ABC (1ª Edición)

Wes Anderson ilumina el arranque de la Berlinale

∑Por primera vez, una película de animación «stop-motion», «Isla de perros», inaugura el festival, que este año celebra su 68 edición

- DAVID MARTOS ENVIADO ESPECIAL A BERLÍN

Hay películas capaces de iluminar una tarde de domingo. Son películas que, a pesar de su fotografía oscura, o de lo tétrico que resulte el tema que tratan, pintan una sonrisa en la cara del espectador y le sirven para escapar a otros mundos y a otros tiempos. Escapar, en definitiva, de su cabeza. Ayer, en el arranque de la edición número 68 de la Berlinale, la «Isla de perros» de Wes Anderson funcionó como esos clásicos que alegran las largas horas de sofá y manta. Despejó los nubarrones del festival y generó una ola de buenas críticas y aplausos.

El festival de Berlín se había ido aproximand­o a su arranque en este 2018 entre declaracio­nes fuera de tono de su director artístico sobre el movimiento #MeToo y el caso Weinstein, y también entre manifiesto­s de cineastas que pedían repensar la muestra de clase A más gourmet del continente. Pero la cinta de Anderson lo cambió todo. Y la rueda de prensa posterior a la proyección lo subrayó aún más: el reparto cantó canciones ante la prensa y provocó carcajadas, y no recibió ni una sola pregunta con la palabras «Weinstein» o «abusos». Contra todo pronóstico.

Origen

En «Isla de perros», Wes Anderson mezcla dos ideas que venían rondando su cabeza desde hacía tiempo. El director de «Fantástico Sr. Fox» o «El Gran Hotel Budapest», la cinta que inauguró Berlín hace cuatro años, quería contar una historia de perros abandonado­s en un basurero y, a la vez, homenajear a los maestros japoneses del cine. Y el resultado de esa mezcla es la historia de Atari, un niño nipón que busca desesperad­amente a su perro Spots en una ciudad imaginaria. La aventura le lleva hasta una isla llena de desperdici­os, a varios kilómetros de la costa, en la que el alcalde de la ciudad está confinando a los perros, afectados por una extraña gripe. «Tuvimos que inventarno­s todo un entramado político para la película», dijo Anderson en un encuentro con la prensa. «Y lo que se ve en la pantalla – un mandatario déspota, que extorsiona y mata en su cruzada contra los canes– no se parece en nada a Japón, donde está ambientada la historia, sino más bien a Texas. Es todo inventado, pero el mundo ha cambiado mucho a medida que hacíamos la película, y todo lo que ha ocurrido a nuestro alrededor ha encontrado la manera de colarse en la historia». Como referencia­s citó a Kurosawa, al maestro japonés de la animación Miyazaki... y a «La dama y el vagabundo», de Disney. Ni rastro, curiosamen­te, de Cruella de Vil.

Figuras reales

Han sido años de trabajo para el equipo. De animar los personajes muy poco a poco mediante la técnica «stopmotion», que requería que muchos de los caracteres y los escenarios fue-

ran construido­s de verdad. «No hay nada en toda la película que se pueda clasificar como ‘efectos visuales’ puros, todo está basado en miniaturas, grandes y pequeñas. Aunque algunas tendrían que ser tan grandes que podrían ocupar toda esta sala, así que tuvimos que ingeniárno­slas para no salir de nuestras posibilida­des», confesó el director durante la rueda de prensa en Berlín.

A su lado, el inmenso reparto de voces de la cinta, formado por muchos de sus colaborado­res habituales. A la cabeza Bryan Cranston, el protagonis­ta de la serie «Breaking Bad», que da vida al líder de la banda perruna que ayuda al niño, y a la que pertenecen Bill Murray –especialme­nte hilarante–, Edward Norton, Jeff Goldblum y el veterano Bob Balaban. Cuando el moderador le presentó, todos los actores comenzaron a corear su nombre al ritmo de la canción «Barbara Ann».

Además, el perro que busca el pequeño Atari está interpreta­do por Liev Schreiber, y Greta Gerwig, nominada a dos Oscar por «Lady Bird», presta su voz a la perra Tracy, clave para el desarrollo de la historia. Tan larga era la nómina de actores que algunos de los ilustres, como Tilda Swinton, tuvieron que sentarse entre el público. «He venido tantas veces a Berlín desde que traje la primera película que hice, que solo me falta ponerme a limpiar. Probableme­nte lo haga el año que viene», dijo la intérprete entre risas.

Con la película de Anderson, que compite por el Oso de Oro, arranca una Berlinale con una evidente falta de glamour pero con un sabor marcadamen­te europeo. Estarán aquí el exvampiro Robert Pattinson y el extodo Joaquin Phoenix, pero lucharán por robarles el protagonis­mo la sueca «The real estate», sobre una anciana que hereda un edificio de apartament­os, o la noruega «Utoya 22 de julio», sobre los atentados del año 2011. También dará que hablar la «Eva» de Benoit Jacquot, una nueva aproximaci­ón a la cinta de Jeanne Moreau de 1962... pero esta vez con Isabelle Huppert en el cartel.

Españoles

España tendrá una representa­ción muy similar a la del año pasado: es decir, menor. Nada en la sección oficial. En Panorama, además de «La librería» de Isabel Coixet, muy querida por la Berlinale, participar­á «La enfermedad del domingo», del director Ramón Salazar. Es un drama muy frío sobre dos mujeres, Bárbara Lennie y Susi Sánchez, que se reencuentr­an tras una larga separación. Destaca también entre la oferta española un documental sobre las víctimas del franquismo producido por Pedro Almodóvar.

Ahora, el reto para quienes en el invernal Berlín ven las películas y hacen las entrevista­s es que no se les congele la sonrisa que les ha pintado Wes Anderson en la cara.

Reparto de lujo Bryan Cranston, Bill Murray, Edward Norton, Tilda Swinton o Liev Schreiber ponen sus voces

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REUTERS Atari y su perro Spots, protagonis­tas Wes Anderson, con todo el reparto de la película, que le ha acompañado en su estreno berlinés
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Una escena de «Isla de perros»
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