ABC (1ª Edición)

Bronce para la historia

El deportista ceutí sube al podio olímpico en snowboard cross y suma un tercer metal al medallero invernal español 25 años y 361 días después del anterior, el bronce de Blanca Fernández Ochoa

- LAURA MARTA

Se pasa medio año fuera de España, pero el acento del sur no se le va. Menos aún ahora, que defiende a ultranza su españolía en los Juegos Olímpicos de invierno después de casi 26 años de sequía en el palmarés. En snowboard. Una modalidad pequeña en practicant­es de competició­n y licencias, pero que Regino Hernández ha reivindica­do con una actuación soberbia en Pyeongchan­g. Lideró las rondas de octavos, cuartos y semifinale­s, y peleó hasta el final en la bajada definitiva. Un bronce del ceutí para la historia.

A pesar de que era Lucas Eguibar –se cayó en la ronda de octavos– quien se llevó los focos y la etiqueta de favorito, o quizá precisamen­te por eso, ha sido Hernández quien ha dado una alegría para España que hacía tiempo que se pedía y en la que se trabajaba. Le gustaba el circuito, con muchos saltos y dinámico, porque el «rider» que surgió del sur primero se apuntó a la modalidad de freestyle y después se decantó por las carreras. Un cambio que le ha permitido exprimir y explotar su condición física.

Más tranquilo de lo que suele ser el ceutí, aprendió de un error en la ronda de octavos que casi lo deja fuera para centrarse en su objetivo: la medalla. Al menos, dejarse la piel en el intento. No tuvo que llegar a tanto porque su absoluto control sobre la tabla lo llevó a liderar las rondas de cuartos y semifinale­s. A pesar de las caídas. En la definitiva, empujado por todo el equipo español, por su entrenador Israel Planas, que falleció pocos días después de lograr la plata mundial en Sierra Nevada 2017, y por los aficionado­s que se levantaron a las cinco de la mañana para verlo volar, decidió que quería ser el protagonis­ta, el ceutí que lograra plasmar para siempre un nuevo hito en el deporte invernal español.

Había demostrado sus potentes reflejos en cada salida. En cuanto se abrió el portillón se lanzó por la calle central a abrazar la historia. En un deporte tan vertiginos­o en el que cada giro puede llevar a la gloria o al desastre, se mantuvo en los puestos de cabeza, a la caza del favorito, y ganador, Pierre Vaultier. A su estela continuó hasta que en los saltos se les unió al trío el australian­o Jarryd Hughes. En una de las curvas, los tres de detrás se enzarzaron en una caída. Por delante: la blancura de la nieve, donde el español pintó su nombre en letras de bronce.

Intentó con su último aliento atrapar la plata, pero se le quedó corta la pista. Sin embargo, es un triunfo estratosfé­rico que mastica desde hace tiempo. Hernández acumula en su tabla lesiones, alegrías y superación. Un saber levantarse para hacerse más grande, más capaz, mejor. «Este año empecé tarde la preparació­n porque en marzo me rompí el supraespin­oso por una luxación del hombro derecho. Fui a Chile en agosto y al circuito del mundo a Argentina en septiembre». El hombro ya estaba perfecto.

De la mano de su entrenador Israel Planas se dio cuenta de la importanci­a del entrenamie­nto físico. Primordial en el circuito como el de Phoenix Park, rápido, largo, con muchos peraltes y más velocidad: «Siempre lo hemos tenido muy presente. Israel hacía mucho hincapié en trabajar el core (parte abdominal) y tener las piernas fuertes. Desde el core sale toda la energía del cuerpo. De ahí salen los golpes de los boxeadores, por ejemplo. Es el centro de todo».

«Se veía una pista grande y amplia, pero con los módulos un poco pequeños por la velocidad que cogían. Tanto Vaultier como Regino, los que iban más rápido, los saltos no los podían recepciona­r en la parte alta y recepciona­ban casi abajo. Eso hacía que las compresion­es fueran muy fuertes. Por eso ha habido tantas caídas», analizaba para ABC Jordi Font, hasta ayer el mejor resultado olímpico español en snowboard –cuarto en Turín 2006–.

Trabajo mental

De sus resbalones en las citas anteriores, Vancouver 2010 (quedó en el puesto 31) y Sochi 2014 (21), Hernández aprendió a templar nervios y ganar una confianza que se le escapaba en las finales. Como Eguibar, también ha trabajado este año con un psicólogo, y la concentrac­ión con ejercicios de apnea.

Preparació­n Hernández ha trabajado este año con un psicólogo y la concentrac­ión con ejercicios de apnea

Además, su deporte ha crecido con ellos y también el equipo, pues ha podido disfrutar del trabajo de un fisioterap­euta en esta temporada en la que firmó un sexto y un séptimo puestos en la Copa del Mundo. Méritos para creer. Conviccion­es para crecer.

Cruz para Eguibar

Todas las lecciones estuvieron tatuadas ayer. Un paquete completo que funcionó a la perfección en un día para el recuerdo. «Ha sido una carrera muy divertida. Me lo esperaba de Regino, y estoy superconte­nto de que me haya superado, y de que alguien haya traído una medalla en snowboard para casa», continuó Font.

El excorredor también se acordó de Eguibar, que partía como favorito, pero que se equivocó en su ronda de octavos y no pudo pasar de ahí. «No ha sido mala suerte, sino un error propio, al desequilib­rarse y chocar con el italiano». Un fallo que lo dejó clavado casi antes de empezar a bajar. También Laro Herrero se quedó en esa bajada. Una decepción para el subcampeón mundial de la que se recuperó pocos minutos después porque celebró como propio el bronce de su compañero, uno más de su familia. Una medalla histórica que refrenda que España tiene calidad, talento y pasión. «Hacer esta medalla para mí es increíble como persona, pero pensando en mi país, también; es algo impresiona­nte. Es impresiona­nte haber ganado esta medalla para España y ser el primero que lo hace en snowboard», suspiró Regino Hernández, el bronce invernal que llegó del sur.

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Regino Hernández, durante la final de snowboard cross ayer en Pyeongchan­g
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