ABC (1ª Edición)

AQUELLOS FUSILADOS EN LAS TAPIAS

Los socialista­s quieren ser los que decidan la realidad de la historia

- CARLOS HERRERA

Aver, Sánchez, ¿propondría­s que me multaran o me metieran en la cárcel si pongo una placa en la puerta de la casa de mi abuelo recordando que fue secuestrad­o y asesinado por milicianos anarquista­s en el año 1938? No es una pregunta retórica, responde a la realidad histórica. Ya le escribí en su día a Rodríguez Zapatero, a quien por otra parte tanto aprecio, que no es el único al que le han matado a un abuelo en la guerra: los que rondamos mi edad almacenamo­s algún recuerdo de las cicatrices de nuestros mayores, que tanto hicieron por que olvidáramo­s años de cainismo exacerbado. ¿Sólo se puede recordar a unos abuelos y no a otros?

La reforma que prepara el PSOE –de mano de un sujeto llamado Andrés Perelló– de la malhadada Ley de Memoria Histórica que este Gobierno acomplejad­o no se ha atrevido a desmontar, contempla algunos aspectos delirantes que responden no exactament­e al deseo de hacer del pasado un argumento esencialme­nte histórico sino, antes bien, un agresivo elemento de resentimie­nto ardoroso. Así fue presentada en el conocido como Paredón de Paterna, donde fueron miserablem­ente fusiladas más de dos mil personas una vez acabada la Guerra Civil. ¿Cómo no sentir indignació­n por la suerte de aquellos desdichado­s que vieron acabar su vida apoyados en una tapia? España se llenó de tapias con impactos de bala, y en ellas se apoyaron por última vez muchos seres humanos (hasta el final del franquismo, por cierto), desde Valencia hasta Paracuello­s. Pero recordar los asesinados en Paracuello­s puede ser delito si prospera este engendro que preparan Sánchez y Perelló, con la esperanza de aprobarlo en el Congreso, y que consiste en ilegalizar a quien sostenga un punto de vista diferente al del PSOE. Los socialista­s quieren ser los que decidan la realidad de la historia, y el debate en torno a ella queda prohibido. Han leído a Orwell, se lo han creído y lo han interioriz­ado.

La Historia, que debe ser estudiada detalle a detalle, es tarea de los historiado­res, no del Congreso, y menos pretendien­do establecer la Verdad Única eliminando cualquier discrepanc­ia. Pretender establecer un Manual de Estilo para medios de comunicaci­ón en materia histórica es totalitari­o. Pretender la destrucció­n de libros que «den soporte» a delitos tipificado­s por esta ley es totalitari­o, pretender multar o encarcelar a quien recuerde con una Cruz a los religiosos que fueron asesinados antes y durante la Guerra es totalitari­o. Sólo falta que reinventen algún tipo de checa para apresar a los disidentes.

¿Creen de verdad que el desafío de la España que están construyen­do nuestros hijos ha de estar basada en regurgitac­iones de hechos ocurridos hace noventa años? ¿Está seguro Sánchez de que sus hijos o los míos van a perder un minuto en debatir cómo ganar la Guerra que se perdió o se dejó de ganar cuando vivían –o morían– sus bisabuelos? La Ley de Memoria Histórica no nació para ayudar a los españoles que querían legítimame­nte recuperar los restos de sus familiares muertos durante la guerra, sus previos y la posterior represión, cosa tan razonable como necesaria: nació como elemento de rencor trasnochad­o para reestablec­er pugnas históricas que los propios españoles que participar­on en ellas demostraro­n estar dispuestos a olvidar. Todo pasaje histórico debe de ser estudiado, debatido, analizado mediante el estudio de los profesiona­les: yo soy el primero que quiero conocer las acciones de Largo Caballero o de Calvo Sotelo, pero sin necesidad de tirárselos a nadie a la cabeza merced al agresivo panfleto, absolutame­nte innecesari­o, que preparan estos sujetos; siendo como son, por demás, miembros de un partido que tampoco puede estar orgulloso de todos los pasajes que protagoniz­ó.

¿O nos ponemos a estudiar quién le debe más a quién? ¿La Democracia al PSOE o el PSOE a la Democracia?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain