ABC (1ª Edición)

Una muñeca que derriba fronteras

El mexicano Paco Cruz, que debuta hoy en Copa con el Fuenlabrad­a, cruzó el muro con EE.UU. para cumplir su sueño

- EMILIO V. ESCUDERO LAS PALMAS

La ciudad de Nogales se divide en dos por una valla que separa su parte mexicana de la estadounid­ense. Una frontera que alimenta y aleja al mismo tiempo el sueño americano. Ese que anhelan muchos jóvenes y que solo un puñado de ellos se atreven a perseguir. Paco Cruz (Nogales, 1989) es uno de ellos. Debutante en esta Copa del Rey con el Montakit Fuenlabrad­a, el alero mexicano decidió un día cruzar esa valla para hacerse jugador de baloncesto. Un viaje plagado de incertidum­bres que, diez años después, mira con cariño y cierta nostalgia. «Estar aquí, jugando al baloncesto como profesiona­l en una liga como la ACB es mucho más de lo que podía imaginar cuando dejé mi casa con 16 años. Aquellos días tan complicado­s son ahora un impulso para mantener vivas mis ganas de seguir mejorando en la cancha día a día», explica a ABC antes de medirse esta tarde (19.00 horas, #0) al Herbalife Gran Canaria por un puesto en semifinale­s de la Copa del Rey.

«De pequeño me gustaba ir a la cancha que tenía enfrente de casa. Era una canasta humilde, como mi familia, con el suelo de cemento y sin red. Pasaba allí muchas horas», recuerda. Ese cemento impulsó su amor por el baloncesto. Un día, un conocido le habló de la posibilida­d de ir a Estados Unidos a estudiar y jugar al baloncesto y él no lo dudó. Ahí comenzó su viaje a lo desconocid­o. Trayecto de ida sin saber muy bien si su sueño de niño podría hacerse realidad. «Al principio fue muy difícil, porque yo no sabía el idioma y apenas tenía recursos para sobrevivir. Cuando terminaba las clases tenía que trabajar limpiando la nieve o en lo que fuera para ganar algún dinero», explica el alero, uno de los referentes del Fuenlabrad­a.

Pasó de las temperatur­as agradables de Sonora al frío extremo de Wyoming, asido siempre a la incertidum­bre de vivir con un visado de turista que debía renovar cada seis meses. Cada vez que regresaba a casa no sabía si podría continuar con su aventura. «Me tuve que labrar mi propio camino, construir mi historia. Hay gente que nunca sabrá lo que eso significa y aún así opinan y ponen trabas a ese sueño», señala en referencia a los políticos empeñados en levantar fronteras.

La tenacidad de Paco Cruz le permitió llegar a la Universida­d, donde compaginó los estudios y el baloncesto hasta que volvió a su país para hacerse profesiona­l. Allí afinó la «metralleta» –como le conocen en México– antes de dar el salto a Europa. En Riga regresó al frío y de ahí le rescató el Fuenlabrad­a, con el que no descarta luchar por el título. «Ya que estamos aquí tenemos que ir con la mentalidad de ganar», afirma el mexicano, acostumbra­do a convertir lo imposible en realidad.

También quiere triunfar el Iberostar Tenerife, que se convirtió en el primer semifinali­sta al vencer al Valencia (79-72).

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JOSÉ RAMÓN LADRA Paco Cruz, una de las claves del Montakit Fuenlabrad­a

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