Compañero de viaje
Regino Hernández y yo tenemos una historia parecida: una mala actuación en unos Juegos y una medalla en los siguientes. Me encanta que el relevo de mi bronce se haya producido en una modalidad como el snowboard. Han pasado veinticinco años y 361 días, pero aún recuerdo que, con los fantasmas de Calgary sobre mí, cada pierna me pesaba un quintal. Y me pesaban por ver a mis siete hermanos, que habían cerrado la tienda para venir a verme. No podía fallarles. Eran un aliciente que te da alas, pero que también bloquea y da miedo. No ha tenido miedo Regino, ni Lucas, ni Laro. Estos deportistas son valientes, descarados y muy buenos estrategas. Y con un oportuno punto de locura, como corresponde a un deporte tan emocionante y visual. El esquí es el rey de los deportes de invierno, pero están surgiendo unas disciplinas que buscan su cuota de protagonismo, algo lógico, porque el esquí alpino está pasando una mala época en España.
Hay que seguir trabajando con la base, darle expectativas y opciones. No olvidemos que en España llegamos tarde a los deportes de nieve. A mí me miraban de reojo: España era paella y playa, pero consideraban que yo podía hacer algunas cosas, como las están haciendo ahora Regino y compañía. Espero que esta medalla se plasme en fe y en apuesta por los deportes de invierno. Ya no estamos solos mi hermano y yo. Tengo un buen compañero de viaje.