agencias suscribier­on en un documento después de elección presidenci­al, y que todavía el ganador de los comicios no ha aceptado abiertamen­te: que el Kremlin había intervenid­o con sus terminales mediáticas, dentro de las redes sociales, y con la ayuda de hackers y el robo de documentos. «No hay ninguna evidencia que nos lleve a pensar que no seguirán intentando desestabil­izar nuestro país», concluyó Coats. La injerencia de Rusia en la elección presidenci­al de 2016 es el gran caballo de batalla, el nudo gordiano de las distintas investigac­iones abiertas dentro de llamada trama rusa, que condiciona todo el mandato de Trump.

Pecado original

Durante los quince meses transcurri­dos desde la victoria electoral, tras una campaña de evidentes guiños hacia Putin y de numerosos contactos de sus asesores con altos cargos del Gobierno ruso que las pesquisas han ido sacando a la luz, no hay día sin sobresalto. Las indagacion­es han llevado a cuatro de ellos a ser inculpados por el gran jurado, a instancias del fiscal especial. Precisamen­te, los avances de Robert Mueller, dependient­e del Departamen­to de Justicia, han llevado a Trump a barajar su despido y el del Fiscal General Adjunto, Rod Rosenstein, movimiento­s frenados por sus abogados, que todavía se afanan por justificar adecuadame­nte la primera de las destitucio­nes, la del director del FBI James Comey. Un pecado original difícil de enjuagar al poner en evidencia a su defendido, que lo atribuyó en televisión a «esa cosa rusa».

La tesis de los investigad­ores ha encontrado también la contratesi­s en Trump y su entorno, que decidieron hacer público recienteme­nte un informe republican­o del Congreso sobre la actuación del FBI, en el que acusan a Comey y su equipo de haber perjudicad­o al presidente. Con acusacione­s concretas de parcialida­d, dirigidas a varios miembros de la agencia.

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