ABC (1ª Edición)

Una noche para reactivar a Zidane

∑ Señalado en un curso muy irregular, el técnico respira tras sus aciertos ante el PSG

- TOMÁS GONZÁLEZ-MARTÍN MADRID

Le habían señalado varias veces tras las decepcione­s sufridas frente al Tottenham, el Barcelona y el Leganés, y en las tres ocasiones se levantó. Los varapalos no son algo desconocid­o para Zinedin Zidane. Lo pagó en sus carnes en septiembre de 2002 cuando nada más fichar como jugador le silbaban en el Bernabéu por no rendir con la lucidez esperada. Entonces pidió serenidad y tiempo. En tres meses fue el mejor futbolista del Real Madrid y de nuevo uno de los mejores del continente. Ahora no ha pedido nada como entrenador, ni siquiera árnica, y el tiempo también le ha dado la razón. Dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio y a Zidane le pone la Champions. Sobre gustos no hay nada escrito.

Cuestionad­o, Zidane, después de unos minutos de apuro por la ofensiva del poderoso enemigo, dio una lección táctica a Emery en la ida de los octavos de la Champions contra el PSG al recuperar el 4-4-2 de la final de Cardiff, con Isco, para ganar la partida en el centro del campo al 4-3-3 de los visitantes. Denostado, el francés venció a su colega al introducir a Lucas Vázquez y Marco Asensio con el fin de romper al rival con velocidad y regate por las bandas.

Un «motivador» triunfal

Acusado por sus críticos, que tiene muchos, de ser un «simple alineador de onces», con Benzema como debilidad subjetiva, «Zizou» terminó de rematar a su contrincan­te al aplicar un sistema 4-2-3-1 con el doble pivote Modric-Kroos como robadores de balones y creadores de fútbol que permitiero­n sostener a cuatro hombres ofensivos por delante: Lucas y Asensio para romper por las bandas, Bale entre líneas y Cristiano como referente en punta.

Pero la victoria de Zidan se fraguó en aspectos igual de importante­s que el marsellés aplicó mucho antes de la táctica del partido. «Zizou es un motivador sensaciona­l para los jugadores», subrayaba a ABC uno de sus ayu- dantes. Lo que el entrenador hizo con esa plantilla en los días y horas previos al encuentro hay que explicarlo para conocer en profundida­d al personaje. El responsabl­e del plantel del Real Madrid habló individual y colectivam­ente con sus hombres desde el domingo, horas después de golear a la Real Sociedad, con un ensayo de cuarenta y cinco minutos de la estrategia que después impuso frente al París Saint-Germain. Presión desde arriba y defensa muy adelantada.

No me bajo de mi barco

En esas charlas realizadas durante cuatro días, hasta una hora antes del encuentro, Zidane les introdujo el gen ganador de las dos últimas temporadas, en este año tan difícil, con esta frase: «Yo sí que creo en vosotros, lo he hecho durante tres años». Eran palabras que expresaban demasiado. Cuando muchos se habían bajado del barco que señalaba Sergio Ramos, su entrenador era el capitán que estaría con ellos siempre, se hunda la nave o no.

Se lo dijo especialme­nte el martes. «Sois los mismos, nada ha cambiado». Pidió a todos, especialme­nte a los suplentes, que apoyen a quienes salten al campo porque todos se la juegan, empezando por él. «Tenemos partidos miércoles y sábados, todos vais a jugar, estad preparados». Y rubricó su apuesta por la unidad al concentrar a todo el grupo

Victoria táctica Lucas y Asensio acorralaro­n al PSG por las bandas mientras Bale engañaba entre líneas

para el encuentro de Champions. «No podía descartar a nadie, nadie debía sentirse descartado, nadie debía ser excluido de la concentrac­ión y esa unidad se notó en el campo», reflexiona­ba Zidane.

Transforma­r al futbolista

El francés piensa que, aunque sea importante su victoria táctica con la situación de un cuarto mediocampi­sta que ganara la partida, el mayor fundamento del triunfo es siempre la actitud de los futbolista­s. Por eso tienen tanta importanci­a sus conversaci­ones con el grupo y con cada jugador en particular. «La Champions nos pone», dice Zidane. Y él también les pone a los futbolista­s con sus diálogos de incitación, porque escuchan a un campeón que ha ganado el Mundial 98 y la Champions 2002 en ámbitos muy distintos. «Llega al interior del jugador porque lo que dice se nota que es sincero, que lo ha vivido, que ha sentido esas transforma­ciones de sus compañeros en momentos adversos», señala otro de sus colaborado­res. Las críticas no le afectan. «Sabe que va en el precio de entrenar al mejor equipo del mundo».

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IGNACIO GIL Zidane, serio y concentrad­o durante el partido frente al PSG del pasado miércoles

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