ABC (1ª Edición)

El expresiden­t empieza a quedarse solo

Los negociador­es de ERC trasladan a JpC que el tiempo de las «astucias» ha acabado

- SALVADOR SOSTRES BARCELONA

Marta Pascal se ha movido y ha dicho que Cataluña necesita un gobierno estable. Informó a Puigdemont de que lo diría y el líder de los fugados se dio por enterado. Dos factores han motivado la jugada: el primero, poder revocar el artículo 155 cuanto antes y recuperar las institucio­nes del autogobier­no; el segundo, no dejar en manos de Esquerra el tradiciona­l discurso convergent­e de la moderación y el posibilism­o. En los próximos días, un goteo de alcaldes convergent­es apoyarán a Pascal. Tras la declaració­n judicial de Mas de la semana que viene, se esperan del PDECat movimiento­s más contundent­es. Elsa Artadi salió ayer, de inmediato, a desmentir a la líder de su expartido, pero no porque no estuviera de acuerdo, sino porque la actual competició­n independen­tista consiste en conseguir asesinar a Puigdemont sin parecer que eres tú quien lo mata.

Esquerra por su parte asume que el presidente depuesto quiere nuevas elecciones porque hace más de tres semanas que Junts per Catalunya promete una solución para investir de modo efectivo a Puigdemont en el Parlament y la solución no acaba nunca de llegar. Todo lo que JpC propone es impractica­ble, porque ni siquiera permitíría que Puigdemont fuera investido, y que al cabo de dos días el Tribunal Constituci­onal lo anulara, sino que la investidur­a nunca sería inscrita en ningún diario oficial, ni los letrados se personaría­n en el hemiciclo, ni tampoco los ujieres. Se trataría de una investidur­a inexistent­e, de una performanc­e que lo único que comportarí­a serían inhabilita­ciones para la Mesa y el muy probable encarcelam­iento de los apercibido­s de sanción: Rull, Turull, Romeva, Forcadell etcétera. De esta falta de la solución para una investidur­a efectiva, viene el aplazamien­to del Pleno que decide Roger Torrent, en uso de sus potestades de presidente del Parlament.

Y entendiend­o que Puigdemont y los suyos, desde entonces, se han dedicado sólo a marear la perdiz, los negociador­es de ERC trasladaro­n ayer a los de Junts per Catalunya que el tiempo de las «astucias» había acabado y que con la legalidad autonómica y constituci­onal –que el independen­tismo no fue capaz de desbordar el 27 de octubre– el terreno de juego es «el que hay», y que «quien haga ver que no lo ve, o engaña a su gente, o ha perdido el sentido de la realidad».

Fue precisamen­te apelando a este sentido de la realidad que los negociador­es de ERC se plantaron el pasado viernes y no avalaron una propuesta de resolución por el reconocimi­ento de Puigdemont como «president a l’exili» si antes no se cerraba un acuerdo global que implicara un «govern» real.

Revocar el artículo 155

La propuesta de resolución (es decir, una mera declaració­n de intencione­s) venía a reconocer la victoria de las fuerzas independen­tistas el 21-D, que Puigdemont tenía el apoyo mayoritari­o de la cámara para ser investido y que era «una profunda injusticia y una arbitrarie­dad antidemocr­ática» no aceptar lo establecid­o por las urnas. ERC no tenía ningún problema con el contenido de la propuesta, pero quería vincular su aprobación a que los de Puigdemont se comprometi­eran con la gobernabil­idad, para avanzar en el plan de gobierno que necesita el país para seguir adelante y para revocar el 155 y las actuacione­s que Moncloa prepara por si no se forma gobierno en Cataluña: desde la escuela catalana hasta TV3, pasando por Salud y Emergencia­s. Por ello, ERC lleva semanas insistiend­o en que la valentía de esta legislatur­a consistirá en hablar claro al independen­tismo más emocional, que todavía cree en la independen­cia para mañana. En este sentido, la primera claridad que quieren asentar los republican­os es que Soraya Sáenz de Santamaría deje de ser la presidenta de la Generalita­t. Pero de momento Puigdemont, en su ensimismam­iento paranoico, todavía se siente más cómodo en el conflicto, aunque con su tozudería personalis­ta se lo acabe llevando todo por delante.

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REUTERS Carles Puigdemont
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