ABC (1ª Edición)

Baldomero Pestana, ilustre desconocid­o

El Instituto Cervantes reivindica la figura del fotógrafo español, que retrató a las grandes personalid­ades de su tiempo

- BRUNO PARDO PORTO MADRID

Baldomero Pestana fue un hombre que doblegó su destino. Nació en 1917 en Castroverd­e (Lugo), pero se tuvo que buscar las oportunida­des fuera de España. Con once años entró en un taller de sastre, un trabajo que nunca disfrutó, aunque le dio de comer. En Buenos Aires, un amigo le animó a que se apuntase a un curso de fotografía, en el que no tardó en ser el alumno más aventajado. Y así, el joven que quería haber estudiado Bellas Artes pero nunca tuvo recursos, se convirtió en fotógrafo. A esa figura, que llegó a ser uno de los mejores retratista­s de su tiempo, dedica ahora su última exposición el Instituto Cervantes –«Baldomero Pestana. La verdad entre las manos»–, que podrá verse en la sede de la institució­n en Madrid hasta el 8 de abril.

Durante toda su vida, Pestana concilió la faceta comercial y artística de su profesión. Entre pedidos publicitar­ios y editoriale­s, fue realizando una obra propia, de marcado carácter personal. Su gran proyecto era el de crear una galería de retratos de las grandes personalid­ades de la cultura. La empresa empezó en Buenos Aires en 1956, pero fue en Lima donde su carrera despegó por completo. En Perú logró que posasen para él escritores de la talla de Pablo Neruda, Alberto Hidalgo o José María Arguedas. Normalment­e, no cobraba por estos tra- bajos, pues respondían a su apetito creativo.

Ya en París, su siguiente parada artística, inmortaliz­ó los rostros de Bioy Casares, Man Ray, Carlos Fuentes o García Márquez. Sin embargo, sería injusto recordar a Pestana únicamente como fotógrafo de celebridad­es. La muestra también explora su otra faceta, más social, en la que quiso captar el alma de la calle, sobre todo en Perú y Buenos Aires. Tal y como cuenta Chus Villar, que comisaria la exposición junto con Juan Bonilla, ahí puede apreciarse su interés por la infancia. Esas fotos están plagadas de niños que, aun viviendo en la miseria, no pierden la inocencia de su mirada. Y en esas imágenes de exteriores, insiste Villar, hay una clara influencia de Henri Cartier-Bresson, por el que sentía una profunda admiración.

A pesar de la calidad y trascenden­cia de su trabajo, su figura es profundame­nte desconocid­a en España, donde se le empieza a reivindica­r justo ahora. Quizás se deba a que desarrolló la práctica totalidad de su carrera profesiona­l en el extranjero y que, además, nunca hizo esfuerzos por darse a conocer.

 ??  ?? El escritor mexicano Carlos Fuentes, en París, en 1968 Una niña, en Lima, en los años 60 La poeta Blanca Varela, fotografia­da en Lima en 1966
El escritor mexicano Carlos Fuentes, en París, en 1968 Una niña, en Lima, en los años 60 La poeta Blanca Varela, fotografia­da en Lima en 1966

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