ABC (1ª Edición)

China asalta los concursos públicos de Panamá bajo sospechas de corrupción

El gigante asiático reta a las empresas españolas en las licitacion­es, con el cuarto puente sobre el Canal como gran puerta de entrada al país caribeño

- JUAN PABLO CARDENAL ENVIADO ESPECIAL A PANAMÁ

China ajusta su punto de mira y toma posiciones para su enésimo desembarco económico. Esta vez en un feudo sin recursos naturales, pero de enorme importanci­a geoestraté­gica: Panamá. Al servicio de tal propósito exhibe la tradiciona­l musculatur­a de su capitalism­o de Estado: sus inagotable­s recursos financiero­s, una colección de bancos y empresas estatales decididos a dominar los sectores clave y una diplo- macia incisiva. Como marcan los cánones de su expansioni­smo económico, Pekín irrumpe en bloque y con rumbo fijo, poniendo sobre la mesa una propuesta de desarrollo que en el país centroamer­icano, como en tantos otros, se antoja irresistib­le. Considerac­iones geopolític­as aparte, la entrada en escena del gigante asiático tiene vocación de largo plazo y promete sensacione­s fuertes. No es solo que China es el segundo usuario del Canal de Panamá y el primer proveedor de mercancías de la Zona Libre de Colón, el principal puerto franco del continente americano. Además gestiona ya o construye terminales portuarias a ambos lados del istmo que une los océanos Pacífico y Atlántico, a la vez que aspira a jugar un rol protagonis­ta en el futuro proyecto que desarrolla­rá industrial y logísticam­ente el canal interoceán­ico para fortalecer su posición como «hub» global.

Músculo inversor

Ahora bien, la implacable competitiv­idad de China es ya inminente en el negocio de las licitacion­es de obras públicas. Negocio rutilante este gracias a que Panamá crece desde principios de siglo a ritmo de milagro económico (ha multiplica­do su PIB por 4,5 desde entonces) y dicha bonanza le ha permitido licitar incontable­s obras de infraestru­cturas –algunas faraónicas– que el país necesita.

La más importante de cuantas están actualment­e en licitación es el llamado cuarto puente sobre el Canal: seis kilómetros, seis carriles y un cos- te aproximado de 1.500 millones de dólares. «La obra más emblemátic­a de cuantas se van a construir en Iberoaméri­ca en los próximos años», dicen expertos del sector. Compiten un consorcio italiano, la española Dragados Sucursal Panamá (Grupo ACS) y dos consorcios chinos liderados, respectiva­mente, por las estatales China Harbour Engineerin­g Company (CHEC) y China Railway Group.

El concurso refleja lo que está por venir: la implacable competenci­a de China en las licitacion­es públicas para las empresas españolas, cuyo negocio en Panamá supera los 4.200 millones de euros desde mediados de 2014 sin contar la obra de ampliación del canal que acometió Sacyr. La adjudicaci­ón, prevista para los próximos días o semanas, viene condiciona­da por dos factores: por un lado, el establecim­iento de relaciones diplomátic­as entre China y Panamá, en junio de 2017; y, por otro, la alarmante corrupción vin-

culada a las obras públicas panameñas, como destapó el escándalo Odebrecht, un caso que lleva más de dos años causando estragos y cobrándose piezas por todo el continente además de protagoniz­ar a diario el fuego cruzado político en Panamá.

Amaños y dudas

«Da la impresión de que los chinos serán los nuevos Odebrecht», confía a este periódico Miguel Antonio Bernal, abogado y precandida­to a las elecciones presidenci­ales de 2019. Su diagnóstic­o no puede desvincula­rse de la indignació­n cotidiana que invade a la sociedad panameña, en un contexto de corrupción política que salpica al menos a los tres últimos gobiernos, incluido el del actual presidente Varela. Fue corrupción a gran escala, ya que la constructo­ra brasileña fue la adjudicata­ria de más de dos docenas de obras públicas, sin duda las más importante­s: la ampliación del aeropuerto de la capital, las líneas de metro y distintas carreteras. El esquema lo reconoció la propia Odebrecht: «pagar para poder competir».

La constructo­ra declaró ante las autoridade­s estadounid­enses que pagó 59 millones dólares en sobornos solo en Panamá, pero se da por seguro de que la cifra es mucho mayor. «Todos pensamos que detrás de cada adjudicaci­ón a Odebrecht en Panamá hubo un soborno», apunta Olga de Obaldía, directora de Transparen­cia Internacio­nal en el país centroamer­icano.

Que Odebrecht siguiera licitando en Panamá hasta 2017 mientras el escándalo escalaba en toda la región, muestra el escaso celo de la Justicia para perseguir la corrupción y la negativa del gobierno a reformar una ley de contrataci­ones públicas que es señalada como origen de la corrupción, alimenta la convicción de que el esquema de corrupción de Odebrecht sigue vigente. Panamá fue clasificad­o el 87 de entre 176 países en el Índice de Corrupción de Transparen­cia Internacio­nal de 2016.

Por si fuera poco, según fuentes consultada­s por ABC tanto el consorcio chino CHEC como la compañía encargada de la asistencia técnica del proyecto, la estadounid­ense de origen chino T.Y.LIN Internatio­nal, tienen en sus filas como gerentes a sendos ex directivos de Odebrecht, entre otros exempleado­s. Según dichas fuentes, la amistad entre ambos gerentes habría permitido a CHEC recibir informació­n confidenci­al para ofrecer el mejor precio de todas las ofertas económicas, cuyo peso en la licitación es del 45%. Por su parte, la comisión evaluadora, con miembros vinculados a obras pasadas de Odebrecht en Panamá en las que hubo sobornos, habría penalizado las ofertas técnicas de ACS y del segundo consorcio chino para, supuestame­nte, poner en ventaja a CHEC. «No va a ganar el mejor proyecto sino el que más plata afloje», advierte Bernal.

Luis Miguel Hincapié, el vicecancil­ler de Exteriores panameño, aseguró a ABC que no hay vinculació­n posible, ni contrapart­idas por el hecho de que China y Panamá hayan entablado relaciones diplomátic­as. Sin embargo, es indudable que a más largo plazo la sombra del capitalism­o de Estado chino amenaza con cambiar las reglas del juego de las licitacion­es públicas panameñas. China tiene ahora la oportunida­d de consolidar su posición en el país, toda vez que las condicione­s supuestame­nte blandas y en cualquier caso poco transparen­tes de sus préstamos millonario­s pueden hacer palanca para que las obras públicas le sean adjudicada­s directamen­te en vez de competir por ellas en licitacion­es.

Proyectos «llave en mano»

De hecho, de los 19 acuerdos suscritos entre ambos países tras establecer relaciones destacan, entre otros, el que da luz verde para un tren de la capital a la frontera costarrice­nse, cuyo coste de 5.500 millones de dólares financiará China; y la toma de posiciones tanto del China Developmen­t Bank como del Exim Bank, los dos principale­s bancos de desarrollo chinos, ya que planean abrir sede en el país centroamer­icano. Ambos bancos llevan décadas financiand­o proyectos de infraestru­cturas «llave en mano» por medio mundo, con un modelo que condiciona dicha financiaci­ón a que los adjudicata­rios de las obras sean empresas estatales chinas como las que licitan por el puente panameño.

Como telón de fondo asoma el megaproyec­to global de infraestru­cturas de Pekín, conocido como la Ruta de la Seda del siglo XXI o el «One Belt, One Road» (Una Franja, Una Ruta). «Vislumbram­os que China use a Panamá como la puerta de entrada a Iberoaméri­ca. Ya prácticame­nte formamos parte de ese proyecto chino y por tanto queremos que sirva para explotar la plataforma estratégic­a de Panamá y que China lo utilice de puerta para el resto del mundo», remata Hincapié. Se dan, por tanto, todos los requisitos para que el desembarco de China en Panamá coja velocidad de crucero.

Conexión oscura El consorcio chino CHEC tiene en sus filas a gerentes que antes fueron directivos de Odebrecht

Efectos colaterale­s Los presuntos sobornos pueden haber penalizado ofertas de empresas españolas

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Obras de ampliación del Canal de Panamá
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