El primer ministro más longevo de Holanda
Ruud Lubbers (1939-2018) ∑ A él se debe el que el tratado que instituyó la Unión Europea se firmara en Maastricht
Ruud Lubbers fue el primer ministro que más tiempo ha permanecido en el cargo de toda la historia democrática de los Países Bajos: 4.309 días, para ser exactos, entre 1982 y 1994. Asimismo, fue bajo su batuta cuando la CDA, el partido democristiano que lideraba, vivió su último periodo como formación hegemónica del siempre disperso escenario político holandés.
Bien es cierto que después de él, Jan-Peter Balkenende logró mantenerse en el poder ocho años seguidos, pero nunca tuvo la autoridad de Lubbers. Además, la CDA ya había iniciado el declive que la ha convertido en un socio no irrelevante, pero sí bastante discreto de la coalición que hoy lidera el liberal Mark Rutte.
Lo cual no significa que haya que reducir la trayectoria del fallecido gobernante a días de vino y rosas: cuando en mayo de 1973 fue nombrado, con solo 34 años, ministro de Economía. Meses después se produjo el primer choque petrolero, que tuvo fuertes repercusiones en la economía holandesa. Lubbers supo salir del entuerto ganándose a la opinión pública a través de mensajes que combinaban una descripción veraz de la situación con consignas de optimismo. Ya era una de las jóvenes promesas democristianas. Ahora tocaba gestionar correctamente los tiempos para no echar a perder el capital político y demoscópico acumulado.
De nuevo, supo estar a la altura de las circunstancias, se esmeró en no proyectar una imagen de político devorado por la ambición. Al contrario, nada más salir del ministerio, se colocó discretamente como portavoz adjunto del grupo parlamentario. Fue la súbita dimisión de su antecesor la que le volvió a propulsar en primera línea.
Lubbers supo sacar provecho del declive del entonces líder democristiano Dries Van Agt y fue proclamado candidato de la CDA para las elecciones de 1982. El partido sacó dos escaños menos que los laboristas, pero fue Lubbers quien logró formar gobierno. Los indicadores económicos –el paro al 9 por ciento, y la inflación al 6– requerían medidas extraordinarias.
El temple del primer ministro fue decisivo para involucrar a los principales partidos y a los agentes sociales en la gestación de un acuerdo que permitió a la economía holandesa recuperarse más rápidamente que los países de su entorno. Las victorias electorales se fueron sucediendo hasta la recaída de mediados de los noventa: esta vez, Lubbers estaba desgastado.
Más dentro de su país que fuera, por cierto: se hizo un hueco entre políticos como Kohl, Mitterrand o Thatcher. Baste decir que no fue casualidad si el tratado que instituyó la Unión Europea se firmó en Maastricht. Su dimensión internacional también quedó de manifiesto cuando resistió, sin inmutarse, las presiones pacifistas para que impidiese la instalación en suelo holandés de los misiles Pershing.
Solo un sórdido caso de acoso sexual cuando era Alto Comisario de Naciones Unidas para los Refugiados empañó su brillante trayectoria. Dimitió y dio por finalizada una vida pública que había durado cuatro décadas.