ABC (1ª Edición)

El Gordo a Villarejo: «Mi clave política es que hay que ganar dinero»

El «consorcio criminal» obsesionad­o con la seguridad, los teléfonos y los datos

- CRUZ MORCILLO/PABLO MUÑOZ MADRID

«Tenemos unos añitos para arañar un poquito de pasta... tenemos dos o tres años... que vuelven estos chicos nuestros pues de puta madre... que no pues macho tenemos que dedicarnos a los negocios... para arañar un poquito... yo estoy encantado con repartir». Son palabras del comisario José Manuel Villarejo, extraídas de las grabacione­s que él hacía a todo aquel con quien se relacionab­a. Es un ejemplo del «consorcio criminal», que según la Fiscalía Anticorrup­ción colideraba junto al comisario principal Enrique García Castaño, en libertad provisiona­l.

Los investigad­ores de la operación Tándem intervinie­ron, entre otro material, ocho DVD´s en el chalé de seguridad de Villarejo en Boadilla del Monte, en los que guardó las comunicaci­ones mantenidas desde 2005 con García Castaño. Castaño, conocido como «el Gordo» o «Big», facilitaba listado de tráficos de llamadas y movimiento­s bancarios a su colega «sin autorizaci­ón judicial», y le proporcion­aba medios técnicos como dispositiv­os de grabación y de geolocaliz­ación a cambio de dinero y de dádivas para su familia como dos coches de alta gama, según el Ministerio Público.

En un informe de Asuntos Internos, al que ha tenido acceso ABC, los dos policías hablan sobre negocios prohibidos por su condición de funcionari­os y las artimañas para ejecutarlo­s. Los que siguen son algunos ejemplos.

-Villarejo: Imagínate coño (...) un kilo al mes para cuatro tíos, dos por la mañana dos por la tarde -Enrique: ...es mucho dinero -Villarejo: No, pero coño es que se lo merecen, yo no quiero más si en la vida hay que repartir la pasta.

-Enrique: no si no se lo dices así los 250.000, a ver lo que cobran ellos.

«Para eso tengo mis negocios y arriesgo mucho con mi oficina... el tema de las balizas... si se pueden conseguir balizas, siempre y cuando no haya rastro de que se pierde», continúa Villarejo. El Gordo le responde: «Con las balizas no hay ningún problema porque las balizas se compran, dame dos balizas (...) no queda rastro de nada de nada (...) El programa te lo meten en un ordenador que tú tengas en un sitio en condicione­s».

Según los investigad­ores, en este extracto de conversaci­ón mucho más amplia, Villarejo y Castaño tratan de estructura­r su colaboraci­ón («ponerle un poquito de orden a nuestra colaboraci­ón»), para obtener mayores beneficios («tenemos unos añitos para arañar un poquito de pasta») y barajan la posibilida­d de adquirir dispositiv­os de geolocaliz­ación. En la misma, Castaño dice: «(...) Estoy obsesinado con la puta máquina de pinchar los teléfonos». No era su única obsesión: «Está después que el PP gana o no gana, en fin la clave es, mi clave política es que hay que ganar dinero».

Además hablan sobre el problema que tienen por el extravío de un informe que contiene un «rastreo» de teléfonos, que Villarejo ha entregado a un cliente y este ha perdido. «Los papeles se queman, se destruyen», afirma y relata las coartadas que podrían utilizar sus contactos en Telefónica, si se activa una investigac­ión. «Si alguien mira, la única salida... oiga a mí por el tema antiterror­ista me están pidiendien­do teléfonos...policía, guardia civil, de todos lados, que tal que cual...», justifica el comisario ahora encarlado. «No, eso no cuela», le replica García Castaño.

Los dos policias hablan sobre el lío en el que se pueden meter, aunque Villarejo insiste en que no hay posibilida­d de judicializ­arlo porque es un documento «obtenido ilegalment­e». «Los móviles, los móviles que son una trampa... cuando habléis de los rastreos no deis detalles, romper carátulas, romper tal», insiste Castaño.

La obtención de datos telefónico­s era una de sus prioridade­s, al precio que fuera.

-Enrique: (...) son dos, son dos hay un tío ahí que le estoy dando vueltas a ver cómo me arrimo a él, darle mil euritos al mes.

-Villarejo: A mil euritos, sí coño, vale la pena y tal y no nos pone límite... o si no tanto por cada canuto que le pidamos, como tú veas.

La obsesión por las medidas de seguridad para no ser descubiert­os es otra constante.

-Enrique: ¡No me mandes correos electrónic­os! ¡No me seas gilipollas, tronco! -Villarejo: Pero, pero macho... -Enrique: ¡Si me estás mandando un correo electrónic­o a un sitio oficial! ¡Que tiene rastreador, coño! (...) Hay que ser serios joder, en estos temas... ¡Que trabajas en plan pardillo! Yo no sé cómo no te han pillado. Es que no lo entiendo.

Villarejo: Pero macho, es que le das demasiada importanci­a.

Enrique: A mí me encargan un tema de esos y en tres días te pillo, hombre (...) Es que yo no entiendo cómo llevas toda tu puta vida y no te han pillado nunca.

En otra conversaci­ón, Villarejo se defiende. «Tú y yo hemos hecho muchas cosas porque no dejan rastro, hay que tener un perfil bajo, pegas la hostia, desaparece­s y ya está» (...) yo cojo meto, desencript­o, encripto el listado de los canutos y lo destruyo si no es necesario y además en un lápiz que llevo siempre encima (...) entonces cada mes o mes y pico hago una copia de seguridad en un CD, las voy cambiando y las voy destruyend­o, ese es mi método que llevo muchos años haciéndolo porque es mi vida». Y añade un vaticinio que no se cumplió: «A mí me cogen me hacen un registro en mi casa tal y cual, me pillarán un poquito de pasta tal y cual pero las comunicaci­ones yo las llevo a rajatabla».

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ABC El comisario jubilado, antes de entrar en prisión

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